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Como quien vuelve a su tierra natal, movido más por necesidad que por nostalgia, cada cierto tiempo Calixto Bieito (Miranda de Ebro, 1963) regresa también a ShakespeareSi bajo su batuta tomaron forma El rey Lear, Hamlet o Macbeth, todas impregnadas de su sello personal, no es la primera vez tampoco que evoca a uno de los personajes históricos del Bardo de Avon. Ya en Erresuma/ Kingdom / Reino el actual director del Teatro Arriaga recorría la historia de Inglaterra a partir de sus principales reyes.

Ricardo III, a quien vuelve ahora en La verdadera historia de Ricardo III, puede parecerlo, pero no era una cuenta pendiente. “Adoro a Shakespeare y he puesto en escena muchas de sus obras en diferentes lenguas, entre ellas afortunadamente en inglés”, comenta a El Cultural.

“Pero fue Joaquín Furriel –con quien ya había trabajado anteriormente en La vida es sueño en el Teatro San Martín de Buenos Aires– quien hace tres años me propuso realizar este montaje. Él es un extraordinario actor, un artista excepcional, así que la decisión fue fácil”.

Escrita a finales del siglo XVI, en esta obra Shakespeare narraba el ascenso al trono y el breve reinado, entre 1483 y 1485, de Ricardo III, un hombre “deforme e incompleto”, ambicioso y maquiavélico, que gobernó sin escrúpulos, capaz de asesinar a cualquiera que se interpusiera entre él y el trono. Derrotado en Leicester por Enrique Tudor durante la batalla de Bosworth de 1485, su muerte supuso el final del reinado de la casa de York.

Enterrado sin honor y ceremonias en un monasterio franciscano de la época, derruido con el paso del tiempo, durante 500 años se especuló sobre el paradero de sus huesos hasta que, en agosto de 2012, en un giro poético del destino, sus restos fueron hallados en un aparcamiento municipal de la ciudad inglesa.

Un momento de 'La verdadera historia de Ricardo III'. Foto: Carlos Furman

Este es el punto de partida de La verdadera historia de Ricardo IIIProducida por el Teatro San Martín-Complejo Teatral de Buenos Aires, con texto de Adrià Reixach y dirigida por Bieito, la obra cruza estas dos historias –la más actual con el relato de Shakespeare– en dos tiempos distintos.

“Es interesante ver cómo las historias se manipulan y cambian con el paso del tiempo. El descubrimiento de la osamenta de Ricardo III y las investigaciones de algunos historiadores anteriores habían puesto el foco en cómo Shakespeare crea una narrativa para satisfacer y legitimar la versión histórica de los Tudor", dice su director.

"Vemos cómo la Historia ha sido manipulada muchísimas veces por los vencedores, y cómo hemos sido engañados dando por supuesto cosas que nunca han sucedido. Pero Shakespeare crea un personaje tan complejo que termina trascendiendo la propaganda. El Ricardo de Shakespeare es más un profundo estudio psicológico de la maldad y la ambición que un simple panfleto dinástico”.

La obra, que se presenta en España en Teatros del Canal del 30 de septiembre al 9 de octubre, y que viajará al Teatro Arriaga de Bilbao del 16 al 19 de ese mes, fue estrenada con éxito el pasado junio en Buenos Aires.

"Shakespeare convierte el pasado en un laboratorio de ideas sobre el poder y la moral". Calixto Bieito

Con un reparto liderado por Joaquín Furriel, el regista celebra que en su puesta en escena “los actores se relacionen con el público, como en el tiempo de Shakespeare... Me gusta dejarme sorprender por los sueños y los cuerpos”, comenta sobre la relación de los intérpretes con el espacio que ha diseñado Barbora Horacova Joly, una escenografía “simbólica, fragmentada, collage temporal y de estilos”, que a partir de una estructura moderna y minimalista, y un coche en las alturas presidiendo la escena, da paso a los diversos escenarios.

Por su parte, el Ricardo III que encarna Furriel aquí presenta múltiples caras, colores y matices. “Ni Joaquín ni yo nos hemos inspirado en ningún personaje de hoy. Furriel realiza una verdadera creación partiendo de sí mismo: de su voz, de su cuerpo, de su imaginación... De sus fantasmas y de sus miedos...”.

“Desde una profundidad psicótica y violenta, a una persona atractiva. A veces un niño perdido, a veces un animal enjaulado...”, abunda Bieito. “Siento una profunda admiración por su trabajo: lleno de detalle, de cambios bruscos... una verdadera creación”.

De fondo, subyace la advertencia sobre los peligros del poder y la ambición, una historia trágica que 500 años después sigue resonando sobre nuestro más inmediato presente. “El siglo XX ha sido extremadamente cruel y despiadado, así que no sé si hemos aprendido algo. Algunas mañanas prefiero pensar que sí”, comenta Bieito, que actualmente se encuentra dirigiendo en Praga la ópera Idomeneo de Mozart.

Una escena de la obra que dirige Calixto Bieito. Foto: Carlos Furman

En Shakespeare, como en Cervantes o Mozart, o Montaigne o Lucrecio... está todo –continúa-. Shakespeare convierte el pasado en un laboratorio de ideas sobre el poder, la moral, la fragilidad de las instituciones... Eso hace que Ricardo III sea actual en 1593, en 1933 y en 2025”.

“El invierno de nuestro descontento se vuelve verano con este sol de York...”, invocaba el rey de Inglaterra en alusión a sí mismo en las primeras líneas de la obra del Bardo en uno de sus más hermosos arranques.

De aquel invierno al agosto de 2012 que plantea Bieito hay un suspiro. Como ya comentó el director, que también estrenará en noviembre La valquiria de Wagner en París (con Pablo Heras-Casado) y la adaptaciónde la novela MANIAC de Benjamín Labatut para el Schauspielhaus Zürich, en las historias de los reyes de Shakespeare aparece la violencia, el odio, la corrupción, el desasosiego, la piedad...

“Me resulta muy difícil, pero intento comprender un mundo donde las personas, la política, la cultura y la tecnología están plenamente entrelazadas. Shakespeare lo entendió muy bien. Mientras tanto, los círculos de la historia giran y giran. La brutalidad y la angustia acompañan a la humanidad desde los inicios”.