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El fallecimiento repentino de Robe Iniesta a los 63 años deja muchos huérfanos por el camino. Hace apenas un año que conocimos la noticia de la cancelación de su gira de conciertos por un tromboembolismo pulmonar, pero solo tres meses después Leiva publicó la canción Caída libre, que acabaría integrada en su álbum Gigante.

Y ahí estaba Robe, engrandeciendo una composición que recogía los demonios de la psique, un caldo de cultivo esencial en el cancionero del alma mater de Extremoduro. Fue la última vez que lo vimos. En una colaboración histórica para el rock español.

Leiva es uno de esos huérfanos de Robe, del que fue un gran admirador. Las últimas canciones del ex de Pereza entroncan con esa impronta existencial que el de Extremadura imprimió a sus canciones, sobre todo desde que arrancó su proyecto en solitario, Robe.

Caída libre surge de una frase que a Leiva le dijo un buen amigo que atravesaba una depresión. El autor de Lady Madrid la convirtió en verso: "Hay un millón de muebles que mover y no sé detrás de cuál está lo que he perdido".

Robe no acostumbraba a hacer colaboraciones con artistas –C. Tangana reconoció recientemente que lo había rechazado–, pero a Leiva le dijo que sí. "Pensaba que iba a decir que no, pero se la mandé y me llamó por teléfono", relató el madrileño en La Revuelta.

Era, verdaderamente, "un traje a su medida", tal y como apuntó Leiva, que en el programa Cuerpos especiales de Europa FM se deshizo en elogios: Robe "es un tío muy libre, con un halo de misterio increíble, su vida te da pie a imaginar y eso me gusta mucho", dijo.

Caída libre es un medio tiempo que arranca a capella porque en realidad es un audio del exfrontman de Pereza en el que comunica a Robe los últimos cambios del tema, a gusto del último. Guitarra y voz, para qué más, aunque en distintas pistas. Para la grabación, Leiva se desplazó hasta el estudio del extremeño en Almendralejo. La canción finalmente se terminó de grabar en Madrid. También en la capital se mezcló, aunque finalmente se masterizó en Nashville.

"¿Quién es, que llama a mi cabeza a todas horas?", canta Robe rasgado, y lo reconocemos en esa introspección tan singular. "Voy a dar la vuelta a nuestras sombras mientras busco el modo de remontar el vuelo", nos llega también de su voz, aunque esto nos suena más a Leiva.

El corte se amolda de maravilla al universo del madrileño. Finalmente, fructificaron varios meses de encuentros y contactos hasta alumbrar una de las colaboraciones que a Leiva lo tenían más satisfecho. El videoclip da cuenta de la forma de trabajar, directa, orgánica y artesanal, de los dos emblemáticos intérpretes y compositores.