Image: El instinto periodístico de Bioy Casares

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Letras

El instinto periodístico de Bioy Casares

En un diario inédito que se publica en septiembre denuncia la megalomanía urbanística que inspiró la construcción de Brasilia, ciudad a la que viajó en 1960

13 agosto, 2010 02:00

Imagen tomada por Bioy Casares en Brasilia, durante la construcción de la ciudad (1960). Foto: Herederos de Bioy Casares.

A Adolfo Bioy Casares lo que más le gustaba al escribir era irse por las ramas de la fantasía. Sentía devoción por el género fantástico. Pero este constante afán de traspasar los estrechos límites de la realidad lo contrapesaba con otra vertiente muy prolífica en su escritura: la anotación cotidiana de sus vivencias. Una costumbre que prolongó a lo largo de casi toda su vida y que ha servido para conocer más a fondo su poliédrica personalidad y aspectos tan llamativos en su biografía como la larguísima amistad que mantuvo con Borges.

Esos diarios que dejó escritos se han publicado en su mayor parte. Sin embargo aún quedaban por difundirse los cuadernos que completó para documentar su estancia en Brasil en 1960. Esta pequeña laguna ya no será tal a partir del 6 de septiembre, día fijado para el lanzamiento en España y Argentina de Unos días en Brasil. Diario de un viaje, volumen editado por Páginas de Espuma (aquí) y La Compañía (allí). En sus poco más de 100 páginas el autor de La invención de Morel narra su peripecia por el gigantesco país suramericano. Lo hace sin pretensiones literarias. La frase corta y la impresión cazada a salto de mata, en los cortos periodos de tiempo en que podía escribir, dan forma al dietario. Bioy visitó sus principales ciudades: Río de Janeiro, Sao Paulo y Brasilia. Correspondía así a la invitación que recibió del PEN Club para que diera una serie de conferencias, junto a autores como Alberto Moravia y Graham Greene.

En sentido estricto, el libro no es un inédito. "Bioy lo escribió para sí mismo y luego hizo una especie de edición personal de 200 copias, que repartió entre sus amigos y familiares", explica Juan Casamayor, responsable de la editorial Páginas de Espuma. Encontrar en la actualidad algún ejemplar era prácticamente imposible. Sólo se conservaba alguno en la casa del escritor y su mujer, Silvina Ocampo. Pero gracias a las pesquisas desarrolladas por Eduardo Berti, que conocía de oídas este trabajo, y a un acuerdo con los herederos de Bioy, el libro estará en la calle el próximo 6 de septiembre.

El texto cuenta, además, con las fotografías que él mismo tómo durante el viaje, en el que llevaba siempre su cámara encima, como cualquier reportero gráfico, unas imágenes que se exhibirán en la Casa de América de Madrid. Y lo acompaña también un epílogo de Michel Lafon, íntimo amigo suyo y traductor de su obra al francés. El editor y ensayista galo, que estará en la Casa de América el próximo 8 de septiembre para presentar la obra, se pregunta en este postfacio qué llevaría a Bioy a aceptar la propuesta del PEN club, porque, según afirma, el autor porteño "no tenía nada que decirles a los otros invitados, rechazaba las amistades obligadas y los ejercicios impuestos, odiaba la retórica vacía y no quería hablar en público".

Lo más probable, según Casamayor, es que Bioy decidiera poner rumbo al país vecino por una razón muy sencilla: "Ver con sus propios ojos cómo levantaban Brasilia en mitad de la selva". La curiosidad, al fin y al cabo, pudo con sus remilgos hacia la vida social encorsetada de las conferencias y las charlas académicas. Para saldar sus compromisos sólo debía desplazarse a Sao Paulo y Río, pero él quería ver los resultados de la utopía urbanística del gobierno brasileño. Así que se acercó hasta Brasilia. Y lo que se encontró allí no le gustó nada. Ese mismo año, en 1960, la urbe diseñada por Lúcio Costa y Oscar Niemeyer fue proclamada oficialmente la capital del país. "Pero a él le espantó cómo habían ganado el terreno a la selva y sus aires Bauhaus". En el fondo, se puede decir que lo que empujó a Bioy fue algo muy similar al instinto periodístico.