Image: Ignacio Sotelo: Berlín, todo Berlín, pertenece hoy a la Alemania Oriental

Image: Ignacio Sotelo: "Berlín, todo Berlín, pertenece hoy a la Alemania Oriental"

Letras

Ignacio Sotelo: "Berlín, todo Berlín, pertenece hoy a la Alemania Oriental"

El Cultural habla con un testigo de excepción de la construcción del Muro y su demolición

6 noviembre, 2009 01:00

Ignacio Sotelo. Foto: Daniel Blasco

La noche del 9 de noviembre de 1989 el Muro de Berlín cayó sin violencia, asediado por una multitud emocionada y festiva de alemanes del Este y el Oeste. Concluía así uno de los mayores sueños (y pesadillas) del siglo XX, el del comunismo. El Cultural conversa hoy con Ignacio Sotelo, testigo de excepción de la construcción del Muro y de su demolición. También revisamos los principales libros publicados sobre este símbolo; ofrecemos una crónica de Michael Meyer de los instantes que precedieron a su destrucción; revisamos la actual escena berlinesa; recordamos las mejores películas que han reflejado la tragedia del Muro, y nos sumamos, con Daniel Barenboim, a la Fiesta de la Libertad que el mismo 9 de noviembre festejará esas horas que cambiaron el mundo.

Ignacio Sotelo lleva cuarenta años viviendo en Berlín. Ha sido, durante más de treinta, profesor de Ciencia política de la Universidad Libre de la ciudad y ha dejado escrita una docena de libros y centenares de artículos sobre ciencia social y, naturalmente, sobre la Alemania y la Europa de los últimos años. La construcción y la caída del Muro es pues para él experiencia vital e intelectual a partes iguales. Están en su retina, en su pensamiento elaborado y en su palabra caudalosa y sabia. A los 73 años, Sotelo tiene una memoria enérgica, libre, milimetrada: "Estaba en un congreso de estudiantes en Colonia y ese 13 de agosto de 1961 fui invitado por el gobierno alemán a visitar Berlín para ver lo que estaba pasando... Tengo en la retina, sí, los tanques soviéticos a cinco metros de los tanques americanos. Los soldados se tiraban caramelos unos a otros, pero la población estaba asustadísima".

- El Muro se construyó en una noche, pero la Guerra Fría ya helaba Europa desde hacía 15 años ¿Qué provocó su apresurada construcción?
- Después de haber negado por activa y por pasiva que se tuviera la intención de cerrar la única frontera, la de Berlín, que permanecía abierta, debido a la ocupación cuatripartita de la ciudad, de repente y por sorpresa, en una noche, con los tanques soviéticos en la calle, se levantaron las alambradas. El Muro tardó semanas en construirse. Una verdadera hazaña que llevó a cabo Eric Honecker, que luego sustituiría a Walter Ulbricht, como secretario general del partido y presidente del Gobierno. De haberlo sospechado la población, y no digo de haber sido advertidos, miles de ciudadanos se hubieran precipitado a abandonar la RDA. Justo esto hizo ineludible la construcción del Muro. Mientras los jóvenes mejor preparados, al terminar los estudios, escapasen a la República Federal, era imposible salir del estancamiento, lo que explica que también la Unión Soviética amparase una medida que desprestigiaba a todo el bloque comunista.

-¿En qué afectó sustancialmente el Muro a las dos Alemanias?
-Para la RDA cerrar herméticamente la frontera, por mucho descrédito que comportase, parecía la única solución para avanzar en la construcción del socialismo. Se daba por descontado que una medida tan impopular desaparecería tan pronto como se hiciera patente la superioridad del socialismo, y entonces el movimiento migratorio iría en sentido contrario, el proletariado explotado acudiría en masa al paraíso comunista. La propaganda del Este presentaba el Muro como una medida provisional de autoprotección, imprescindible sólo mientras fuese manifiesta la inferioridad del bloque socialista, en parte debida, se decía, a los ataques del exterior, pero según pasaban los años y el nivel de vida occidental subía y el del Este permanecía estancado, crecía en la población la disposición a escapar, y el Muro, cuánto más necesario, menos defendible parecía.
"En cambio, para la Alemania federal, y en general para el mundo occidental, el Muro significó la confirmación en cemento del fracaso del comunismo. Al hundirse la esperanza en un nuevo orden más justo, y tener que reconocer que hay lo que hay, pero con un crecimiento continuo de los salarios y un Estado social en expansión, tampoco había de qué quejarse. Cambiaron las tornas, la expectativa de un mundo mejor se trasladó a Occidente. Alemania occidental ganó la batalla ideológica, pero al altísimo coste de perder el aporte masivo de mano de obra altamente cualificada que hablaba la misma lengua y tenía la misma cultura.

