Una de las "torméntas eléctricas" de la obra

Posiblemente, una de las propuestas más sugerentes de la temporada. Presentada en la edición del Frinje de este año, Danzad malditos, de Alberto Velasco, llega el próximo 24 de noviembre a las Naves del Matadero con un montaje en el que se combina danza, teatro y competición, una insólita amalgama de géneros en la que cada representación es "un mundo nuevo". Velasco, premio Max por su interpretación en Los nadadores nocturnos de José Manuel Mora, vuelve a enfrentarse al intenso trabajo de los doce actores que se suben al escenario para construir "un homenaje a todos los que se quedan por el camino antes de conseguir sus sueños".



Con la novela ¿Acaso no matan a los caballos?, del estadounidense Horace McCoy, y con su legendaria adaptación cinematográfica por Sidney Pollack en el horizonte, el director reconoce a El Cultural tener un profundo respeto por ambas creaciones. "Nunca estuvo en nuestra mente emular la película porque es francamente insuperable. De las tramas originales conservamos la idea inicial y a partir de ahí tomamos caminos distintos. Aun así, creo que hemos sintonizado en lo más profundo". Uno de los activos de la obra es la colaboración de la compañía del Premio Nacional de Danza Chevi Muraday, en cuya sede nació Danzad malditos.



También ha sido fundamental para poner en pie este montaje la poética versión realizada por Félix Estaire quien, según Velasco, ha participado en el proceso creativo desde el principio: "Venía a los ensayos a observar, a sentir lo que se estaba haciendo, y a partir de ahí a construir los textos, modificarlos las veces que hiciese falta hasta dar en la diana. Creo que lo que ha hecho Estaire es de una carga emocional y literaria de primer nivel. Ha sido una inspiración continua". Este Danzad malditos está construido sobre una gran energía escénica y no pocas dosis de improvisación que ponen a los doce actores al filo del abismo: "Todo ello genera una especie de tormenta eléctrica que los lleva de puntillas por el filo del cuchillo. Es una energía hipnótica, una violencia pasional arrebatadora que se nos muestra como una verdad absoluta. La violencia todo lo mueve. Sin embargo, veo más violencia en la Puerta del Sol o en Piolín y Dora la Exploradora que en nuestra pieza".







De banquillos y diamantes

Pina Bausch, DV8, Ostermeier, Papaioannou o Saudek son algunos de los nombres que tanto Alberto Velasco como el escenógrafo Alessio Meloni han tomado como referencia para esta compleja propuesta. "No hay tanto de improvisación como de estado de alerta -explica el director-. Imagine que hacemos un Hamlet. Lo que nosotros ponemos en juego no cambia el rumbo de la historia. Los actores compiten por hacer las escenas. Los que ganan siguen adelante y los que pierden se quedan en el banquillo. Cada interpretación es un punto de vista... Este ‘estado de alerta' nos regala momentos de verdad absoluta, esa verdad de la que tanto hablamos los actores y que tanto buscamos. Eso está en Danzad malditos. Oro puro, pequeños diamantes de verdad".



@ecolote