Un momento de 'Convertiste mi luto en danza'

Un momento de 'Convertiste mi luto en danza' Marcos Cebrián

Teatro

La Zaranda hace del luto danza

La emblemática compañía homenajea a María Pisador, poeta fallecida poco antes de cumplir 30 años, con un retrato de la vida sin esperanza pero con humor

19 enero, 2022 04:06

La poeta María Pisador murió muy poco antes de cumplir 30 años. Solo una semana antes de partir a Dios sabe dónde, quiso ir a ver La Zaranda, casi como el último deseo del condenado. Desde el hospital de Pamplona, bombonas de oxígeno mediante, se plantó en San Sebastián para asomarse a Los últimos que ríen, que era el espectáculo que tenía en cartel la emblemática compañía. Sus fundadores, Eusebio Calonge y Paco de la Zaranda, no fueron conscientes de este hecho hasta dos años después, cuando su madre les escribió para contárselo en –define Calonge– “una carta desgarradora”.
Aquello les conmocionó. Y les impulsó a corresponder. De la mejor manera que saben: haciendo una obra de teatro. De ahí nació Convertiste mi luto en danza. Este miércoles lo presentan en el Teatro Fernán Gómez en una puesta en escena firmada por Extinta Poética, alianza entre estas dos figuras históricas del teatro español con la compañía Nueve de Nueve.
“La obra se nutre del espíritu de Pisador, de la fuerza de la vida ante lo inevitable de la muerte. No se trataba de hacer ninguna reconstrucción biográfica, eso es para la narrativa, el teatro necesita del mito, y este habla de la fuerza de vivir aun sin esperanza”, explica a El Cultural Calonge, autor del texto, que se nutre en algunos pasajes de versos de la poeta. En escena comparecen tres personajes: la propia Pisador, su madre y una compañera de casa de la primera. Las encarnan las actrices Laura Gómez-Lacueva, Ingrid Magrinyà e Inma Nieto/ Celia Bermejo.
Con Convertiste mi luto en danza, el tándem zarandero evidencia de nuevo su necesidad de explorar la muerte, tema central en buena parte de su trayectoria. Así lo reflejaban, por ejemplo, montajes como El grito en el cielo, una denuncia del trato de esta sociedad a los ancianos, ‘recluidos’ en residencias en las que vegetan hasta la visita inexorable de la parca. En Futuros difuntos, la muerte se mostraba como raíz cainita de nuestra cultura. Y en Batalla de los ausentes, más reciente, “se hablaba de la de los héroes, de la épica, de valores que hacían a la sociedad establecer unas líneas de combate”, remacha Calonge.
El autor jerezano invoca a San Agustín para explicar esta querencia, que no es necesariamente tétrica y que en ocasiones abre espacio al humor. “Él decía que la muerte es el vértice donde vida y eternidad convergen. El teatro puede dejar esa pregunta abierta, palpitante, lo que ya establece una trascendencia”. Así queda en Convertiste mi luto en danza, donde no hay hospitales pero sí parques infantiles. “Para poder columpiar allí a ese niño que fuimos, y que con los versos de María vuelve”.