“Alucinamos”. Es la expresión que los cuatro integrantes del cuarteto L’Apohothéose repiten casi al unísono cuando recuerdan su paso por la prestigiosa Händel Competition de Göttingen, en Alemania. Lo que pasó allí es que lo ganaron en 2017 con sólo dos meses de trayectoria conjunta como ensemble. Es decir, contra todo pronóstico.“Nosotros teníamos buenas sensaciones, sí, pero un niño también puede tenerlas cuando toca un instrumento con sus amigos. Además, sólo habíamos dado dos conciertos con público antes de ir allí”, explica Víctor Martínez, violinista. Lo sucedido en este concurso germano resume bien la trayectoria meteórica del grupo, que en estos dos años ha demostrado ser una máquina perfecta de triunfar en concursos. Aparte de sus incursiones en Alemania, también ha campeado en Francia, Holanda e Inglaterra. En este último país, por ejemplo, vencieron recientemente en la York Early Music International Young Competition, lo que les ha valido el privilegio de grabar un disco este verano con el potente sello Linn Records.



Pero su charla con El Cultural transcurre en Italia, concretamente en Milán. La capital lombarda es la última escala de su intensa gira por la bota itálica. En cinco días han tocado en Palermo, Roma, Nápoles y, poco antes de la entrevista, han cerrado capítulo en la milanesa Chiesa di Santa Maria Presso San Satiro, bajo el efectista trampantojo ideado por Bramante para el coro (aparenta una profundidad de la que en realidad carece). Esta tournée es una de las actividades programadas por el CNDM, institución que les ha acogido está temporada como grupo residente, una gran oportunidad para seguir creciendo y dando visibilidad a su enorme potencial. Lo cierto es que L’Apothéose tiene hoy todos los atributos para cimentar una carrera brillante: ilusión a raudales, un sonido que conjuga con pasmosa naturalidad crudeza y dulzura, respaldo institucional de la Comunidad de Madrid e instancias como el mencionado CNDM y la sincronizada complicidad de sus miembros. Prometen mucho. Pero ellos de momento avanzan disco a disco, concierto a concierto.



En los de Italia han evidenciado cómo las modas musicales transalpinas permearon en autores españoles en los siglos XVII y XVIII. Lo prueban composiciones como la maravillosa Tocata de la Cantada Prosigue, acorde lira de Juan Francés Iribarren, que la compuso acoplándose al molde de Arcangelo Corelli. “Nuestros compositores alcanzaron un nivel altísimo. De hecho, si no conoces las obras, es casi imposible distinguir qué está escrito en España y qué en Italia. Digamos que los españoles no aportan en este caso demasiada originalidad pero sí mucha calidad”, explica Asís Márquez, clavecinista. Los cuatro músicos, en el bar de su hotel, andan algo tocados por el atracón de viajes y actuaciones de estos días. A Milán han llegado directamente desde Nápoles justo antes del concierto, tras cruzar en tren toda la península itálica. Pero a medida que avanza la conversación la pasión por su oficio (su arte) aviva el cruce de ideas. “Es lo mismo que pasaba en América. Cuando tocamos en Colombia, era patente que los compositores de allí copiaban a los españoles. Copiar es una forma de aprendizaje, porque luego cada uno va desarrollando su estilo”, tercia Carla Sanfélix, violonchelista, que se remite a los conciertos ofrecidos en Bogotá al comienzo del curso, los primeros de su residencia en el CNDM (el 15 de mayo también estarán en Londres).

Autónomos del instrumento



Ella y Laura Quesada (intérprete de traverso, flauta barroca) son el núcleo original de la formación. Ambas hicieron sus pinitos en grandes orquestas sinfónicas pero pronto se dieron cuenta de que no se encontraban realizadas como instrumentistas en colectivos tan numerosos. “Comprobé que no valía para ese mundo. Me sentía como un robot. No podía ser yo misma ni aportar demasiado. Básicamente, me limitaba a seguir unas pautas que ya me venían dadas”, explica Quesada. “La diferencia entre una orquesta y una formación camerística –continua– es la que puede haber entre trabajar como autónomo o como asalariado en una gran empresa. Yo quería montar un proyecto propio en el que tener espacio y poder confrontar diversas visiones”. Sanfélix alude también a la “competitividad insana” que impera en las pruebas de orquesta y en su cotidianidad como factor disuasorio. “No se puede generalizar pero es muy habitual”, matiza, prudente. Ambas se conocieron en el Conservatorio Superior de Música de Madrid, ciudad en la que viven todos, una ventaja para consolidar su sonido. Las dos compartieron aula en la asignatura de música de cámara que impartía Alberto Martínez, figura crucial en esta historia. Este había sido antes profesor de clave de Asís Márquez, así que ejerció de hilo conductor. Márquez recibió la propuesta de ellas encantado. Y cuando le dijeron que el objetivo último era constituir un cuarteto estable y que, para conseguirlo, creían que lo apropiado era ‘fichar’ un violinista, este rápidamente exclamó: “¡Tengo una idea!”.

