Foto: Álvaro Soto

El líder de Sr. Chinarro, patriarca del indie español, lanza Perspectiva caballera, decimoquinto álbum de su carrera, que arrancó hace 20 años. Con él vuelve a un sonido más áspero y a unas metáforas más crípticas, que traslucen su moderado pesimismo existencial. Lo presenta en Granada el 18 de octubre y en Madrid el 27 de noviembre.

El periplo discográfico de Sr. Chinarro no empezó con buen pie. En 1994, Antonio Luque (Sevilla, 1970) y sus músicos se plantaron en Nueva York para grabar su primer Lp. Muy dispuestos e ilusionados. Tenían reservado un estudio para tres días. Pero la marihuana jamaicana trastocó los planes. Nada más llegar, algunos miembros de la banda fumaron una variedad genéticamente modificada (mucho más potente de la que consumían habitualmente en Sevilla) y las canciones se disiparon en su memoria. El cuelgue se prolongó durante horas. Luque al final consiguió salvar los muebles. El disco se grabó, más apresuradamente de lo previsto, pero se grabó.



Fue el primer hito de una carrera que no ha dejado de progresar mucho más que adecuadamente. Han pasado 20 años desde aquel comienzo casi malogrado por los cañamones caribeños. Su fundador y líder inmutable, Antonio Luque, es hoy uno de los más reverenciados patriarcas del indie español. Las barbas y melenas encanecidas que gasta últimamente abonan esa consideración. "Y dentro de poco también llevaré mi garrotilla, como lo gitanos", apostilla divertido durante una extensa conversación con El Cultural, que tiene como pretexto su último álbum, Perspectiva caballera, el decimoquinto en su expediente. Por primera vez, Luque se adentra en el incierto territorio de la autoedición. Ha creado su propio sello: VEEMMM (Vil Estructura el Establishment, Marketing, Marketing, Marketing, ampulosa nomenclatura sacada del estribillo de Ay, quién fuera Hawai de Vainica Doble).



-¿Qué le determinó a dar el salto al juanpalomismo? ¿Aspectos monetarios o artísticos?

-Se mezclen ambos. Era algo que venía pensando desde que publiqué La primera ópera envasada al vacío (2000). Fue un disco que vendió 5.000 copias. Hubiera sacado un pico, mucho más que ahora, pero fui cobarde. De todas formas, si lo he podido hacer hoy es porque ya tengo 43 años, una experiencia y un reconocimiento. Si llamo a la Fnac o a plataformas de distribución digital, me cogen el teléfono y me escuchan. Lo importante de las discográficas tradicionales era la promoción que te hacían pero a cambio te pegaban un bocado enorme en los derechos de autor, de hasta un 50%. Al lado de un listo siempre hay un tonto.



-¿Y los artísticos?

-Perspectiva caballera es el primer disco con un sonido del que estoy plenamente satisfecho. Al final he tenido que pagarlo yo para tenerlo. También lo he podido conseguir gracias a todo lo aprendido estos años. Antes miraba a los técnicos con los ordenadores y no tenía ni idea de lo que estaban haciendo. Ahora he estado muy pendiente en las mezclas y en la masterización. La pena es que los estudios de grabación sean tan caros. Los músicos somos como pintores sin pinceles, tenemos que esperar a que nos presten las herramientas para poder hacer nuestro trabajo.



-¿Qué instrucciones les dio para sonar como quería?

-Es un truco de productor y podría guardármelo pero, bueno, esta es la cultura que hay que compartir. Mi secreto es no tocar mucho el material grabado. Lo importante es tener una buena señal en el estudio y no ecualizar más de la cuenta ni saturar el sonido con tantas pistas y con tanta reverberación. Los ingenieros se emocionan mucho con sus cacharritos. Les pasa igual que a los guitarristas, que cuando llega su solo tratan de lucirse metiendo las máximas notas posibles. Pero a mí el filetón como más me gusta es vuelta y vuelta, casi crudo. Y lo mismo con la música.



