Image: Exploradores del abismo

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Letras

Exploradores del abismo

Enrique Vila-Matas

6 septiembre, 2007 02:00

Enrique Vila-Matas. Foto: Antonio Moreno

Anagrama. Barcelona, 2007. 287 páginas, 17’10 euros

Quien se acerque a esta nueva obra de Enrique Vila-Matas tras haber advertido que la nota de contracubierta la califica de "serie de relatos", deberá reconsiderar con cautela esta clasificación, o bien entender el vocablo 'relato' con el significado más lato posible, porque no es algo equiparable a una colección de cuentos habitual. Así, el relato inicial -sin duda un texto narrativo en sentido estricto- es, en realidad, un prólogo cuyo narrador -que se refiere al volumen como "libro de cuentos"- es fácilmente identificable con el autor; el segundo, titulado "Otro cuento jasídico", es un fragmento de Kafka con una levísima modificación; "Vacío de poder" narra esquemáticamente la historia contenida en un conocido cuento de Francisco Ayala; "Exterior de luz" está constituido en buena parte por una serie de glosas en torno a las Prosas apátridas del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro (nombrado erróneamente como "Juan Ramón"); "La gloria solitaria" comenta aspectos de una obra de Don DeLillo dedicada a la soledad de los artistas. Incluso el epílogo consiste en tres líneas tomadas de un texto de Peter Handke. Como no podía ser de otro modo en el caso de Vila-Matas, y por mucho que el autor insista en haber procurado dar un giro radical a su obra con estos escritos, cada página está impregnada de literatura, y las vidas que en ella se muestran pertenecen sólo en parte al mundo de la ficción: el autor que confiesa haber sufrido un "colapso físico" (pág. 13) del que surge esta vuelta al relato breve, coincide con el narrador de "Iluminado", que asegura haber pasado por la experiencia de una intervención quirúrgica "después de sufrir un importante colapso físico" (pág. 202), con el Andréi Petróvich Petrescov de "Fuera de aquí", que ha sufrido "una importante operación hace seis meses" (pág. 123), o con el personaje que cuenta la historia de "Porque ella no lo pidió" y que también evoca su "colapso físico" (pag. 257) a la vez que urde una crónica -que luego resulta ser inventada- acerca de un proyecto en común con la artista Sophie Calle, ser real convertido en ente de ficción, proyecto que consiste precisamente en que el escritor compone una historia con un personaje real que tratará luego de vivirla, con lo que la literatura determina y gobierna las acciones del sujeto, cuya obligación es cumplir escrupulosamente lo que el escritor le ha inventado. Es sin duda Vila-Matas el que confiesa en su conversación con Sophie haber sufrido la tentación de ir hacia el "más allá de la literatura"; en definitiva, de "trasladarme de la literatura a la vida" (pág. 275), para concluir finalmente que "para mí la literatura siempre sería más interesante que la famosa vida. Primero porque era una actividad mucho más elegante, y segundo porque me había parecido siempre una experiencia más intensa" (pág. 275). Aquí se encuentra el núcleo, el meollo explícito de la creación literaria de Vila-Matas, que sus lectores y "letraheridos" reconocerán sin vacilación.

El autor entra y sale de los relatos, oscila entre los datos de la crónica y las acciones imaginadas, borrando así constantemente -o dejándolas brumosas e imprecisas- las fronteras convencionales entre realidad y ficción, entre vida y literatura. Si, por ejemplo, las entrevistas con Sophie Calle son inventadas, ¿lo serán también las conversaciones con el escritor Ray Loriga? ¿Qué hay de real y qué de inventado -es decir, cuánto existe de vida y cuánto de literatura- en el personaje que se asoma a la vida anotando en el tranvía frases ajenas hasta que deja de hacerlo en "La modestia"? ¿Cuánto en las relaciones con el hijo de "Niño" o en el personaje ensimismado de "Así son los autistas"? Dos relatos siguen, además, deliberadamente módulos literarios conocidos: "Fuera de aquí" está concebida como una "falsa novela rusa" al estilo de Gogol o Chéjov, mientras que "Amé a Bo" responde al esquema de las novelas de naves espaciales y mundos remotos.

Interesante, como era de esperar, Exploradores del abismo hubiera necesitado algún repaso para pulir usos poco recomendables: "apercibirse" por ‘percatarse’ (p. 41), "en una semana" por ‘dentro de una semana’ (p.117), "posicionarse" (p. 194), "enfrentar" por ‘afrontar’ (p. 211); o fórmulas inanes: "supervivencia pura y dura" (p. 205), "núcleo puro y duro" (p. 207), "no me veía para nada haciéndolo" (p. 24).

Tres Cuestiones para Vila-Matas

-¿Desde cuándo es Enrique Vila-Matas un explorador de abismos?

-Se anunciaba ya en unas líneas de Doctor Pasavento: "Tengo algo de equilibrista que, en una alameda del fin del mundo, está paseando por la línea del abismo. Y creo que me muevo como un explorador que avanza en el vacío".

- En uno de los relatos del libro, el narrador asegura que sus "reprochadores" le exigen contar historias de la vida cotidiana "con sangre e hígado"... ¿Lo ha conseguido con este libro?

-¿Cómo voy a cometer el error de seguir el dictado sangriento de mis reprochadores? Aunque sangre no falta en el libro. En el último cuento, por ejemplo, no se sabe si Sophie Calle me ha vampirizado o soy yo el que la ha vampirizado a ella.

-¿Por qué se disfraza tras Kafka y Borges?

-Todos mis personajes se preguntan si dar un paso más allá y, en el caso de darlo, cómo hacerlo. Pero para esas dos preguntas mis personajes no necesitan disfrazarse de nada. Es mi libro menos contaminado por otros autores. Nunca estuve tan solo ante el peligro.