Misha Glenny



En un trámite de menos de 10 minutos un ruso puede robar en Ucrania a una empresa británica e invertir ese dinero en Dubai. Casos así se dan en internet a diario. El ejemplo lo pone Misha Glenny (Londres, 1958), autor de El lado oscuro de la red (Destino), libro que ha venido a presentar a España. En un hotel de Madrid, recibe a elcultural.es vestido de negro riguroso (chaqueta y camiseta). Esa estética sombría va muy a juego con lo que cuenta en su investigación: la facilidad que tienen los cibercriminales para asaltar a cualquier ciudadano que se desenvuelva por la red.



Tras hablar con este antiguo corresponsal de The Guardian y la BBC, a uno se le llenan la cabeza de aprensiones. Introducir el código de tu tarjeta de crédito para realizar cualquier operación ya nunca se hará tan a la ligera. Glenny publicó en 2008 McMafia, un estudio exhaustivo del carácter globalizado de las redes mafiosas contemporáneas. Alcanzó con él una repercusión internacional muy amplia. Lorenzo Silva, por ejemplo, advertía en la edición pasada de Getafe Negro, a la que asistió el propio Glenny, que no podía entenderse el mundo de hoy sin haberlo leído. En ese libro ya se ocupó del cibercrimen, pero como un cabo suelto que luego retomó para centrarse en exclusiva.



En El lado oscuro de la red tira del hilo del sitio Dark Market, un espacio donde lo mismo se podía comprar una pistola que contratar un sicario. Una especie de ágora digital para que los criminales intercambiaran ideas y se coordinaran. "Todos ellos amparados por el anonimato que posibilita internet", explica Glenny. ¿Y cuándo se va a acabar ese anonimato? La pregunta desencadena el debate que incendia las redes sociales y los medios de comunicación en los últimos meses: "Es un asunto complejo. Creo que si la causa abierta por Estados Unidos contra Megaupload no sale adelante, los gobiernos optarán más decididamente por leyes más restrictivas".



Ese es el vaticinio de Glenny. Al autor británico los proyectos legales (conocidos como SOPA y PIPA) que se están rumiando en Estados Unidos le plantean un dilema difícil de resolver: "Como autor de libros que se están descargando ilegalmente en la red, saludo estas leyes con optimismo. Espero que con ellas no siga sucediendo algo así". Pero esa visión positiva tiene su reverso: "Hay que tener también cuidado: la lucha contra la piratería no puede ser una excusa para recortar derechos civiles, por eso habrá que estar muy atentos al diseño legal que se escoja finalmente".



Ahí está la clave: en conciliar de manera equilibrada ambos intereses. Glenny cree que, en cualquier caso, "debe primar el cierre de páginas antes que la detención física de las personas". Ese purismo en su posición sobre la defensa de los derechos civiles no le impide un juicio severo hacia Megaupload. Sin entrar a analizar la presunta legalidad o ilegalidad de su actividad (alojar archivos piratas), una cuestión que reviste una tremenda complejidad jurídica, Glenny equipara su modus operandi al de bandas cibercriminales ya asentadas: "Su principal objetivo también es blanquear los beneficios lo más rápido posible: lo obtenido a través de un negocio dudosamente legal lo invierten en otros negocios completamente limpios". De hecho, Kim Dotcom, el creador de Megaupload, se enfrenta a la acusación de blanqueo de dinero, además de a las de piratería y asociación criminal.



En este enredo en torno a la protección de los derechos de autor en el marco digital, hay otra cuestión pendiente que Misha Glenny tampoco rehúye. ¿Deben implicarse más en la lucha contra la criminalidad y la piratería en internet las grandes compañías como Microsoft y Google? "Me consta que ambas se toman la seguridad muy en serio, aunque tienen sus deficiencias, claro. Ahora acaba de saltar a la luz pública los beneficios que ha obtenido Google gracias a publicidad de entradas falsas para los Juegos Olímpicos de Londres".



Las preguntas y las respuestas se suceden. Estas últimas jamás son unívocas, siempre están abiertas a matices, a argumentos contrapuestos. La regulación de internet (ponerle el cascabel al gato, puertas al campo, dicen) es uno de los debates de mayor calado estructural e intelectual que sostiene la sociedad contemporánea. La sensación es que todo está en el aire pero que algunas piezas del puzle empiezan a ensamblarse. Lo iremos viendo, y viviendo.