La inmigración turca
Ignacio Sotelo tiene claro que el llamado milagro alemán no se entiende "sin los refugiados alemanes de los países del Este y sin los compatriotas huídos de la Alemania oriental", y que la consecuencia más grave de la construcción del Muro para la Alemania Federal fue el verse obligada a importar mano de obra extranjera: "El que en una buena medida proviniera de Turquía por presión directa de Estados Unidos, que con ello quería ayudar a su principal aliado en la frontera con la Unión Soviética, es tal vez la secuela de mayor alcance que supuso el Muro.

Para Sotelo ése sigue siendo hoy el problema: los cuatro millones de turcos sin integrar. "Es el problema número uno de la Alemania actual. Pocos se integran, los matrimonios entre alemanes y turcos no llegan al 4%, mientras que el 40% está en el paro y vive de la ayuda social. Es un problema del que se habla poco por lo difícil que es hacerlo sin caer en los prejuicios dominantes".

-También en una sola noche, la del 9 al 10 de noviembre de 1989, 28 años después, el Muro cayó y se llevó por delante el comunismo. ¿De verdad que nadie imaginaba unos meses antes lo que iba a suceder?
- Le puedo contar una anécdota que lo confirma. La Embajada de España en Berlín fue bombardeada poco después de inaugurarse en 1943 y, excepto la parte reconstruida para consulado general, permaneció decenios abandonada. En 1988 se empezó a negociar con la Fundación Konrad Adenauer la reconstrucción del edificio y, según me contó Bernard Vogel, entonces presidente de la Fundación, al comenzar el año de 1989 se estaba a punto de llegar a un acuerdo por el que la Fundación reconstruiría el edificio y lo ocuparía durante 99 años, dejando espacio para el consulado y un instituto de cultura español. Ante la pregunta de qué pasaría si se reunificasen los dos Estados alemanes y la capitalidad volviese a Berlín, la parte alemana manifestó que no habría inconveniente para devolver el edificio reconstruido para que sirviera de Embajada de España. No se firmó el acuerdo, las cosas de palacio van despacio, y a partir de la primavera de 1989 fueron los alemanes los que no quisieron firmarlo.

Por qué ha durado 70 años
- Ante la caída del comunismo, la pregunta debería ser tal vez ¿cómo pudo durar tanto?
-Desde la revolución de octubre no han faltado los que estaban convencidos de que un colectivismo estatalista planificado no podría durar mucho. Para los muchos que pensaron, y siguen pensando, que no existe alternativa viable al capitalismo, no necesitan explicación alguna, el desplome de este modelo cae por su propio peso. De lo único que, en todo caso, habría que dar cuenta es de que el experimento haya durado 70 años. Para los que creemos que al capitalismo también le llegará su fin, ahora sabemos que nuestra civilización, como todas las que la precedieron, es mortal, como diría Valéry, echamos de menos en la izquierda un análisis satisfactorio de lo ocurrido. Mientras no lo tengamos no basta con el deseo de que habría que volver a intentarlo sin cometer los errores, y espero, que sin los crímenes, de la anterior experiencia.

- Usted conoce bien Latino- américa, sobre la que ha escrito tres libros. La actual efervescencia que vive, ¿presume un regreso del comunismo o no es más que un populismo con sobrecargado disfraz ideológico?
- Pese a que Latinoamérica en los últimos 20 años ha conseguido un crecimiento económico considerable y que los Gobiernos provienen de elecciones libres, permanecen los males endémicos de la región: enorme desigualdad social, fragilidad del Estado, corrupción generalizada. En estas circunstancias, la implantación de la democracia en paises con una alta población indígena, Bolivia o Ecuador, ha llevado al poder a los discriminados de siempre por su cultura y posición social, desplazando a la minoría blanca que lo había disfrutado desde la colonia, o promocionando un populismo revolucionario, como en Venezuela, que se apoya en las clases más bajas que la democracia venezolana había mantenido al margen. Nada se entiende de lo que está ocurriendo sin tomar en cuenta que la democratización en Latinoamérica origina conmociones sociales que rompen el marco de las democracias de países socialmente mucho más homogéneos.

