Escribió Santa Teresa de Jesús que se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las que no tienen respuesta, lo que viene a decir que cuidado con lo que deseas porque se puede llegar a cumplir.



Rob Pilatus y Fab Morvan lo sufrieron en primera persona al acariciar el cielo y descender rápidamente al infierno mientras fueron la cara visible de un proyecto musical llamado Milli Vanilli, que llegó a vender millones de discos por todo el mundo y acabó ganando dos Grammys. Hasta que el sueño se desvaneció por completo al descubrirse que todo había sido un fraude. Y tuvieron que devolver los Grammys, claro.

Al otro lado de la videollamada aparece Fab Morvan, la cara visible y único superviviente de toda esta locura que se vivió hace ya 35 años. Su energía sigue intacta mientras saluda en español y con una gran sonrisa matinal: "Hola amigoooo, cómo estás?", manifestándose realmente contento con motivo del estreno del biopic cinematográfico Girl You Know it´s True.

El filme dirigido por Simon Verhoeven (nieto de Paul Verhoeven) revisita en clave dramática la historia personal tras el escándalo mediático que sacudió la industria musical a principios de los 90 desde una visión empática hacia sus dos figuras principales: Rob y Fab, dos bailarines guapetones, sexis y cargados de ambición que acabarían protagonizando el más famoso playback de la historia de la música pop. Un meteórico ascenso a la fama que acabaría siendo eclipsado por su devastadora caída libre en tan solo dos años.

Y es que esta farsa musical orquestada desde la sombra y el buen olfato comercial del productor musical alemán Frank Farian, ya tuvo su réplica anterior cuando fue responsable del fenómeno Boney M, una banda surgida en medio de la fiebre disco que llegó a facturar 80 millones de discos vendidos y donde ya aplicó su fórmula personal de integrar a componentes en la formación musical, como el bailarín Bobby Farrell, más por su condición física que por sus dotes vocales.

Frank tenía en su estudio un buen puñado de canciones comerciales pero también un problema añadido: los músicos y el compositor principal que las habían grabado (Brad Howell y compañía) no eran muy agraciados físicamente para una industria del pop en la que el aspecto y el sex appeal resultan tan imprescindibles como los estribillos bailables y coreables.



De tal manera que cuando aparecieron estos dos bailarines veinteañeros, forjados en platós televisivos y discotecas de Munich, con ansias de triunfar y un incontestable look a base de chupas de cuero, camisetas ajustadas y trencitas africanas que ellos mismos se encargaron de aportar.

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"Éramos muy fans de Bob Marley y nos encantaba su pelo, nos dimos cuenta que todas las estrellas del pop tenían un peinado muy reconocible y apostamos por ese sello distintivo en nuestra imagen", recuerda Morvan, la jugada acabó tomando forma definitivamente en la cabeza del avispado productor musical ofreciéndoles el contrato que cambiaría sus vidas para siempre.

Parece que cuando Pilatus y Morvan lo firmaron, no se enteraron mucho de que realmente solo aportarían su imagen y nunca sus voces, para las próximas grabaciones y conciertos de Milli Vanilli: "Lo firmamos en su despacho, sin abogados ni nada, a la antigua usanza. El contrato era muy largo y escrito en alemán, se dejó a un lado de la mesa y Frank solo nos dio las dos últimas paginas para que lo firmásemos. Teníamos delante el dinero del adelanto, Rob y yo nos miramos y pensamos que no tendríamos mucho que perder. Fue la mayor irresponsabilidad de todas y acabó siendo una historia de explotación pura y dura", rememora Fav.

El resto es historia del show business musical. Su primer y único álbum All or Nothing fue un pelotazo mundial a finales de los 80 gracias a la mezcla incontestable de pop, R&B y hip-hop comercial que contenían los singles ultrapegadizos Girl You Know It's True, Blame It On The Rain, Baby Don't Forget My Number o Girl I’m Gonna Misss You. Mientras las canciones arrasaban por todo el planeta, la MTV entró rápidamente en el pastel ofreciéndoles una gira por grandes recintos en USA.

Imagen publicitaria de 'Girl I Know I'ts true'.

