El público que haya podido disfrutar de la cuarta edición de La Rioja Festival –codirigido por el guitarrista Pablo Sáinz-Villegas y la directora técnica, Sara Illana– sabrá que los conciertos tienen el formato más conservador.
Mendelssohn es Mendelssohn, el silencio es absoluto y no se aplaude entre movimientos. Pero la fiesta de la experiencia viene antes y después.
En Badarán, a unos 5 kilómetros de San Millán de la Cogolla, la pareja organizó una caminata de hora y media tras la que esta audiencia abierta a dejarse sorprender por propuestas menos convencionales pudo ver danzas regionales, escuchar un concierto del tenor Carlos Mena y de Daniel Zapico y degustar un “preñao” y una copa de vino antes de subirse al autobús de vuelta.
También se habrá emocionado al ver por primera vez a Pablo Sáinz-Villegas, el alma del festival, mostrándose vulnerable.
Como compartió con el público tras su concierto el sábado 25 de mayo en el Riojaforum, el guitarrista salió a montar en bici un par de días antes del concierto y se llevó un golpe.
"Ayer pensaba que no iba a poder tocar. En el ensayo me dio un latigazo. Estamos muy acostumbrados a las lesiones en el mundo deportivo, pero en el mundo de la música clásica son casi un tabú, cuando es lo normal", reivindica el músico, que al día siguiente volvió a salir en bici sin darle mayor importancia.
Esa tarde empezó a ser consciente de que le iba a costar estrenar Místico y Profano, la pieza que había encargado al compositor mexicano Arturo Márquez.
Concierto en la Concatedral de Santa María de la Redonda, en Logroño. Foto: Rafa Lapuente.
Márquez, que vino de México para la ocasión, bromeó sobre el encargo: “Habrá que ponerlo en la partitura: Prohibido tocar si andas en bicicleta”.
Sobre esta pieza explicó que "para un compositor es importantísimo estar en contacto directo con el intérprete". "Es mi primer concierto de guitarra, una obra donde este instrumento –heredado y para el que es muy difícil componer música sinfónica– tiene la voz principal. Había que ponerle mucha atención".
"Pablo estuvo en Tepochtlán tocando e instruyéndome de muchas maneras, y después hemos estado en contacto por correo y por Zoom".
El compositor, que reside en la ciudad mexicana, es una leyenda viva, y su presencia avivó a un auditorio ya de por sí entregado, que rompió en un caluroso aplauso tras la propina: una vertiginosa versión del famoso Danzón nº 2.
"Si hay alguien en la sala que es el máster del ritmo, del color, y por como escribe, de la melodía, me atrevo a decir que es el maestro Arturo Márquez" le piropeó el director de ADDA Simphònica, Josep Vicent, ante 1300 personas en pie.
Mención aparte requiere el compositor en residencia del festival, Francisco Coll. Tímido ante el público, conecta a través de la ironía, con la que palía su tendencia introvertida.
Pablo Sáinz-Villegas y el Cuarteto Casals en uno de los conciertos de La Rioja Festival en Sajazarra. Foto: Rafa Lapuente.
El cuarteto, uno de los mejores de nuestro país, protagonizó un concierto junto al guitarrista en la Iglesia de Santa María de la Asunción, en la hermosa Sajazarra, en el que derrocharon calidad, energía y una comunicación tan sutil como particular.
Unas 120 personas los escucharon atentas, algunas con los ojos cerrados, otras con media sonrisa y en absoluto silencio, con un recogimiento al que solo puede dar pie el espacio algo frío y en penumbra de la iglesia.
La presencia de los Casals en el festival se explica no solo por compartir programación con otros gigantes –poder ver a Nikolái Lugansky o a Midori por diez euros hace realidad uno de los objetivos del festival: que la música sea accesible para todos los públicos–, sino porque el padre de Vera Martínez Mehner es de La Rioja.
“Lo que está moviendo Pablo es increíble: todas las entradas agotadas. Al final de eso se trata: no solo de tocar en grandes salas, sino de llegar a todo el mundo” declara la violinista, que sabe de lo que habla cuando dice que “este festival, solo por el hecho de ser aquí, ya es especial”.
La deslocalización a la que alude Martínez es importante, porque cada edición el festival repite concierto en Logroño y San Millán, pero el resto de los pueblos van rotando.
Este año pone en valor a Navarrete y Sajazarra no solo a través de los conciertos, sino con visitas guiadas –imborrables la sagaz explicación del cómico historiador que este fin de semana nos remontó a los orígenes de Logroño como aldea de pescadores hábilmente situada en un meandro del río Ebro, o la habilidad de dos alfareros: la joven Tamara Mendaza y el octogenario Antonio Naharro, que lleva desde los 12 trabajando el barro a destajo, los 365 días del año.
Como él suele decir, el día que no esté aquí, habrá que buscarlo enfrente.
Hace cuatro años, cuando La Rioja Festival abrió sus puertas por primera vez, Pablo Sáinz-Villegas también llevaba sillas y colocaba los programas antes de ponerse el esmoquin y salir a tocar. "Así es como empiezan todos los proyectos de la vida: arremangándose y dándolo todo” cuenta.
Sajazarra, La Rioja. Foto: Rafa Lapuente.
“La Rioja tiene mucho que ofrecer. Es gastronomía, es vino, es patrimonio, es naturaleza, es Camino de Santiago… Todos esos elementos son los que maridamos con cada uno de los conciertos”.
El cariño que este guitarrista natural de Logroño cosecha en su tierra y fuera de ella desde que con 14 años daba conciertos para una veintena de labradores por 50.000 pesetas en las iglesias de la zona se lo ha ganado a pulso.
A través de su proyecto social El legado de la música sin fronteras, que empezó en 2006 entre Tijuana y San Diego, ha tocado ya para más de 45.000 niños en México, Estados Unidos y España. Niños que ahora, cinco o diez años después, todavía le recuerdan.
"Ser artista es un estilo de vida que implica trascender todas esas circunstancias", comenta Sáinz-Villegas después de superar el reto físico y espiritual de tocar lesionado.
"La empatía es la esencia de la música. Es lo que nos hace conectar sin que haga falta entender la música. La empatía une a las personas, y eso es lo que necesita este mundo más que nunca". Una luz así no la irradia cualquiera.