Cuarenta años en Berlín
Sotelo vive en Berlín desde hace más de 40 años. Berlín es hoy la ciudad más atractiva de Europa para los jóvenes. Una ciudad llena de artistas, de funcionarios y profesores bien pagados. Una ciudad subvencionada. ¿Cómo se ha transformado la ciudad en estos últimos 20 años? ¿Hacia dónde va Berlín?
- Comprenderá que no pueda en unas pocas palabras resumir experiencia tan larga y compleja. únicamente ratificar el truismo de que nada se entiende de estos últimos 20 años sin los 20 años anteriores. Se enfrentaban dos Berlines, con un desarrollo social, económico y político divergente, pero que no dejaban de tener algunos rasgos comunes, como el que por servir de escaparate del régimen respectivo ambos estuvieran fuertemente subvencionados.

Al quedar aislado en una isla insegura, dice Sotelo, Berlín occidental había contemplado impotente como las grandes empresas se trasladaban a Alemania occidental. Pero también en Berlín oriental la política de unificación que se llevó a cabo destruyó de un plumazo toda su economía productiva. Berlín ha recuperado la capitalidad, Gobierno, Parlamento, la mayor parte de los Ministerios, una fuente importante de ingresos, pero Alemania es un Estado Federal y tiene la ventaja, fuertemente arraigada en su historia, de no concentrar todo en la capital, como París o Londres. El poder bancario está en Francfort, el sindical en Dösseldorf, el comercial en Hamburgo, el industrial en Baviera o Renania-Westfalia. En el Berlín de hoy se concentra la investigación científica y la enseñanza superior, y se está consolidando como uno de los grandes centros culturales de Europa, abierto como Viena, a la del este. Desde la perspectiva de la sociedad del conocimiento, Berlín sigue buscando su perfil económico sin que hasta hora haya logrado disminuir el paro o igualar el nivel medio de vida de la población de la Alemania occidental. Berlín, todo Berlín, pertenece a la Alemania oriental con los problemas que la caracteriza.

- ¿Están ligados de alguna forma el declive de la socialdemocracia y el final del comunismo?
- En modo alguno. La crisis del comunismo, en todo caso, tendría más que ver con la construcción del Muro que con su derrumbe. El comunismo soviético se desmorona, justo cuando para remozarse trata de desprenderse de los países del este a los que explota y, sin embargo, los vive como una carga. La caída del Muro de Berlín no arrastra consigo al comunismo, sino que es el intento de reformarlo, lo que lo lleva desmoronarse. El régimen se hallaba en las últimas, aunque pocos dentro y fuera de la Unión Soviética lo supieran. El rearme acelerado al que la obligó Reagan a la Unión Soviética no supuso más que la puntilla a un toro ya casi muerto.
"Me pregunta si el declive de la socialdemocracia y el final del comunismo, están de alguna forma ligados. Al contrario, la socialdemocracia se congratuló de la caída del que había sido su principal adversario. La historia le daba la razón, a la vez que sacaba del escenario al principal contrincante. El declive de la socialdemocracia ya había empezado 10 años antes de la caída del Muro con la irrupción del liberalismo radical de Reagan y Thatcher, que pusieron en cuestión su mayor logro, el Estado de bienestar. El deterioro del movimiento obrero, la sinergia de sindicatos y partido socialdemócrata, ya había empezado en los 80. Tiene diversas causas, pero la principal es que en los últimos 20 años ha ido periclitando la base social de la socialdemocracia: el trabajador con un puesto seguro y salario en ascenso es cada vez más una rara avis.

Empieza la historia universal
- ¿Cree usted que se cierra en Alemania un ciclo histórico para la izquierda, durante tiempo organizada en función de estos dos grandes modelos nacidos de las mismas esperanzas y los mismos combates?
- En efecto, 1989/1990 cierra una época, no sólo en Alemania, en todo un mundo globalizado, en el que la historia empieza a ser de verdad universal. Se acaba la época de la "guerra fría", con la confrontación de dos grandes superpotencias; la del Estado de bienestar que, alcanzado el pleno empleo -es su carácter definitorio- amplía constantemente los derechos sociales de trabajadores.

Hace tres años, Ignacio Sotelo publicó A vueltas con España, un ensayo centrado en los problemas culturales y educativos que arrastra nuestro país desde varios siglos atrás y que nos han tenido alejados de Europa. El panorama no parece haber mejorado. ¿Cómo lo divisa desde su casa berlinesa?
- Muy mal. Pese al estado calamitoso de la economía, lo más grave, a mi juicio, es el bajísimo nivel cultural y la falta de valores en la juventud. Esos valores de esfuerzo, dignidad, trabajo bien hecho...