Aunque hoy sea reconocida sobre todo por su entrañable papel de Valentina en la serie de televisión Cuéntame cómo pasó, hay que retrotraerse a las décadas de los cincuenta y sesenta para apreciar la verdadera talla interpretativa de Alicia Hermida. La actriz ha fallecido hoy a los 89 años en una residencia de mayores de Villanueva de la Cañada, en Madrid, donde vivía con su marido, el también actor Jaime Losada. Fue en aquellos años de su juventud cuando demostró su talento y su versatilidad para interpretar papeles dramáticos y cómicos en el teatro.

En sus comienzos trabajó en obras como Plaza de Oriente, de Joaquín Calvo Sotelo; Las flores, de los hermanos Álvarez Quintero; Medida por medida, de Shakespeare; César y Cleopatra, de George Bernard Shaw; La casamentera, de Thornton Wilder; La viuda valenciana, de Lope de Vega; El jardín de los cerezos, de Chéjov, y La casa de Bernarda Alba, de García Lorca.

En televisión tuvo también una exitosa carrera que comenzó en los sesenta a las órdenes de Jaime de Armiñán en la serie Galería de esposas, en los albores de la teleficción en TVE. También con él trabajaría en Mujeres solas, Chicas en la ciudad y Confidencias. Ambas vertientes de su carrera, la teatral y la televisiva, confluyeron en el célebre programa de teatro televisado Estudio 1, así como en Teatro de siempre y Novela. Gracias a todos estos proyectos se convirtió en un rostro muy popular, haciéndose un hueco en todos los hogares españoles en una época en la que solo había dos canales de televisión en España.

A pesar de su indiscutido talento, los cánones estéticos de la época a la hora de asignar papeles protagonistas relegaron a la actriz a papeles secundarios —como criada, tía, hermana o chica de provincias llegada a la gran ciudad…—, siempre memorables, y con ellos se ganó un lugar fijo sobre las tablas. Por el mismo motivo su carrera cinematográfica no fue igual de exitosa que la que desempeñó en teatro y televisión, aunque hay que destacar su debut en 1960 en Maribel y la extraña familia, de José María Forqué. No volvería a un plató de cine hasta los años ochenta y noventa, cuando encadenó varias películas importantes, como Gary Cooper, que estás en los cielos, de Pilar Miró, Las bicicletas son para el verano, de Jaime Chávarri, El bosque animado, de José Luis Cuerda, Malena es un nombre de tango, de Gerdardo Herrero y Carreteras secundarias, de Emilio Martínez Lázaro.

En cambio, su prolífica carrera en el teatro no se vio interrumpida, superando el medio centenar de obras. Al final de su carrera trabajó en títulos como Doña Rosita la soltera, de Lorca; Divinas palabras, de Valle-Inclán; Fedra, de Jean Racine; Maribel y la extraña familia, de Miguel Mihura, o El arte de la entrevista, de Juan Mayorga.

En televisión vivió una segunda explosión de popularidad y cariño del público gracias a su participación en la exitosa serie Cuéntame cómo pasó durante más de una década, desde 2001 hasta 2013, donde interpretó a la entrañable y cándida Valentina.

Todos sus logros fueron reconocidos también con una nutrida lista de premios y nominaciones, siempre en la categoría de mejor actriz secundaria o de reparto. Ganó tres premios de la Unión de Actores por la obra de teatro Fedra y la serie Cuéntame cómo pasó; y cuatro Premios Max por Fedra, Divinas palabras y Doña Rosita la soltera. Además, en 2013 recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes por toda su carrera.

Con semejante hoja de servicios, no es de extrañar que Hermida (apellido artístico, ya que su nombre real era Alicia Pérez Herranz) decidiera transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones de actores y actrices. Así, se convirtió en profesora de interpretación, labor que ejerció durante muchos años, lo que la convirtió en un personaje muy querido también entre sus compañeros de profesión. Casi todos los mensajes de condolencias expresados en las redes sociales inciden en esto, como el de la Unión de Actores y Actrices, el INAEM o AISGE.

Esta labor docente la llevó a cabo a partir de la década de 1980, cuando recuperó el espíritu y el nombre de La Barraca de Federico García Lorca, no solo formando a nuevos intérpretes entre los que figuran nombres como el de Aitana Sánchez-Gijón, sino acercando el teatro al pueblo de manera itinerante, dentro y fuera de España, de la misma manera en que lo hizo la compañía del poeta y dramaturgo granadino.