Craig Thompson posa con sus dibujos tras terminar uno de los capítulos de Habibi

El Cultural adelanta en exclusiva el primer capítulo del libro: http://www.elcultural.es/primeroscapitulos/habibi/index.html | Descargar Pdf

Habibi es una novela gráfica en el mayor sentido del término. En ella, el texto se hace dibujo y el dibujo texto. Son más de 600 páginas y más de 600 obras de arte, de narración y dibujo impecables, que no dejan que la atención emigre a otro lugar que no sea el desierto imaginado por su autor, Craig Thompson (Michigan, 1975), y los personajes que habitan en él. Habibi cuenta la historia de Dodola y Zam. Ella, una Scherezade vendida de niña, raptada, violada y huida que en una de sus evasiones salva de la muerte a un bebé negro, Zam, al que adopta como hijo, amigo y compañero y al que trata de librar del mal del mundo desvelándole los secretos de la vida terrenal y celestial a través de profusas historias. Pero Habibi es también una excelsa investigación sobre las conexiones entre la cultura cristiana y la musulmana, entre el mundo antiguo y el mundo actual. Es, además, un punto de confluencia de artes diversas: de la caligrafía y el arte árabes, de la historieta francesa, del cómic underground americano (Chester Brown y Joe Sacco, especialmente), de las pinturas de William Blake y las composiciones y el arte de Khalil Gibran... Y, bajo esa unión cuajada de referencias, el buen hacer de su autor, responsable del tomo Blankets y uno de los dibujantes más serios, brillantes y a la vez entretenidos de la historieta independiente.



La editorial Astiberri publica el viernes en España este libro al que se le auguran premios por doquier y que ya ha cosechado excelentes reseñas en Estados Unidos. En entrevista con elcultural.es y en mitad de la gira de presentación del libro en su país, Thompson asegura que la historia de estos dos supervivientes que pernoctan en un barco anclado en mitad del desierto, en el lugar por el que algún día discurrió un río, preexistía en su subsconsciente: "Su aspecto y su manera de ser ya estaban en mi cabeza y los desarrollé como quien desarrolla un sueño. Luego tuve que averiguar cómo era su medio, qué historias les podían suceder y cómo darles forma", comienza explicando el historietista, que eligió Las mil y una noches como referencia clave y a su protagonista principal, Dodola, como una narradora obligada a contar cuentos también para sobrevivir, "pero no para evitar su decapitación, sino para dar esperanza y cobijo al huérfano Zam", precisa.



Criado en un pueblo de granjeros en Wisconsin, la trayectoria de Thompson, que hasta ahora había destacado por la historieta autobiográfica, poco tiene que ver con el exuberante y místico mundo de Habibi. Para concebirlo, reconoce, se nutrió de un pequeño círculo de "lectores/amigos" musulmanes a los que fue consultando cada detalle: "Uno de ellos se encargó de traducir algunas partes a la lengua árabe, otro me aconsejó sobre lo que era éticamente aceptable y otro me alimentó la pasión por los poetas árabes y sufíes", enumera. Evitó, además, cualquier localización espacio temporal y creó un mundo propio, con sus propias reglas, que oscila entre los cuentos árabes y la narrativa de denuncia sobre el tercer mundo, con historias y personajes como surgidos de películas del tipo de In this world, de Winterbotton:



- Siempre quise que la historia sucediera en un tiempo inespecífico y en una geografía sin determinar. No quería verme superado por una investigación demasiado laboriosa o ser meticulosamente fiel a los detalles documentales. Al contrario, lo que pretendía era utilizar una amplia gama de influencias para dibujar lo que me interesaba. El paisaje desértico está ampliamente abordado, pero también lo están el desorden y la contaminación industrial del mundo actual. Deliberadamente he eliminado los elementos de la modernidad, como las armas, los televisores o los smartphones. Quería diseñar un híbrido entre el viejo y el nuevo mundo.



El peso de la narración, como él mismo reconoce, lo tiene la historia de amor, de muchos tipos de amor, que protagonizan Dodola y Zam, dos seres que, como se cuenta en el libro, viven una suerte de purgatorio entre las siete capas del cielo y las siete capas del infierno, un "campo de batalla", lo llama él, entre la fealdad humana y la belleza espiritual, ese espacio en el que discurre toda existencia. Pero el escritor y dibujante la adereza con un sinfín subhistorias a través de las que enfatiza en las conexiones entre las religiones abrahámicas -judaísmo, cristianismo- y el Islam: "Les unen más cosas de las que las separan, empezando por el profeta del monoteísmo, Abraham. Moral, estilos de vida, y, quizás lo más importante, las historias, se reproducen en todos estos credos. Pero Thompson va más allá y se recrea en la parte esotérica de estas creencias. Así, la Cábala, el gnosticismo, el sufismo:



- Todas estas cuestiones se centran en una percepción extática de lo divino. La religión es una institución humana que sólo crea fronteras entre pueblos y culturas. Sin embargo, todas las personas comparten una espiritualidad común, independientemente de que lo admitan o no.



Y en ese cruce entre el esoterismo y la realidad más brutal navega Habibi, obra de compleja estructura que, como señala quien la firma, sigue el modelo de los cuadrados mágicos, "una especie de Sudoku místico de nueve cuadros, un talismán del norte de África que contiene nueve letras en árabe ubicadas en una cuadrícula de 3x3", describe. De esta manera, cada capítulo de la novela está concebido temáticamente en función de esas letras, aunque a la vez hay una estructura lineal a través de la que se rinde homenaje a Las mil y una noches, en la que una historia envuelve a la otra.



Indiferente ante los derroteros del cómic independiente ("no me interesan las tendencias imperantes", ataja), Thompson ha logrado con este libro sortear el habitual tono autobiográfico de muchos de los novelistas de su generación y de la anterior -ya se sabe, las vicisitudes artísticas y amorosas de un dibujante en la gran ciudad- para abrazar una historia poliédrica, original y sorprendente en la que ha explorado con éxito nuevas capacidades de su pluma. Él se justifica así: "Al final de cualquier proyecto siempre acabo harto de lo que hago y estoy deseando explorar otras capacidades, nuevos géneros y hacer cada libro distinto a los anteriores". Si su trayectoria sigue por el mismo camino, cabe pensar que con sus próximos libros (actualmente, y aconsejado por David B., está trabajando de forma simultánea en tres diferentes para "mantener la frescura") lo encumbrarán como uno de los mejores historietistas del momento.