"La melodías de las sonatas de Händel están llenas de palabras: gritan, lloran...", dice Asís Márquez

Esa idea era Víctor Martínez, aliado suyo en escarceos camerísticos previos. Fueron a verle tocar y constataron de inmediato que era su hombre. Martínez es en realidad un músico anfibio que se mueve con igual desenvoltura con Mahler que con Scarlatti, alternando cuerdas de metal con las de tripa. Es concertino de la Sinfónica de Castellón, responsabilidad que simultanea con su implicación en L’Apothéose. “Yo soy violinista. Ha habido épocas en las que me he sentido obligado a decantarme pero nunca he podido desengancharme ni de lo moderno ni de lo antiguo”, dice. De ese último repertorio le seduce su radicalidad sonora. “No es el sonido fácil y bonito que se asocia a la clásica. Un do menor no tiene por qué sonar bello, al contrario, debe hacerlo como si te metieran un palo en el ojo”, precisa gráficamente despertando las risas de sus compañeros.

Tesoros radicales



Dieron su primer concierto juntos en abril de 2017 en Badajoz y Quesada lo tuvo claro: “Ya está, esto funciona, es justamente lo que siempre he querido”, se dijo sobre el escenario. Muy poco después vino el ya referido espaldarazo de Göttingen. Desde entonces se sentían en deuda con Händel, que da nombre al concurso. Por eso su segundo disco (el primero fue Tesoros musicales de la BNE) es un intento de saldarla. Lo han titulado Tributo a Händel (Ibs Classical) y en él escancian varias sonatas de sus Opus 2 y 5. Son piezas con una tremenda vis dramática. “Muestra una gran variadad de afectos, colores, contrastes… Son composiciones delicadas y muy humanas. Sus melodías seguramente vengan de las que cantaban los personajes de sus óperas, de ahí su riqueza narrativa”, disecciona Sanfélix. “Están cargadas de palabras; gritan, lloran…”, agrega Márquez. El disco lo presentarán en varias ciudades españolas en mayo: en Oviedo el día 6, en León el 7 y en el Auditorio Nacional de Madrid el 21.

Su concierto en el FIAS 2020 propone varios estrenos en tiempos modernos de la obra de Francesco Corselli

Antes estarán en el Festival de Arte Sacro (FIAS) de la Comunidad de Madrid, donde Pepe Mompeán, con su olfato tan afinado para detectar el talento emergente, les viene dando cancha desde hace varios años. El próximo 23 de marzo en la iglesia de San Bárbara acometerán un programa titulado Resonad, esferas, que, de nuevo, subraya la comunión hispanoitaliana. Estará consagrado casi en su totalidad a Francesco Corselli, que llegó a Madrid en 1733 procedente de Parma. Aquí fue durante casi cuatro décadas maestro de la Real Capilla, manufacturando partituras en ese extenso lapso para tres reyes (Felipe V, Fernando VI y Carlos III). Recorrerán en su actuación todo ese legado, desde sus orígenes hasta el final. Para ello han tenido que ampliar su plantilla con cuatro músicos más: Laura Asensio (violone), Isabel Juárez (viola), Roldán Bernabé (violín), Guillermo Peñalver (traverso) y Olalla Alemán (soprano). Serán varios estrenos en tiempos modernos los que ofrezcan, como el de Ea, pastores. Cantada de Navidad (1738) y Aleph. Quomodoobscuratumest. Lamentación 2ª del Viernes Santo (1768), exhumaciones consumadas gracias a Ars Hispana, asociación detrás de la cual están los musicólogos Raúl Angulo y Antoni Pons y con la que L’Apothéose colabora habitualmente.



La alianza está ofreciendo resultados extraordinarios, dado el ingente patrimonio musical español silenciado en polvorientos archivos. Su inmersión en la Biblioteca Nacional, que propició su debut discográfico en 2018, fue un hito en ese terreno. Sacaron a relucir pentagramas de Carlos Canobbio, Juan Sessé y Balaguer, Tommaso Giordani, Francisco Manalt, Karl Stamitz y Karl Friedrich Abel. “Para nosotros es muy importante el equilibrio entre el patrimonio propio y el internacional, no queremos encasillarnos, porque ahora parece que la moda es que cada uno toque lo suyo”, señala Quesada. Y así van de Iribarren a Corelli, de José de Nebra a Händel, sumando y subiendo, muy rápido pero con criterio. “Todavía –concluye Sanfélix– no hemos subido tanto como para sentir vértigo. Lo que sí tenemos son muchas ganas y mucha pasión por estas músicas”.

@albertoojeda77

Lo sacro según Asimov y Chabuca

Pepe Mompeán, el artífice de la mutación del Festival de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid, muestra de nuevo su originalidad al combinar música con otras artes. Magnífico ejemplo de esta línea mestiza es el concierto de Rëfree dedicado a Asimov en el centenario de su nacimiento (Teatros del Canal, 22 de marzo). Lo dará con un robot y será un homenaje al maestro de la ciencia ficción. Otros tributos serán los destinados a Celan, cuyos poemas serán musicados por Víctor Cabezuelo y Sofía Comas (Cuarta Pared, 1 de bril), y a Hölderlin, ensalzado por el tándem Marta Knörr (mezzo) y la pianista Lucía Rey (Canal, 1 de marzo). Curioso es también el recital dedicado a Egeria, escritora gallega que viajó a los Santos Lugares en el siglo IV. Se pondrá música a su fascinante travesía (Basílica de San Miguel, 14 de marzo). Destaca asímismo la presencia de la jazzista chilena Camila Meza, que invocará a la legendaria cantautora peruana Chabuca Granda y sus valses criollos (Real Coliseo Carlos III y Canal, 28 y 29 de marzo). Otra leyenda, Amalia Rodrigues, gran dama del fado, será reivindicada por María Berasarte (Canal y Corral de Comedias, 7 y 13 de marzo). Y Soleá Morente presentará su proyecto Prado Negro (Museo del Prado, 14 de marzo).