Image: Comienza el Festival Madrid-Sur

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Teatro

Comienza el Festival Madrid-Sur

Reíne obras del Magreby del Mediterraneo oriental

11 octubre, 2000 02:00

"Aftersun" de Rodrigo García, una de las obras más provocadores

Bajo el lema Cuando la escena habla de libertad el Festival Madrid-Sur abre sus puertas el viernes 13. La muestra se desarrolla en seis municipios del sur metropolitano de la capital y reúne a artistas de 14 países del Mediterráneo oriental, el Magreb y América del Sur. Espectáculos de carácter religioso, como Fraja, o que recuperan los mitos épicos para tratar temas de actualidad, como El asesino siempre vuelve al lugar del crimen-, integran una programación que también incluye talleres y lecturas dramatizadas.

Se dice del arte que moldea las emociones para enriquecer al ser humano y llegar a la areté -la nobleza de sentimientos-, la ataraxia -la serenidad- y la catarsis -la depuración de las emociones-, estados que en el teatro se traducen en conocimiento y en un cambio de actitud en el espectador. Con esta finalidad de reclamar la atención del público y el doble placer teatral -lúdico e intelectual- se abre la quinta edición del Festival Madrid-Sur que, bajo el lema Cuando la escena habla de libertad, reúne hasta el 19 de noviembre a artistas de 14 países mediterráneos para hablar sobre la tiranía, la guerra, los Derechos Humanos y la presencia del Magreb. "La idea es plantear a través del teatro el nivel de respeto hacia lo diferente, saber qué está pasando con la interculturalidad y contribuir a que la solidaridad se consolide en la conciencia del espectador, que de alguna forma despierte en su mente la necesidad de actuar", explica el director del Festival, José Monleón.

La muestra -que este año cuenta con un presupuesto de 60 millones de pesetas-, está financiada por los ayuntamientos de Alcorcón, Fuenlabrada, Getafe, Leganés, Móstoles, Parla y las Universidades Rey Juan Carlos y Carlos III. El programa se ha dividido en bloques: lecturas dramatizadas, talleres, jornadas y encuentros, grupos seleccionados por cada uno de los municipios de la Comunidad y los espectáculos oficiales que, aunque este año se han reducido ligeramente -13 montajes respecto a los 16 del pasado año-, cuentan con 8 estrenos en España, dos absolutos y tres en la Comunidad de Madrid. Todo un lujo de muestra teatral y de danza distribuida a lo largo de cinco semanas, que sólo en la edición anterior tuvo un nivel de asistencia de 21.350 espectadores.

Un viaje simbólico

El Festival empieza su camino con una puesta en escena del CAT: Las Troyanas, obra de Séneca adaptada por Jorge Semprún, que trata el dolor de las mujeres bajo el yugo de la guerra y su lucha. De ahí el carácter épico que domina en este Festival, concebido como un relato iniciático en el que el viajero-espectador se va transformando y cuyo espíritu se resume en la propuesta teatral Argonautas 2000. De estreno en España, la obra forma parte del programa "Argo: Nueva Europa", en el que participa la Comisión Europea. La obra es una producción en la que intervienen artistas de Croacia, Francia, España, Italia, Portugal, Rumanía, Grecia y Marruecos y que pretende defender la armónica convivencia de la diversidad a partir de la subversión del propio mito de los argonautas. El montaje, en ocho lenguas distintas, propone un doble viaje -el imaginario y el realizado por los actores durante los ensayos desde Dalmacia hasta Transilvania- que sugiere una nueva moral, una nueva estimación de las relaciones con el prójimo: "Entiendo esta aventura como una metáfora de la historia de la civilización occidental, que repite el círculo de descubrimiento y de conquista de nuevos pueblos ajena a cualquier propósito de conocimiento del otro. Para romper ese círculo sólo es preciso comprender y respetar las diferencias", apunta el dramaturgo croata Darko Lukic, que comparte autoría con José Monleón, Pedro álvarez Ossorio y Katerina Papaikovou.

Provocar emociones

De mitos, y de conocimiento -pero de uno mismo- trata Aftersun, el último espectáculo de Rodrigo García y su compañía La Carnicería Teatro, estrenado este verano en el Festival de Delfos con un escándalo poco frecuente.

El montaje, que se inspira en el mito de Faetón -el que ambicionó más de lo debido y quiso conducir el carro del Sol, perdiendo el control y cayendo fulminado por Zeus-, es un trabajo sobre las formas de tropezar y caer, la arrogancia como estilo de vida, la insatisfacción, el descontrol, etc., con la dosis teatral propia de la compañía: mezcla de palabras con imágenes, acciones físicas, músicas diversas y una iluminación peculiar. Una obra donde la provocación es una constante: "Ese provocar emociones, ese provocar reflexiones, ese provocar nuevos puntos de vista sobre el hecho teatral", según el autor.

