Enirque Morente.

  • Escuche la música de este artículo


  • Hace exactamente un año el flamenco perdía un tomo de su enciclopedia y quedaba huérfano para siempre de uno de sus padres más ilustres. El 13 de diciembre de 2010 la muerte de Enrique Morente conmocionó al mundo. Algunos de sus compañeros y simpatizantes escriben para El Cultural unas líneas a la memoria del genio. Todos coinciden en destacar la doble faceta del maestro, que supo moverse nadie entre el respeto sincero a la tradición y la búsqueda insaciable de nuevas fórmulas. Así era y es Morente para sus amigos: un sabio humilde, un revolucionario cabal, un humanista, un genio disciplinado y desobediente, eternamente libre.



    Diego El Cigala, cantaor

    Enrique era un gran cantaor. Todos los artistas de mi generación han bebido de su fuente, yo el primero. Siempre admiré su personalidad y sus maneras innovadoras, además, claro, de su calidad humana, que todos los que le conocimos pudimos disfrutar. Su muerte hace un año y la de Moraíto Chico este verano han sido dos duros golpes para el flamenco, dos ausencias muy importantes que lloraremos por mucho tiempo.



    Juan Carlos Romero, guitarrista

    Glosar aquí en diez líneas la repercusión que la obra y la figura de Enrique Morente, ay, está teniendo en el flamenco y pueda tener en el futuro resulta inabarcable. Habría que adentrarse en ese todo indivisible y cabal que fueron su vida y su obra, su honradez artistica, su valentía, su irreverencia con la intimidatoria voz de la sacrosanta "pureza" flamenca en tiempos en que esto costaba muy caro, su inquebrantable y amorosa admiración por esa misma tradición junto a la conciencia de no haber compromiso mayor para un artista que el que haya alcanzado consigo mismo. No temía el error, sabia que era consustancial a todo lo humano, por eso se equivocaba poco. Que tendiera puentes entre el flamenco y otras musicas y publicos , siendo importante, es común a otros compañeros de generación. Lo sorprendente y destacado en Enrique, ay, fue la ruta que eligió para hacerlo, intransitada por el flamenco hasta ese momento. Otro de los bienes, tan valioso y deseado como escaso, que Enrique, ay, nos dejó, fue su rotunda personalidad artistica, un valor que en arte es de una trascendencia definitiva. Qué frío hace en diciembre, ahora más que nunca, o eso me parece a mí. Descansa en paz, querido amigo.



    Paco del Pozo, cantaor

    Hace ya un año que Enrique Morente dejó huérfano el cante flamenco, pero sobre todo nos dejó huérfanos a los jóvenes cantaores. Huérfanos porque es el cantaor que más caminos abrió a los que veníamos por detrás. Aprendió y dominó las bases, para después crear una forma de cantar "como debe ser". Por eso fue siempre respetada su innovadora y personal forma de entender y hacer flamenco. Nos dejó un gran legado de cante y de arte, pero sobre todo nos enseñó a amarlo y a respetarlo. Gracias Enrique, gracias maestro.



    Pepe Habichuela, guitarrista

    El 13 de diciembre del año pasado perdí a un hermano, a un poeta inigualable y a un músico único en el mundo. Enrique y yo compartimos 20 años de vida y de aventuras, de historias y de conversaciones al final de un concierto. Hoy me siento huérfano y siempre será así. Le echo tanto de menos...



    Estrella Morente, cantaora

    Los homenajes a mi padre hablan de la pureza, de la pureza del alma, de la tranparencia de mis entrañas. Tengo una herencia que comparto con el mundo, universal, y grande como ella sola, que es la obra artística de mi padre. Y tengo otra personal e íntima, familiar, rica, muy rica, en valores y en amor por la vida y por los derechos humanos. ¿Qué he aprendido en estos últimos doce meses? Que antes no sabía nada.



    Mauricio Sotelo, compositor

    Morente me abrió la puerta del flamenco en 1993, cuando hice Tenebrae Responsoria en la Semana de Música Religiosa de Cuenca. Desde entonces he tenido una grandísima amistad, admiración y gratitud hacia él. Era un ejemplo de intelectualidad abierta a todos los campos y sentía un gran interés por los jóvenes. Era una persona maravillosa y un gran padre, porque las familias de artistas no son fáciles. Cada persona es única y sería inútil pensar quién sería el Morente de nuestros días, pero hay jóvenes con un gran futuro que van en su misma línea, como son Arcángel o Poveda, por citar a dos. Tengo mucha confianza en la nueva generación de músicos flamencos.



    Carmen Linares, bailaora

    La pérdida de Enrique es irreparable, lo suyo era una cosa tan especial... saldrán otros, sí, pero serán diferentes. Yo era muy amiga suya y mi carrera ha sido muy cercana a la suya, como a la de otra gente de esa generación, como Camarón. Morente era un genio, porque entre otras cosas era un gran conocedor del flamenco, y desde ahí un creador genial.



    Belén Maya, bailaora

    Para mí era un dios hecho artista. Habría sido el sueño de mi vida haber podido colaborar con él. Pero no pudo ser. Se me hace muy difícil resumir y sintetizar todo lo que supuso para el mundo del flamenco, sobre todo para las nuevas generaciones. Morente fue un revolucionario, un incansable investigador de nuevas formas, un genio, su sabio humilde, un humanista, un antidivo. Su cabeza no descansaba nunca, siempre estaba generando nuevas ideas. Su música bebía de la tradición de los cantes y los estilos flamencos pero estaba enraizada también en la música de nuestros días. Demostró que todo se puede hacer sin molestar a nadie. Su presencia te quitaba el miedo, te metía las ganas en el cuerpo, daba mucha fe escucharlo cantar. Morente fue muchas cosas pero, sobre todo, libre.



    José Mercé, cantaor

    Hemos perdido a un gran maestro, a un compañero infatigable y a una persona maravillosa. El cante y la música de raíz ha perdido un emblema. Cuando se subía a un escenario no había forma de destacar alguna de sus facetas sobre las demás. Lo era todo, lo inventó todo, se pasaba el día estudiando. Mi último contacto con él fue telefónico. Había actuado yo en Granada y me invitaba a su casa, a matar las horas muertas conversando, anotando cosas, compartiendo ideas. Pero al final no fui, tenía cosas que hacer y colgamos saludando a nuestras familias. No queríamos mucho, lo querré siempre.



    Félix Grande, flamencólogo

    El flamenco le debe a Morente el profundo conocimiento y el hondo respecto a la tradición; esa dimensión, digamos desobediente, común en todos los grandes artistas y necesaria para que la criatura flamenca se renueve constantemente desde sus raíces; la aventura de angustia y júbilo creadores de una larga etapa de su vida... El flamenco joven le debe a Enrique su valentía de abrir puertas que ahora son más fáciles de cruzar en la tarea de mantener el flamenco en constante recreación.