Con la Ley Lassalle las multinacionales se ahorrarán miles de millones y el canon lo pagaremos todos"

Luque confiesa que de no haber sido músico le habría gustado ser cocinero. De ahí su querencia por las metáforas culinarias al describir su trabajo. Del sonido de Perspectiva caballera afirma que es: "Áspero, crudo, ligeramente ácido o amargo, como de ralladura de limón sobre arroz con leche". Aunque las que más llaman la atención en el disco son las metáforas científicas, detalle que le emparenta con su buen amigo Agustín Fernández Mallo. "De todos los poetas que conozco los científicos son mis favoritos", confiesa. Aparte del título (Perspectiva caballera es un concepto geométrico), asoman en sus letras el famoso gato de Schrödinger o la campana de Gauss. No hay que olvidar que antes de jugársela a todo o nada con el indie, a principios de los 90, Luque iba para ingeniero técnico agrícola. Eso sí, el significado abstracto de estos conceptos tan elevados los rebaja siempre a pie de calle.



La campana de Gauss la afila para colocar una puya en el lomo de Madrid. "Es como si todo el mundo quisiera vivir allí", lamenta. La masificación capitalina le acabó atufando. Intentó durante seis meses asentarse en la ciudad pero no cuajó. "Creo que está muriendo de éxito. O de botellismo. O de botellonismo. En realidad de las dos cosas, combinadas: no hay nada que le interese más a los políticos que una juventud aborregada". Madrid tampoco es un buen plan a estas alturas de su vida. Demasiado tentadora y rica su oferta lúdico-nocturna-cultural: "Lo de salir tres o cuatro noches a la semana a mi edad no es muy saludable".



El cantante sevillano fantasea con marcharse a Francia, "como Victoria Abril". "Allí la cultura se la toman mucho más en serio. Me dan mucha envidia", comenta indignado tras la promulgación de la Ley Lassalle, "que le va a ahorrar miles de millones a algunas multinacionales mientras que el canon ahora lo pagaremos todos". Rimbaud y Baudelaire, cuya poesía succionó de adolescente, siguen fecundando su imaginario cuando se pone a escribir. Le gusta hacerlo en estado de duermevela, cuando viaja en trenes o autobuses tras un madrugón, o varado en mitad de noches insomnes. "Así aflora el subconsciente y evito ponerme estupendo, aunque las letras me salgan mucho más crípticas".



Crípticas pero honestas, como en Perspectiva caballera. Bajo las sinestesias y el barniz surreal discurre una corriente de pesimismo descreído que no asfixia del todo ciertas esperanzas: en los amores de turno y en seguir haciendo música en España sin morir en el intento. "Gano algo más que un cajero de supermercado e infinitamente menos que los directivos de esas empresas que se han ido rositas con la nueva ley. Mi hijo va bien vestido y no pasamos hambre. Se lo debo a mis fans. Gracias. De momento, podré seguir haciendo canciones". Que dure.

Sr. Chinarro al cuadrado

-En Perspectiva Caballera, se ha rodeado de Pablo Cabra y Javier Vega (ambos de Maga), y Jordi Gil. Con estos tres músicos firmó algunos de sus discos más redondos. Para salir a la intemperie de la autoedición, nada mejor que tener cerca a los viejos cómplices.



-El disco es una apuesta por la crudeza sonora. Nada de salsas ecualizadas. Luque vuelve a una aspereza relegada en los últimos tiempos para abrirse a públicos más numerosos. Pasa la página del sonido homologado.



-Esa aspereza tiene el contrapunto acaramelado del trío de cuerda Ensemble 3. Quizá a sus fans de nueva hora les disguste pero los instrumentos nobles empastan a la perfección con la voz sobria de Luque. De todos modos, que no se preocupen en exceso: muy pronto abrazará los sintetizadores.



-La autoedicción eleva la esencia de Chinarro al cuadrado: más castizo, costumbrista, aforístico, poético...