José Luis Corral.



El robo del Códice Calixtino fue limpio, muy limpio, demasiado limpio. No tanto por la habilidad de los ladrones como por las facilidades que ofrecían los responsables de su custodia. Nadie tuvo que forzar ninguna cerradura. Todo lo contrario: la cámara en que se encontraba tenía la llave puesta, como una especie de reclamo para cualquiera que quisiera echarle el guante. Y eso fue lo que pasó el 7 de julio del pasado año, para consternación de todos los compostelanos.



A José Luis Corral (Zaragoza, 1957) también le pareció sospechoso el relato de los hechos que figuraba en los periódicos. ¿Cómo era posible que un documento así, del siglo XII y de un valor incalculable, clave en la promoción de Santiago como nodo del cristianismo, pudiera desaparecer de una manera tan simple? ¿Alguien echó una mano desde dentro? Y, sobre todo, ¿a quién podía interesar un códice de imposible salida en el mercado negro del arte? Aquí la versión del catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza se bifurca. La personal es que "está en manos de un coleccionista fetichista". La literaria es que la Solidatio Pianum, una sociedad encargada de velar por la ortodoxia del catolicismo, fundada a principios del siglo XX por Pío X, ve en ese códice un peligro potencial que debe ser anulado, cuanto antes.



¿Por qué? Pues esa pregunta es la que gravita durante toda la narración de su última novela, El Códice del Peregrino (Planeta), que parte del robo en la catedral pero se va por las ramas de una imaginación no exenta de conexiones con la historiografía religiosa y esotérica. En la trama el Códice contiene un revolucionario testamento de Santiago el Mayor, el discípulo cuyos restos presuntamente yacen en el templo compostelano. "Tras el robo me puse a investigar sobre él en la Biblia. Me sorprendió comprobar que era primo hermano de Jesús, un dato sobre el que se ha pasado muy por encima. Fue uno de los apóstoles más cercanos a Jesús, por eso es muy raro que no escribiera nada de su maestro", explica José Luis Corral a elcultural.es.



El autor El Cid, uno de los pioneros de la novela histórica en nuestro país, ubica ese testamento imaginario -que habría escrito el que es hoy patrón de España- dentro del manuscrito robado, escrito con una técnica de tinta transparente que impide su lectura a simple vista. Las revelaciones que vierte en él Santiago el Mayor (en particular sobre la genealogía de Jesús: se afirma que no es hijo de José sino de... ¡Herodes de Antipa!) son una bomba de relojería colocada en los cimientos del Vaticano.



Corral se adentra así en la dialéctica clásica que ha convulsionado cíclicamente el seno de iglesia católica. Un pulso que sostienen los estamentos más ortodoxos de la curia romana contra las corrientes más posibilista y liberales. El profesor aragonés coloca en mitad de este contencioso al papa actual, Benedicto XVI. A pesar de que las segundas temían una especie de purga tras su llegada, con el tiempo están viendo que no ha sido así: que el máximo pontífice tiene un talante más equilibrado de lo que pensaban. El escritor zaragozano cuenta la anécdota de un amigo suyo jesuita, que el día que fue elegido Ratzinger en 2005 profetizaba que "iba a disolver su orden", ahora "alucina" con la promoción de muchos de sus compañeros.