Carátula de Prism de dave Holland.

Sony

De un tiempo a esta parte se ha convertido en uno de los músicos más fascinantes del universo jazzístico. Y en uno de sus creadores más imaginativos e interesantes. Por eso cada uno de sus movimientos adquiere rango de acontecimiento. Así sucede con lo nuevo de Dave Holland, un lote de composiciones ancladas en el jazz eléctrico de su maestro Miles Davis, aunque con palabras propias. El álbum se anuncia coincidiendo con el 40° aniversario de su primer disco como líder, Conference of the Birds, aunque luego descubra justos reclamos en un jazz inteligente y expresivo, que tan pronto echa mano del blues más sofisticado (The Empty Chair), la balada más intimista (Breathe), el bebop más lacerante (The Watcher) o la música total (Choir). Al contrabajista le acompaña un cuarteto de gregarios a la altura jazzística del patrón, el guitarrista Kevin Eubanks, el teclista Craig Taborn y el baterista Eric Harland, que no sólo leen una escritura maravillosa, sino que en algunos casos también la escriben.