Los músicos de la OCNE interpretarán La canción de la tierra. Foto: Rafa Martín

Concierto de interés el de este fin de semana (3, 4 y 5) en la temporada de la OCNE, con La canción de la tierra de Mahler en los atriles. Obra inmensa, por momentos dolorida, al final una despedida no exenta de etéreo consuelo. Composición en la que el lenguaje del autor alcanza su máxima depuración en el servicio a muy hermosos poemas orientales y que en esta oportunidad va a tener una muy importante protagonista, la alemana Waltraud Meier, a la que debemos calificar de mezzo, que es en realidad su tipo vocal y el que se precisa, aunque durante muchos años nos embebiera con su intensa encarnación de la Isolde wagneriana.



Ya sesentona, la cantante, natural de Wuzburgo, aún tiene mucho que decir, pese a sus intemperancias y a sus guturalidades, porque es artista de rara emotividad, dotada de un poderoso instrumento de tintes dramáticos, de rico metal. A su lado, acometerá la nada fácil tesitura de su parte -particularmente, la del número inicial de la obra- el tenor lírico ancho norteamericano Robert Dean Smith, asimismo notable protagonista de aquella ópera wagneriana. En el pupitre directorial se sitúa en esta ocasión un artista serio y trabajador, Miguel Romea, antiguo clarinetista y poseedor de una muy amplia formación, de un bagaje técnico nada desdeñable.



Maneja un gesto claro y no muy variado, sugerente y generalmente preciso, aparte de un criterio musical plausible y, en ocasiones, más que digno. Nos parece bien que se le dé esta oportunidad al frente de la OCNE en un programa que se completa con una novedosa obertura del compositor y director Esa-Pekka Salonen, Helix, y el Concierto para arpa de Penderecki con el concurso solista del infalible Xavier de Maistre.



Hemos de destacar también, en la sección Satélites de la OCNE, la sesión que el día 6 protagonizará en la sala de cámara el grupo Neopercusión que bajo el título Bad Boys ofrece composiciones de Amadeo Roldán (Rítmicas V y VI, para 13 percusionistas), Maki Ishii (Mono-Prism II, para percusión solista y 12 percusionistas) y George Antheil (Ballet mécanique, para 4 pianos y 10 percusionistas). Toda una fiesta.