Son ya diez años los que lleva Lucía Miranda (Valladolid, 1982) tripulando la compañía Cross Border, pionera en España de lo que ha dado en llamar teatro comunitario y aplicado. Es decir, teatro que se sumerge en los conflictos sociales y se esfuerza por visibilizar a sus víctimas. Hace cuatro años ofreció una precisa radiografía de los institutos públicos españoles en Fiesta, fiesta, fiesta, montaje que le valió una nominación a los Max como mejor autora. A partir de entrevistas a padres, profesores y alumnos logró sintetizar las esperanzas, turbaciones y problemas típicos en estos centros educativos.

En Casa, que se estrena en el próximo miércoles en el Lliure (en febrero llegará a La Abadía y también se verá en Valladolid y en Dijon), repite los pasos de este trabajoso proceso creativo: se trata de acumular mucho material (sobre todo testimonios) y luego destilarlo. Destilarlo sin alterar su literalidad, porque Miranda, que ha contado con una beca Leonardo de la Fundación BBVA, se sujeta a las reglas del verbatim de manera radical. “Los actores reciben las grabaciones y no solo deben reproducir las palabras sino también los tonos, las respiraciones, las coletillas…”, explica a El Cultural.



En este caso, ha seleccionado cinco voces emparentadas por un mismo drama: la pérdida del hogar. La primera es la de un arquitecto que perseguía el sueño de construir una casa propia pero la crisis financiera se lo arruinó. “De aquel intento solo quedaron unos cimientos. Quería hacer algo a partir de ellos y de ahí salió esta obra”, aclara Miranda. Sobre esta base metafórica se asientan otros ejemplos igual de crudos y ‘reales’. A saber: una joven refugiada venezolana que se afinca en España, un chico dominicano que a los 18 años le ponen su maleta en la puerta del centro de menores donde residía, un enfermo del síndrome Lennox-Gastaut que deja un piso tutelado para –como el arquitecto– levantar su propia morada y, por último, una activista de la Plataforma Contra la Hipoteca que rozó el desahucio y se libró gracias a una dación en pago.



En escena, cinco actores (Pilar Bergés, Ángel Perabá, Efraín Rodríguez, César Sánchez, Macarena Sanz) interpretan a 35 personajes. “Hay un 5 % de ficción que utilizo para hacer que las vidas de los protagonistas se crucen”, apunta Miranda, que también ha introducido dos muppets, trasunto de dos empleadas de banca. Estos muñecos aparecen enmarcados en un programa de televisión y ofrecen explicaciones relativas a los intríngulis de los créditos hipotecarios. La puesta en escena, muy cinematográfica, es pura desnudez y transparencia. Los intérpretes están todo el tiempo a la vista: cuando actúan y cuando no. Y de fondo la película E.T., el marciano de Spielberg que también anhelaba recuperar su casa.

@alberojeda77