Lo que si consigue muy bien Girl You Know It's True (con su paradójico título), aunque navegue en las convencionales aguas del biopic musical, es permitir que los espectadores experimenten y empatizen, a través de las calcadas interpretaciones de sus protagonistas Tijan Njie y Elan Ben Ali, cómo fue todo este proceso tan particular y bizarro.

"A la salida de la película mucha gente me abrazaba diciendo: Wow! Menuda historia! Es increíble que hayas sobrevivido a todo esto", recuerda Fab, y añade: "Ha sido muy emocionante que la gente haya podido meterse en la piel de Rob y mía a través del filme. Los protagonistas están realmente fantásticos’’.



Como no podía ser de otra manera, la cinta también acaba homenajeando la figura de Rob Pilatus, el otro integrante del duo que, tiempo después, no logró superar el impacto de semejante fracaso y que acabó hundiéndose en una espiral de depresión y drogas llevándole directamente a la tumba: "La gente cree que las drogas acabaron con él, pero en realidad Rob murió con el corazón roto cuando perdió todo el cariño de los fans". 

Explotación a la inversa

En el pasado festival de Tribeca se estrenó el documental Milli Vanilli (en proceso hay también un libro y una serie de TV) dirigido por Luke Korem que narra la turbulenta historia desde una perspectiva bastante más detallada y menos edulcorada que el filme, a través de las declaraciones de todos los protagonistas implicados excepto del responsable principal Frank Farian. La figura que sacó mayor tajada monetaria de todo ello prefirió no aparecer en la cinta. Por lo que sea. No le venía bien.

Mientras Fab Morvan se erige como narrador principal y superviviente de todo este montaje, el documental subraya míticos momentos como el de la actuación en playback por parte del duo en la gala de los Grammy de 1990 (la única vez que se permitió) ante la mirada atónita de algunos artistas entre el público y resultando ser el punto de mayor popularidad del duo justo antes de la caída libre que les esperaba.



Cuando les entregaron el Grammy a mejor Nuevo Artista por delante de grupos como Indigo Girls, Soul To Soul o Tone Loc la cosa sonó a broma pesada sin ninguna gracia: "Era como si hubiera hervido una olla y todo estuviera listo para explotar”, recuerda Morvan.

Fotograma de 'Girl You Know It's True'.

El escándalo se tornaba inevitable, y tampoco ayudó mucho que los chicos se volvieran locos de fama e hiciesen delirantes declaraciones a diferentes medios en las que decían cosas como "somos mejor que los Beatles" o "hemos aportado más a la música que Elvis Presley".

Tras intentar chantajear al perro viejo de Frank Farian con revelar toda la verdad si no les proporcionaba más dinero extra, éste rápidamente decidió adelantarse y convocar una rueda de prensa para destapar la liebre y contar a todo el planeta que los chicos no habían puesto ni una sola nota de voz en las grabaciones ni en las actuaciones, mientras declaraba bien arropado por el equipo al completo que había participado en la grabación de esos hits que les habían llenado el bolsillo de millones de dólares.

La posterior y catastrófica rueda de prensa que dieron Fab y Rob para intentar dar explicaciones delante de una multitud de periodistas ávidos de sangre resultó ser un juicio mediático ante el que el pobre duo se mostró bastante indefenso dejando la sentencia clara de que ellos eran los únicos culpables: "Fue un momento terrible y sufrimos bastante racismo por parte de los periodistas. ¿Por qué no pidieron explicaciones a la compañía discográfica que era la que se había forrado con nosotros? Nunca se investigó nada. Lo fácil fue utilizarnos como cabeza de turco", recuerda Fab.

En definitiva, Rob y Fab cometieron el error de vivir una ilusión que les pasó por encima y de la que muchas partes sacaron buena tajada de ello a su costa. Sin embargo, Morvan nunca se hundió. Se aferró a su objetivo de convertirse en cantautor e incluso productor. "Nunca me rendí, por eso sigo aquí, la música es mi vida".



En este tiempo ha trabajado de DJ, compone sus propias canciones y al final del documental se le puede ver interpretando con solvencia algunos de los hits que les hicieron tan amosos y que no les dejaron cantar, confiriendo, de alguna manera, una dignidad merecida y necesaria después de semejante tsunami personal. Y por fin, poder cerrar este capítulo en paz.