La soprano canadiense Sondra Radvanovsky durente un recital. Foto: F.P.

El festival catalán celebra su 30 aniversario este viernes conjuntando sobre el escenario a algunos de los mejores cantantes actuales: Eva Maria Westbroek, Sondra Radvanovsky, Ambrogio Maestri y Marcelo y Carlos Álvarez.

La gala lírica que se celebra este viernes (15) en Peralada tiene muchos bemoles, y nunca mejor dicho. En efecto, después de algunas cavilaciones, este acto, que festeja los primeros 30 años del certamen, se ha conseguido un cartel de lujo, en el que se dan la mano cinco de las mejores voces de hoy, quizá no todas en su momento cenital, pero verdaderamente representativas. Cinco auténticas luminarias que sin duda habrán de causar el entusiasmo del respetable. Hablemos en primer término de las dos féminas. La holandesa Eva Maria Westbroek (1970) abre el fuego. Aunque nacida en Belfast, Irlanda, es ciudadana de Holanda, país en el que estudió. Se dio a conocer en el Primer Concurso Ciudad de Roma y debutó en Aldeburgh, centro neurálgico de Britten, en Diálogos de Carmelitas de Poulenc.



Es, sin duda, una soprano spinto antes que dramática. La voz es potente, extensa, vibrante, homogénea, maleable sin poseer una especial belleza tímbrica; pero porta un metal consistente, ya que no deslumbrante. Los graves son débiles, pero tiene volumen y arrestos. Agudos penetrantes, casi nunca estridentes. A su lado, la canadiense, tampoco nacida en su país de residencia, sino en una localidad cercana a Chicago, Sondra Radvanovsky (1969), que cuenta con un caudal envidiable, una potencia indudable, una amplitud imponente. El timbre, de soprano lírico-spinto, es atractivo y el arrojo reconocible. A veces, la emisión, brusca y tempestuosa, no está siempre controlada y el sonido no sale diamantino, con el peligro de abrirse. Fila maravillosamente. Su Norma ha hecho época.



Vamos con los varones. El tenor es el argentino Marcelo Álvarez (1962), un lírico en origen de timbre muy grato pero más bien opaco, de agudo problemático y, en los últimos tiempos, cuando la voz ha ensanchado notablemente, algo áfono, abierto y gris. Dice con gusto pero su canto suele ser más bien monótono. Abusa de poco canónicos golpes de glotis. Canta siempre con pasión, incluso con arrebato. No es buen actor. Estaba previsto el veteranísimo Leo Nucci, pero al final su puesto lo ocupa el italiano Ambrogio Maestri (1970), nacido en Pavia, que lleva años y años desempeñándose con fortuna en la parte del verdiano Falstaff. Es un lírico de medios discretos que ha cogido el tranquillo del fraseo matizado y variado del gordinflón. No es un gran artista pero está en el papel. La voz es agradable, aunque no muy timbrada. Agudos inciertos, algo abiertos y no siempre bien colocados.



El segundo barítono, el malagueño Carlos Álvarez (1966), inició hace dos o tres años lo que podríamos considerar una segunda carrera, tras haber superado un pequeño tumor en una cuerda vocal. El timbre ha perdido evidentemente aquella plenitud oscura, aquella emisión quizá en exceso cupa en la zona más alta, pero ha ganado en ligereza y en variedad de matices, más allá de determinadas dificultades emisoras. Álvarez, al igual que sus compañeros, estará asistido desde el foso por la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña, que actuará bajo la férula del muy joven Daniele Rustioni, un discípulo, en la Academia Chigiana de Siena, de Gianluigi Gelmetti. No se ha especificado el contenido concreto del programa. Se anuncian "arias y dúos de óperas de Giordano, Massenet, Puccini, Rossini, Verdi y otros".



Unas líneas para comentar, aunque sea muy brevemente, el recital que ofrecerá el día 18 la gentil soprano de San Petersburgo Olga Peretyatko (1980), muy activa últimamente en nuestro país. Es una lírico-ligera de penetrante emisión, agudo fácil y aseada técnica, acogida al manto protector de Mariella Devia. Con el pianista Giulio Zappa cantará páginas de Mozart, Rachmaninov, Glinka, Rimski-Korsakov, Chopin y Rossini. Un buen complemento.