Encuadrado en otro de los apartados del festival, el de los Derechos Humanos, figura Los viernes del Hotel Luna Caribe, de Alberto de Casso (Premio Calderón). Dirigida por Fermín Cabal e interpretada por la compañía Nuevo Repertorio es un estreno absoluto basado en el mito griego de Fílide que denuncia los abusos a los que son sometidos quienes buscan trabajo fuera de su país: una muestra de la condición humana muchas veces incapaz de permitir la felicidad y de manejar el propio destino.

Si la libertad y sus enemigos es el tema de reflexión de Madrid-Sur, éste es precisamente el asunto de Cartas de amor a Stalin, que cuenta con la dirección de Alexandra Broz, nieta del mariscal Tito. Bajo el epígrafe "La tiranía", Cartas de amor a Stalin, de Juan Mayorga y según la versión de Darko Lukic, representa un conflicto atemporal y universal: el que enfrenta al individuo, en este caso el escritor Bulgakov, con el poder, por medio de una estructura dramática con toques de cierto minimalismo cinematográfico.

De gran impacto visual es también la puesta en escena Aide Memoire, de la compañía Kibutziana de Danza Contemporánea. El espectáculo de esta formación, dirigido por Rami Be’er, se inspira en la influencia que tienen los recuerdos del Holocausto en nuestras vidas y que parece seguir el objetivo de sus anteriores espectáculos: animar al espectador a conectarse con su mundo interior. Con una coreografía llena de asociaciones libres, expresa lo invencible del espíritu humano, que padece todos los sufrimientos y sobrevive a todo.

La leyenda de Al-Andalus

Pero es El Magreb quien adquiere gran protagonismo con las representaciones de Almasul, leyenda de Al-Andalus y Fraja. La primera, escrita por el dramaturgo andaluz Antonio Onetti, es una coproducción hispano-marroquí que reflexiona sobre las distintas formas de intolerancia y violencia que un día enturbiaron la relación entre dos pueblos peninsulares: los cristianos del norte y los almorávides del sur. Obra inscrita en una deliberada poética narrativa, está hilvanada siguiendo los cánones de la cuentería tradicional, género muy tradicional en Marruecos, y está interpretada por actores españoles y marroquíes.

Respecto a Fraja, es uno de los espectáculos más atractivos del festival. Se trata de una obra de la cofradía de los Gharbawas, originarios de las llanuras del Gharb e inscritos en la línea del movimiento sufí abierto, en el que las mujeres son partícipes del ritual. Fraja (de forja, espectáculo) es el término utilizado para toda la velada, concebida como una ceremonia en la que, a ritmo de mantra, los participantes dan prueba de una extremada sensibilidad hacia la devoción, la música y la danza como vías espirituales.

Pero su verdadero sentido es el paso de la oscuridad a la luz, una especie de "estado de gracia, de regocijo del corazón y de paz del alma" que guarda ciertos paralelismos con la catarsis del espectáculo teatral. El montaje, está estructurado en forma de cantos (de la memoria y de las lágrimas, del éxtasis, de la curación y la unidad) que, durante las pausas entre las diferentes partes, pueden ser dedicados a la persona que lo solicite. Cada uno participa con aquello que tiene en el corazón en cada momento, cada uno se expresa con sus emociones y su nivel de creencia, e insufla, así, su propia energía y su baraka. Esta cofradía marroquí, además, sólo ha salido de su país una vez, para asistir a la Exposición Universal de París en 1900.

Para cerrar el ciclo de espectáculos, el Festival Madrid-Sur estrena El asesino siempre vuelve al lugar del crimen, de una de las compañía de teatro más veteranas de Chile, el Teatro Aleph. Delirante y grotesco, el montaje que presentan es una reacción en contra de la "absolución" de Augusto Pinochet, escrita y dirigida por el fundador de la formación óscar Castro. Los miembros de la compañía fueron víctimas de la represión en Chile en 1968, por lo que acabaron exiliándose en París con la excepción de John MacLehod. Ahora la compañía ha querido homenajear a este último actor. Y así, el espectáculo, trufado de cierto humor negro, es un supuesto proceso judicial al que es sometido el general y que los comediantes del Aleph deciden hacer en la "Maisonnette", el burdel francés más popular de Londres.