Diez años antes de que fuera nombrado canciller de Alemania, Adolf Hitler ya había intentado llegar al poder por la fuerza. Émulo de Benito Mussolini, que en 1922 había protagonizado su exitosa Marcha sobre Roma, el austríaco encabezó el Putsch de Múnich, con el que pretendía tomar las riendas del Gobierno alemán a partir de un golpe de Estado en la abarrotada (unas 3.000 personas confluyeron en el local ese día) y célebre cervecería Bürgerbräukeller. No tendría tanta suerte. La intentona falló y el líder del partido nacionalsocialista daría con sus huesos en la cárcel tras ser juzgado en 1924.
Muchos reos utilizan la literatura como método para consumir las incontables horas hasta el día de su liberación. Algunos gustan de leer todo libro que caiga en sus manos. Otros, los más imaginativos, se dan a la escritura. Adolf Hitler fue del segundo grupo. Durante los nueve meses que estuvo preso en la fortaleza de Landsberg se dedicó a escribir Mein Kampf (Mi lucha, en español), un híbrido entre biografía y manifiesto en el que relataba su recorrido vital y cómo este le había llevado al ideario que ahora esgrimía.
Este 18 de julio se cumplen 100 años desde la publicación del primer volumen del Mein Kampf (el segundo tomo saldría a la luz en 1926). En Mi lucha, Hitler sentó las bases del pensamiento que poco a poco iría envenenando las mentes del pueblo alemán. Desarrolló la tesis principal del, así llamado, "peligro judío". Advertía de una conspiración hebrea para ganar el liderazgo mundial, y mostraba su repulsa a lo que él insistía que eran los dos males del mundo: el comunismo y el judaísmo.
En sus páginas articuló también dos ideas nacionalistas alemanas frecuentemente confundidas : el Drang nach Osten (empuje hacia el este) y el Lebensraum (espacio vital).
El origen del primer término se remonta a la Edad Media, en la época de la expansión de los caballeros teutónicos hacia los territorios eslavos (Polonia, estados bálticos y el extremo occidental de Rusia) bajo un pretexto civilizador. A finales del siglo XVIII y el XIX, con el florecimiento del Romanticismo y el auge de los nacionalismos, el concepto se recuperó con el fin de, por un lado, justificar un supuesto impulso natural del pueblo alemán por expandirse hacia el este y, por otro, defender el papel histórico alemán en el desarrollo de estas regiones.
El caso del Lebensraum es mucho más reciente. El zoólogo y geógrafo alemán Friedrich Ratzel fue el primero en popularizar el término en sus obras Geografía política (1897) y Espacio vital (1901). Partiendo de una premisa darwinista, defendía que los pueblos se encuentran en lucha permanente por un espacio suficiente para desarrollarse.
En base a estas dos ideas, en el primer tomo del Mein Kampf Hitler compartía sus planes de anexionarse Austria y conquistar "espacio vital" para Alemania en el este de Europa. Además, incluía una combinación de anécdotas autobiográficas y reflexiones sobre las condiciones deplorables en Alemania y el establecimiento del Partido Nazi. La segunda parte profundiza aún más en los detalles sobre la ideología del partido y la agenda doméstica.
Pese a que el futuro Führer no escondía sus intenciones, el libro, que fue editado primero por Emil Maurice y más tarde por Rudolf Hess, no fue tomado en serio. No se calibró la amenaza que significaba el ascenso de un personaje como Hitler, pese a que en el texto encontramos pasajes de lo que se ha denominado "antisemitismo eliminatorio" y es considerado un anticipo del Holocausto. El motivo: según la politóloga Barbara Zehnpfennig, se consideraba que en muchas ocasiones a las palabras contundentes no les solían acompañar hechos del mismo peso. Una explicación escalofriante, si tenemos en cuenta los paralelismos con el presente.
Durante mucho tiempo se dijo que Hitler había dictado el libro a Hess, pero las investigaciones más recientes apuntan a que lo escribió por sí solo. Utilizó para ello una máquina de escribir portátil que le había regalado una admiradora y resmas de papel que le hacía llegar a la cárcel Winifred Wagner, la nuera del compositor Richard Wagner.
De bestseller a libro prohibido
Hasta 1928, tan solo se habían vendido 23.000 ejemplares del primer volumen. El éxito había sido tan escaso, que, por consejo del editor, se postergó la publicación del llamado Segundo libro de Hitler, una secuela del Mein Kampf que se mantendría inédito durante la vida del dictador. El libro no tuvo buena recepción ni entre los medios ni entre los ideólogos, ni siquiera los de pensamiento más afín al austríaco.
Todo cambió, sin embargo, cuando el NSDAP (Partido Nacionalsocialista Alemán) empezó a ganar relevancia mediática y los dos tomos fueron republicados en un solo volumen más accesible. En 1933, justo antes del nombramiento como canciller de Hitler, las cifras de ventas ascendían a 230.000. A partir de la llegada al poder de los nazis, las ventas se dispararon. Al término de la Segunda Guerra Mundial ya había más de 12 millones de ejemplares circulando por todo el mundo.
A partir de 1933 el libro se diseminó en múltiples traducciones por todo el globo. En la etapa que abarca desde ese año a la caída del régimen nazi en 1945, el Mein Kampf se pudo leer en árabe, italiano, danés, sueco, portugués, búlgaro, húngaro, chino, checo, japonés, persa, francés, noruego, finlandés, neerlandés y tamil. También en español: sendas ediciones rudimentarias en Barcelona en 1935 y en Ávila en 1937, y otra, más completa, en México en 1941.
Tras la muerte de Hitler en 1945 y el fin de la guerra, el estado de Baviera —propietario legal de los derechos de impresión por ser la región donde residía el dictador— lo prohibió. Durante esos primeros años posteriores a la contienda, una cantidad indefinida del Mein Kampf fue destruida por el ejército aliado y ciudadanos alemanes que querían "expiar" el pecado colectivo.
El libro se volvió a publicar en Alemania legalmente en 2016, momento en el que el texto quedó libre de copyright tras haber pasado 70 años de su publicación original. En España actualmente encontramos en el mercado una edición de la editorial Verbum.
No obstante, aún hoy existe un rechazo social a la publicación de este texto sin el acompañamiento de un aparato de notas apropiado que ayude a contextualizar y tenga un fin didáctico. El más relevante en este sentido es el que salió a la luz en 2016 bajo el sello del Instituto de Historia Contemporánea de Múnich (IfZ). Con cinco kilogramos de peso y en torno a 3.500 anotaciones, se vendieron 85.000 ejemplares en Alemania, y permaneció durante 14 semanas en la lista de los libros de no ficción más leídos en Der Spiegel.
