Van Morrison. Foto: Richard Wade

El león de Belfast corona su prolífico sprint de los últimos dos años con The Prophet Speaks, colección de seis temas propios y de clásicos eternos del blues: Sam Cooke, John Lee Hooker, Solomon Burke... Un rugido doliente y revitalizador.

Cuenta 73 palos el viejo gruñón pero mantiene el frenético ritmo de otros tótems irredentos (Bob Dylan, Neil Young…) que no cesan de ampliar sus discografías, de pulverizar con sus giras el tope del cuentakilómetros y de acrecentar una leyenda ya de por sí descomunal. Van Morrison vive un momento de efervescencia creativa. Desde finales de 2016 hasta la fecha ha lanzado cinco álbumes. Con Keep Me Singing ya advirtió que la jubilación no estaba entre sus planes. Poco tiempo después vinieron su compilación de covers de blues Roll with the Punches, el magistral y jazzístico Versatile y You're Driving Me Crazy, revisión de algunos de sus grandes hits. Éste lo grabó flanqueado por el virtuoso organista Joey DeFrancesco, cuyo Hammond pata negra vuelve a acompañarle en The Prophet Speaks, último hito de este prolífico sprint, que sale a la venta hoy bajo el sello Caroline.



Será el cuadragésimo disco de estudio que entregue a su parroquia. En total, 14 temas, seis de su propia cosecha y el resto de una pléyade de clásicos intemporales: John Lee Hooker (Dimples), Sam Cooke (Laughin' and Clownin'), Solomon Burke (Gotta Get You Off My Mind)… "Ha sido importante para mí volver a grabar nueva música, al igual que tocar parte del material de blues que me ha inspirado desde el principio. Escribir canciones y hacer música es lo que hago, y trabajar con grandes músicos lo hace todo mucho más gozoso", afirma Morrison. Los instrumentistas a los que alude pertenecen a la banda de DeFrancesco: el guitarrista Dan Wilson, el baterista Michael Ode y el saxo tenor Troy Roberts.



Ha sido muy importante grabar nueva música y tocar parte del blues que siempre me ha inspirado"

Muchos se preguntan qué le empuja a Van the Man a encerrarse tan asiduamente en el estudio, donde, por cierto, rehúye los ingenios digitales. Parece que la razón se encuentra en su reciente divorcio de Michelle Rocca, su pareja desde 1990. Caben dos interpretaciones ante tal circunstancia. La primera es que necesite hacer caja para las gravosas consecuencias económicas de la separación. Abona tal teoría su aparición, aquí en España, en escenarios ajenos a su querencia por los aforos comedidos: el Wizink Center, el Primavera Sound



Pero quizá sea simple y humana necesidad de purgar el trauma sentimental a través de su más vieja compañera: la música. El sencillo que ha utilizado como adelanto promocional, Got to Go Where the Love Is, delata esa intención catártica. Actitud positiva y espíritu danzón ante la adversidad. Una canción que se postula para incorporarse a su canon de temazos, con los metales levantando hasta los muertos. El amor, sus fatigas y esperanzas, protagonizan esta entrega del rugidor norirlandés, que se torna mística hacia el final. En un tempo más reposado, su antológica voz ("Ningún blanco canta como él", dejó dicho el crítico Greil Marcus) acomete Spirit will Provide (mensaje confiado equiparable a nuestro Dios proveerá) y remata la colección con The Prophet Speaks, donde esgrime su armónica para acentuar la atmósfera sacra de la pieza. En suma, blues de ley, doliente e iluminador a un tiempo.



@albertoojeda77