Elton John en un detalle de la portada de su nuevo disco, Wonderful Crazy Night

Dice Elton John que a sus 69 años es el hombre más feliz del mundo porque la paternidad lo ha cambiado y que ya no le importa vender discos sino sentirse orgulloso de ellos. Hace tres años publicó The Diving Board, un disco con algunas buenas canciones pero un pelo soft, que mostraba a ese Elton John quizá demasiado apto para lounges elegantes y especialista en hacer canciones "bonitas". Ahora rompe esa imagen con su nuevo álbum, Wonderful Crazy Night, más divertido, rápido y frenético, porque a estas alturas John  sigue teniendo ganas de vivir "noches locas y maravillosas". Nos lo muestra con un disco que nos recuerda a sus primeros álbumes, que son también los mejores.



Grabado en 17 días para que tuviera el espíritu de lo inmediato y lo imperfecto, ha hecho bien Elton John en apartarse de esa tendencia suya a la canción pulida y producida de forma preciosista que por momentos parecía la versión musical de uno de esos calendarios con una pareja recortada sobre el crepúsculo del Caribe. Elton John ha dejado el romanticismo kitsch y ha recuperado la influencia americana de sus inicios en un disco en el que rescata a algunos de los músicos que lo han acompañado a lo largo de su trayectoria, como el batería Nigel Olsson, el guitarrista Davey Johnstone y el percusionista Ray Cooper, y además el legendario Bernie Taupin vuelve a ser el autor de las letras.



Un regreso a su banda de toda la vida en un disco en el que el maestro británico desempolva la energía de antaño y ya nos sorprende con la bluesera "Wonderful Crazy Night" que abre el álbum y donde el artista nos recuerda a algunos de sus clásicos de los 70 como "Crocodile Rock" o "Saturday Night's Alright for Fighting", interpretando de nuevo a ese hombre del piano frenético y delirante capaz de montar una fiesta y animar a un estadio entero sin levantarse de la silla con su talento y su carisma. En la misma línea upbeat, canciones como "In the Name of You" o "Looking Up" entusiasmarán a quienes echaban de menos al artista en su vena más gozosa.



Elton John sigue siendo el rey de la balada y del estribillo pop pero en esta ocasión también parece mirar a los 60 y 70, cuando fue el gran introductor del folk estadounidense en la lírica británica, con un sonido más sucio y sencillo que en sus famosas baladas pop de los años 80 (algunas muy buenas, aquí nadie es de piedra). Surgen canciones como "Claw Hammer", con una fantástica melodía de esas que se le dan tan bien, "A Good Heart", la típica canción good feeling que funciona, o la mejor, "Tambourine", en la que avistamos a ese artista setentero que una vez nos enamoró con un talento en bruto que no necesitaba mayores adornos.



@juansarda