Es posible que, como canta Tulsa en una de sus canciones, hoy Penélope ya no esperaría a Ulises. Sin embargo, la espera, y no el viaje, es la premisa del coreógrafo y director italiano Moreno Bernardi en su última propuesta escénica. Una nueva adaptación de la Odisea de Alberto Conejero hecha ex profeso para el festival Grec, que podrá verse desde hoy hasta el 31 de julio en Sala Atrium de Barcelona.
Parecía orgánico, casi natural que, tras la representación de Paradise de Kae Tempest, donde la compañía Lo Spazio que él mismo dirige realizaba una versión contemporánea sobre el mito de Filoctetes de Sófocles, continuara con esta obra con la que el regista celebra además los diez años del Moreno Bernardi Atelier, un laboratorio creativo que desafía a sus artistas a construir, en muy poco tiempo, una pieza escénica.
“La Odisea nos permitía terminar el viaje sobre mitología griega y el teatro antiguo creando un puente entre las enseñanzas clásicas y las cuestiones artísticas y sociales contemporáneas. Y nos parecía bien acabar entonces con un texto que tuviera que ver con el mismo mundo pero con un argumento diferente”, cuenta Bernardi sobre la elección de este título.
Odissea | Studio 1, así la han llamado, es la primera de otras tres colaboraciones que el director realizará junto a Conejero. En este caso, explica el director, "Alberto nos ofrece una versión contemporánea, aparentemente ligera, donde crea el juego del teatro y del metateatro". Es decir, un grupo de intérpretes que cuentan lo que ocurre, a su vez, interpretan determinados momentos del viaje de Ulises. "Se trata de una reflexión no sólo sobre el artista, sino sobre los que somos como ciudadanos antes que artistas, volver a aprender a narrar historias, a seguir contándolas para que sepan en cada momento lo que ocurre".
"Ellos entran y se presentan como un grupo de intérpretes que quieren contar una historia y van
cambiando según lo que ocurre". Hay personajes muy claros como Ulises o Penélope y encuentros importantes como la maga Circe o Cassandra.
Sin embargo, la principal novedad de esta nueva propuesta es que Bernardi centra aquí la atención en la figura de Penélope. “Es un personaje que no ha sido bien tratado en la historia literaria, no quería fijarme tanto en el viaje de Ulises, sino en la espera de ella como un desafío: qué significa esperar a alguien o que ocurra algo, mantener firme los valores durante 20 años”.
A partir de ahí, la obra reflexiona, entre otras cosas, sobre cómo cambiamos de ideas dúctilmente. “No nos mantenemos firmes en nuestra historia, no la cultivamos ni la cuestionamos para poder crecer con ella. Normalmente la ponemos en duda solo y exclusivamente para querer romperla y no siempre con argumentos”.
"El contenido es el mismo, pero la nueva versión de Alberto Conejero permite una agilidad más escénica y plástica. Suena mejor", Moreno Bernardi
De fondo, el tema de Europa. “Lo abordo de una forma artística y abstracta. De una manera latente, Europa siempre está presente en mi pieza, que está construida para que toda la compañía esté prácticamente en escena y, mientras narran, ocurran los diálogos. Los que no intervienen en ellos crean un movimiento de observación, angustia o ansiedad y toman decisiones de cuándo quieren entrar o no en acción. Esto para mí tiene mucho que ver con cómo se está comportando hoy Europa que, desgraciadamente, está en un momento en que se encuentra totalmente perdida".
Estrenada hace diez años, ha sido el propio Conejero quien ha realizado cambios a su texto para esta nueva puesta en escena de su obra. “Alberto ha modificado algunas réplicas y ha tachado otras por una cuestión de ritmo. El contenido es el mismo, pero la nueva versión permite una agilidad mucho más escénica y plástica con respecto a la palabra. Suena mejor y resulta también más poética”, aclara el director.
"Con respecto al resto, me ha dado totalmente carta blanca, con lo cual, a diferencia de otras versiones, me alejo, como casi siempre es mi caso, del realismo puro y entro en el lenguaje abstracto poético del intérprete. Aquí los actores no se transforman en cerdos o se esconden con una piel de oveja como el mito pide. Ocurre, pero gracias a las voces, sonidos y plasticidad del espacio”, desarrolla.
Un espacio intervenido por el artista urbano Felipe “Pincel” Echeverria, que ha construido seis colosales piezas de madera, entre 2 metros de altura y 1,5 de ancho, pintadas por él e inspiradas en algunos de los momentos de los personajes. “Es una imagen estática alrededor de la cual se crea un movimiento continuo que ofrece al espectador la percepción de estar en algo que no puede controlar. Ese algo para mí es la tierra que gira, las aguas del mar, el cambio climático, lo que ocurre más allá de nuestro egocentrismo vital, en el sentido más filosófico del término”.
Interpretada por diez valientes que, sobre el escenario, cantan y actúan —Uri Guillem, Aina Serena, Albert Muntané, Arnau Sanromà, Guillem Valverde, Cristina Prats, Carla Moix, Moïse Taxe, Camille Rasera y Maria Estela—, el propio Bernardi vuelve a colaborar con el violinista David Flores para componer la música. "Teniendo en cuenta que la palabra 'pop' es probablemente una de las palabras que mejor me definen. En conjunto, tenemos a personas que actúan, que interpretan la narración, una pieza de arte urbano, canciones pop y un violín. Y todo eso me permite alcanzar la contemporaneidad que estoy buscando", concluye.
