Image: Cristina Morató: Marga D' Andurain es como un personaje a caballo entre John Le Carre y Agatha Christie

Image: Cristina Morató: "Marga D' Andurain es como un personaje a caballo entre John Le Carre y Agatha Christie"

Letras

Cristina Morató: "Marga D' Andurain es como un personaje a caballo entre John Le Carre y Agatha Christie"

La escritora y periodista barcelonesa publica la biografía la aventurera vascofrancesa que trabajó para el servicio secreto británico en tiempos de Lawrence de Arabia

6 mayo, 2009 02:00

Cristina Morató

ALBERTO OJEDA
Cristina Morató creía tener cerrada la nómina de las principales damas de Oriente. Mujeres exploradoras de espíritu intrépido que recorrieron los confines de Asia para aprehender sus múltiples arcanos. La periodista y escritora barcelonesa glosó sus logros en un libro publicado en 2005. Pero una visita a las ruinas de Palmira, en Siria, le puso sobre la pista de Marga d'Andurain, burguesa en el seno de una familia pudiente de Bayona, que dejó a su paso por los países árabes una biografía copiosa en escándalos y capítulos misteriosos, entre los que sobresale su presunta relación con Lawrence de Arabia y el servicio secreto británico, su intento de ser la primera mujer occidental en entrar en La Meca, las muertes en oscuras circunstancias de sus maridos... Todo este cúmulo de anécdotas y vivencias las ha incluido en su biografía ("no definitiva") Cautiva en Oriente.

PREGUNTA.-¿Cuál es la primera noticia que tiene de la apasionante vida de Marga d'Andurain?
RESPUESTA.- Aunque yo ya había escrito de aventureras y exploradoras relevantes en Oriente, no conocía su historia. Ocurrió hace cuatro años, en un viaje a Siria. Llegué al Hotel Zenobia, a los pies de las ruinas de Palmira. Quería ver la habitación donde se alojó Agatha Christie. El hotel tenía un aspecto decadente, polvoriento, un poco abandonado. Fue allí donde me dieron una especie de nota en la que se hablaba de su antigua propietaria, una tal condesa Margot. Ahí se contaba, entre otras cosas, que había colaborado con Lawrence de Arabia en el servicio secreto británico. La verdad es que el relato no me cuadraba, ni en las fechas ni en algunas circunstancias reseñadas, así que terminé por olvidarme de ella. Pensé que en realidad era un personaje inventado, de leyenda. Pero a mi regreso a Madrid, escribiendo sobre otras viajeras de los años 30, comprobé que la escritora suiza Ann Marie Schawarzenbach, fascinada por su figura, le dedica un capítulo de su obra Orient exile.

P.- A la hora de reconstruir su extraordinaria vida ha tenido la suerte de contar con el testimonio de su hijo y con documentos especialmente valiosos...
R.- Sí, al descubrir ya su verdadero nombre me entero que tuvo dos hijos, uno que murió en el frente de Alsacia y otro que participó en la resistencia francesa. Pude localizarle en una residencia de las afueras de París. Cuando fui a verle me llevé la grata sorpresa de que era un hombre de 92 años con una memoria privilegiada y con unos diarios suyos en los que se describían con detalle encuentros y diálogos con su madre. él, de hecho, pretendía utilizarlos para escribir un libro sobre ella. Por eso digo que Cautiva en Arabia es una biografía, no una biografía novelada, porque transcribo documentos auténticos. Una biografía no definitiva, claro. También tuve acceso a las memorias que escribió por partes en El Correo de Bayona y su obra Le mari passport, donde cuenta su matrimonio de conveniencia con un beduino para poder entrar en la Meca.

P.- Pero no lo consiguió. ¿Cuál fue el problema?
R.- Nada más llegar a Yida es detenida por las autoridades saudíes. Cabe pensar que estaban ya alertadas por sus enlaces en Siria. Es probable que les advirtieran de su pertenencia a los servicios de inteligencia británica, aunque a ella le dicen que no puede continuar la peregrinación porque su conversión al Islam era demasiado reciente.

P.- ¿Es entonces cuando la encierran en un harén?
R.- Sí, en el del vicegobernador de Yida. Allí vive como en un hotel, siendo absolutamente respetada. Lo duro para ella vino después, a la vuelta de su marido, que había continuado viaje tras la detención de Marga. él muere en extrañas circunstancia y, ya moribundo, acusa a ella de haberle envenenado. Entonces la encierran y la condenan a la lapidación, de la que se salva gracias a la intervención del cónsul francés.

P.- Es alguien que no deja indiferente, o se la odia o se la admira...
R.- Es que es como un personaje a caballo entre John Le Carre y Agatha Christie, muy misteriosa y que siempre despertaba sospechas y escándalos. En su entorno ocurrían muertes extrañas (su primer marido también murió apuñalado) que muchos le imputaban. La prensa sensacionalista, además, dijo barbaridades de ella. La llamaban Mata-Hari del desierto, la condesa de los 20 crimenes... Aunque no cabe duda que fue una mujer valiente, que tuvo que llevar el dinero a casa, dado que su marido, anclado en viejos valores nobiliarios, creía que lo de trabajar era indigno de su linaje. Ella no era una aventurera o una exploradora al uso, sino una mujer obligada a buscarse la vida.

P.- ¿Ese afán de escribir por este tipo de mujeres no encubre el anhelo de haber sido como una de ellas?
R.- Yo me considero viajera y escribir sobre ellas es como homenajear a mis antepasados. Llevo ocho años rescatando a estas mujeres del injusto olvido al que han sido relegadas. Exploradores emblemáticos del siglo XIX como Burton y Livingstone viajaban con sus esposas, que no sólo les acompañaban sino que también les defendían y, en ocasiones, lideraban las expediciones.