Imma Monsó. Foto: Christian Maury

La escritora Imma Monsó (Lleida, 1959) ha ganado el XXXII Premio de las Letras Catalanas Ramon Llull, con su novela La dona veloç (La mujer veloz), una metáfora sobre la insatisfacción que causa la rapidez con la que se vive en la actualidad. Monsó explicó que lo instantáneo y la inmediatez que impregnan todo se han llegado a convertir en "uno de los problemas más grandes", porque dificultan la adaptación al entorno.



La autora señaló que su obra invita a reflexionar sobre la "dictadura del tiempo" y la capacidad de análisis que se ha perdido en este proceso, mediante la vida de una psicóloga que, a pesar de aparentar un triunfo vital, en realidad está sumergida en una cierta tragedia. La protagonista, que la escritora ha reconocido que tiene tintes autobiográficos, lucha contra la contradicción que supone vivir bajo el lema "cuanto antes mejor" y una vocación paralela de mujer contemplativa, lo que la conduce a sufrir un cierto trastorno.



La dona veloç retrata también a una familia que no habla el mismo lenguaje, con una relación entre un padre y su hija, oriunda de una casa de provincias en la que han vivido tres generaciones, y a la que la mujer no acude casi nunca pese a representar "la única raíz" que tiene. En el relato, el padre -cirujano vascular- se siente frustrado por no haber logrado alcanzar los niveles de sensibilidad que le permitan escuchar música como le gustaría, y culmina con un final "imprevisto" que casi ni la misma narradora puede imaginar. El máximo galardón de las letras catalanas, que otorga la Fundació Ramon Llull junto con la Editorial Planeta, está dotado con 90.000 euros. Monsó que inscribió su obra al concurso con el título Serem breus (Seremos breves) y el pseudónimo Alicia Nes, compitió con otros 57 originales presentados a concurso.



El jurado, en esta ocasión compuesto por Sam Abrams, Laura Borràs, Leonello Brandolini, Teresa Colom, Pere Gimferrer, Gemma Lienas y Emili Rosales, ha explicado que ha valorado especialmente la construcción de unos "personajes fascinantes" que adquieren grosor a medida que avanza la obra, además de aplaudir la importancia que cobra en la novela la percepción del tiempo, una temática actual sobre la que no se ha escrito mucho, ha señalado. La autora ha reconocido que la obra es una de sus novelas más ambiciosas, construida a base de esforzarse para no recortar lo que iba escribiendo, y ha reivindicado la lectura como uno de los mejores antídotos para enfrentarse a la sociedad de la inmediatez. La ironía, los saltos entre la primera y la tercera persona y un transfondo de angustia acaban de conformar una novela que parte de la afirmación de la protagonista "Soy rápida. No lo puedo evitar".