Musica Alchemica. Panclassics

Las Sonatas del Rosario de Heinrich Ignaz Franz von Biber (1644-1704) son partituras de imponente entidad, cinco para los Misterios gozosos, cinco para los Dolorosos y cinco para los Gloriosos. Su característica fundamental es la aplicación de la técnica de la scordatura a todas las obras menos a la primera y a la última: cada sonata necesita que el violín esté afinado de una manera distinta. Se consiguen de este modo sonoridades que benefician la glosa a cada uno de esos misterios y les da una expresividad lacerante.



Esta interpretación supera a las registradas por Bonizzoni, Beznosiuk y Manze en fantasía, libertad expresiva y sensualidad. El encendido violín barroco de Lina Tur Bonet toca muy en el fondo unos pentagramas que vamos siguiendo con la orientación de la propia instrumentista (aunque falte la traducción al castellano de los textos bíblicos). Hay vibración muy auténtica en las distintas variaciones y preludios, en las abismales zarabandas, ofrecidas con una tímbrica penetrante y suntuosa.



Admiramos las eléctricas figuraciones en el Presto de la Visitación; la tranquila y resonante expresión de la Natividad; la impoluta Chacona de la Presentación; el tono lamentoso de El Monte de los Olivos; los fustigantes latigazos de la Flagelación; la pureza doliente de la Subida a la Cruz... Una imponente Passacaglia cierra, como resumen, la obra, en la que la solista y directora es acompañada por el espléndido conjunto Musica Alchemica (claviorganum, clave, spinettino, viola de gamba, violón, lira, contrabajo, arpa y tiorba).