Ensayo del reparto de El discurso del rey. Foto: C. Montenegro

La angustia de Jorge VI, abocado de carambola a unas responsabilidades que lo desbordaban, la vimos retratado en el cine recientemente. El discurso del rey, dirigida por Tom Hooper y con Colin Firth como protagonista, se embolsó cuatro oscars, incluido el de mejor película. El guión era de David Seidler (Londres, 1937), vinculado al monarca por un mismo trastorno vocal: la tartamudez. Ese texto luego lo transformó en una pieza teatral. Magüi Mira ha tomado esta versión escénica para levantar su montaje en el Teatro Español, que estrena este viernes (29).



La trama no difiere en lo sustancial: Jorge VI fía su destino a un logopeda, que con mano firme y llamativas técnicas (recitar a Shakespeare, enumerar tacos...) poco a poco va consiguiendo que no se trabuque. Pero Magüi Mira, embalada en la dirección (Kathie y el hipopótamo, El estanque dorado, Pluto...), ha querido acentuar la impronta femenina. "Le doy más juego a la Reina Isabel y Wallis Simpson. Son dos mujeres que tuvieron una influencia capital en sus maridos, dos tipos perdidos a los que, cada una a su manera, sacaron de la burbuja palaciega".



A Jorge VI la corona le cayó sobre su cabeza de rebote. Su hermano, Eduardo VIII, prefirió liberarse de esa carga y casarse con Wallis Simpson, que tanto exasperaba a la corte y a sus súbditos: la veían como una divorciada disoluta y, para más inri, con veleidades nacionalsocialistas. La abdicación, consumada en diciembre del 36, le colocó en la primera línea pública. Por entonces el choque con Hitler parecía inminente, aunque Chamberlain, ingenuamente, tratara de apaciguarle. La tartamudez y su endeble estructura psíquica, producto de una infancia carente de afectos, hacían dudar de su capacidad para afrontar el tsunami histórico que se avecinaba.



"También intento imbricar más la historia en la Historia", continúa Mira. Se refiere a poner en contexto el tormento que Jorge VI sobrellevó de puertas adentro. Pero para ello no opta por una escenografía hiperrealista. Mira sigue fiel a su credo minimalista, sobre el que levanta vuelo la poesía y lo simbólico: "Lo primero que busco es la ética de la historia y a partir de ahí construyo una estética que la potencie al máximo, pero siempre basada en la sencillez". La palabra y la interpretación componen la viga maestra de su teatro.



Y aquí las sirven Roberto Álvarez (el logopeda), Ana Villa (Isabel), Gabriel Garbisu (Eduardo VIII), Lola Marceli (Wallis Simpson), Ángel Savin (Churchill). Adrián Lastra, encarnando al rey, completa el reparto. A él le corresponde ponerse ante los micrófonos de la BBC aquel traumático 3 de septiembre de 1939, para alzarse frente a Alemania y pedir a su pueblo el sacrificio supremo: "Puede haber días oscuros por delante, y la guerra ya no se limitará al campo de batalla. Pero sólo podemos hacer lo correcto [...]". Ya no eran tiempos para titubeos.