De manera gradual, sobre las seis y media del día de ayer, los melómanos de Venecia fueron saliendo de la niebla que invadía la ciudad y congregándose ante los tres portones de la iglesia de San Lorenzo.



Este templo, construido a fines del siglo XVI por el arquitecto Simone Sorella, es un milagro de la austeridad en una urbe como La Serenísima, atiborrada de fantasías bizantinas y escamosidades barrocas.



San Lorenzo fue desacralizada en la primera mitad del siglo XIX y es hoy la sede del proyecto artístico con proyección medioambiental Ocean Space, de la Fundación Thyssen-Bornemisza Art Contemporary o TBA21 (presente en Madrid y Córdoba, también).

Los melómanos venecianos congregados frente a la Iglesia de San Lorenzo / Foto: Álvaro Cortina.

Si los melómanos de Venecia han acudido y acudirán los días 26, 27, 28 y 29 de enero de casi-Carnaval a este sobrio templo del barrio de Castello es porque TBA21, junto con la Biennale y la Fundación Archivo Luigi Nono, han reestrenado la ópera Prometeo. Tragedia dell’ascolto (es decir, Prometeo. Tragedia de la escucha).

Esta producción evoca el estreno total de la obra de Luigi Nono (1924-1990), hito que tuvo lugar, precisamente, también en el impresionante interior de San Lorenzo, en el año 1984. Además, el reestreno del Prometeo noniano se inscribe en una serie de eventos culturales en recuerdo del compositor veneciano, en el centenario de su nacimiento.



Prometeo ha vuelto a la ciudad de los canales con la misma puesta en escena original de Renzo Piano. Asimismo, la obra de Nono contó con un libreto preparado por el filósofo (y, después, por bastantes años alcalde de Venecia) Massimo Cacciari. Por último, y para rematar, fue dirigida por Claudio Abbado.

Dado que el maestro Abbado falleció hace unos años, hoy es Marco Angius, especialista en Nono, quien dirige los cuatro grupos orquestales, con instrumentos, voces de contraltos, sopranos y tenor, y dispositivos de electrónica, esparcidos por las alturas de San Lorenzo.



Allí se han levantado una suerte de andamios y plataformas, según la concepción del célebre Piano: esta vez, los espectadores de una ópera miran hacia arriba para ver a los músicos.

Ópera multidireccional y abstracta, entre textos griegos y alemanes

Influido, al parecer, por su colega Karlheinz Stockhausen, Nono pretendió una experiencia multidireccional de la música concebida. Efectivamente, esto produce una sensación de inmersión en el ámbito iluminado de Ocean Space. La música de Nono, en Prometeo, es para algunos, síntesis de sus particulares estilo y carrera.

Así, este autor esencial de la música clásica contemporánea evita aquí la forma concreta o figurativa: aunque algunos pasajes del libreto sí hacen referencia al dios griego que ayudó a los hombres y fue condenado por ello, esto queda sobrepasado.

Plural, multidireccional, informe, fragmentario, intrincado y abstracto, Prometeo es una suerte de ópera compuesta de nueve cantatas sobre textos venerables, griegos y alemanes (en griego y alemán) seleccionados por el profesor Cacciari.

Ocean Space /Iglesia de San Lorenzo, de Venecia / Foto: Andrea Avezzù.

Como dentro de un primordial mar de ecos y fantasmagorías, las voces (también hay otras dos, aunque no cantantes; tan sólo declaman) citan pasajes de Prometeo encadenado, de Esquilo, y de la versión poética de Goethe.

También se emplean palabras extraídas de Sobre el concepto de historia, de Walter Benjamin, La canción al destino, de Hölderlin, Historias de Herodoto y el Edipo de Sófocles. Incluso, algunas líneas proceden de Moisés y Aarón, la ópera de Arnold Schönberg (padre de la mujer de Nono, a la postre fundadora del organismo que ha promovido su obra hasta hoy).

La niebla espesa envolvió ayer también el cementerio de San Michele, la veneciana isla de los muertos donde reposan los restos de Nono. En su sepulcro, se encuentra una gran piedra y una placa, con el nombre ilustre, entre enredaderas.



Como en un milagro de resurrección, también de esta niebla surgió el espíritu del compositor, invocado por los hoy vivos Cacciari y Piano en San Lorenzo, sede de la filantrópica y, por tanto, prometeica, TBA21.

Hoy domingo, Venecia se ha levantado sin neblina alguna. Así, a eso de las seis y media los melómanos, nonianos o curiosos, esperarán bajo los portones sin la mística de ayer, en el frío de la temprana noche pre-Carnaval. La ópera, o cantata, o lo que sea, les espera.