Un momento de Shake. Foto: Mario del Curto

"El lenguaje poético es el único capaz de transmitir la complejidad de Shakespeare". Estas palabras de José Luis Gómez conectan directamente con el trabajo que el director británico Dan Jemmett realiza en Shake, una inventiva, perspicaz y divertida adaptación de Noche de Reyes que quiere ser una celebración de la vida y una evocación de la inocencia de la niñez. "Hay algo muy alegre en esta obra -explica Jemmett-, un calor y una serenidad que impregnan la acción incluso en los momentos más inquietantes".



El carácter lírico de Shakespeare al que hace referencia el director de La Abadía, donde se celebrará el espectáculo del 6 al 8 de abril dentro del Festival de Otoño a Primavera, en las manos de Jemmett es algo que se manifiesta de forma intuitiva y juguetona. Por momentos se diría que melancólica: "Noche de Reyes me recuerda a mi niñez, a las vacaciones que pasaba con mi padre. Crecí en una atmósfera de teatro y entretenimiento al estilo antiguo. Illyria se convirtió, simplemente, en lo que el teatro representaba entonces para mí".



En Shake, cinco actores interpretan todos los personajes de la obra. Varias cabañas evocan una costa perdida, olvidada o imaginada y se convierten a su vez en vestuarios y cabinas de títeres donde los artistas preparan sus disfraces para la siguiente escena. Un viejo tocadiscos con música de Mozart, Bach, Lou Reed y Percy Sledge pondrá lo demás: "Fui a un mercadillo de París y compré uno con 40 vinilos al azar. Decidí que encontraríamos la música para el espectáculo en esos discos. Shake es el resultado de todo este proceso", señala Jemmett.







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