Image: Ildegonda renace

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Música

Ildegonda renace

La ópera de Arrieta se recupera el 17 de junio en el Real

17 junio, 2004 02:00

Sánchez y Bros durante un ensayo de Ildegonda. Foto: J. del Real

Aunque Marina nunca ha salido del repertorio, Emilio Arrieta dejó varias óperas que, desde prácticamente su estreno, no han vuelto a sonar en nuestros escenarios. Dentro de su programa "Clásicos del Real", el coliseo regio recupera esta tarde Ildegonda de Emilio Arrieta, en versión de concierto, que contará con un reparto de lujo bajo la dirección de López Cobos: Ana María Sánchez, José Bros, Carlos álvarez, Stefano Palatchi y Mariola Cantarero.

El Teatro Real presenta esta tarde una recuperación histórica, la ópera Ildegonda que desapareció del repertorio hace más de cien años. Ildegonda es obra de juventud del compositor navarro Emilio Arrieta. Nacido en Puente la Reina en 1821 (y muerto en Madrid en 1894), este compositor, que transformó su nombre de pila Juan Pascual Antonio en Emilio, en la mejor tradición de la farándula, fue contemporáneo de otras figuras tan importantes en el panorama español como Barbieri, Gaztambide, Hernando o Eslava, motores de la lírica y la creación musical española del XIX.

La estupenda monografía de María Encina Cortizo ha sacado muchas cosas del baúl acercándonos un personaje, sin duda controvertido, pero también fascinante. En él convergen, en lo que es una tendencia compartida por muchos de sus contemporáneos, la esquizofrenia política del momento que después de su labor como compositor de cámara de la Reina Isabel II no le temblara el pulso al firmar las notas del himno republicano ¡Abajo los borbones!. Todo ello de la mano del, por mucho tiempo, director del Conservatorio de Madrid, convertido en uno de los grandes impulsores de la zarzuela - y ahí está su impresionante legado de varias decenas de títulos- y del docente de mayor prestigio de su época. Para la chismorrería histórica queda su extraña, y fascinante, relación con el poeta y político Adelardo López de Ayala. La doctora Cortizo señalaba a EL CULTURAL que Arrieta es "un inmenso compositor que mantuvo una estética estable que apenas evolucionó. Sólido en su trazo, escribe bien siempre por lo que su primera etapa operística resulta, incluso, más interesante que la última, sin que sea ni mucho menos despreciable. En mi opinión Ildegonda es posiblemente más válida que San Franco de Sena", afirma con la distancia que da el análisis de toda su obra.

Influencias belcantistas
Su ópera Ildegonda se remonta a la estancia de Emilio Arrieta en Milán, durante su formación en el conservatorio italiano entre 1839 y 1846. Allí fue alumno de Nicola Vaccaj -cuya obra ha permanecido en el olvido con la excepción del tercer acto de Capuletos y Montescos con que solía sustituirse la original de Bellini y que la reciente grabación de BMG ha recuperado- y también sería compañero de estudios, y a veces mentor, de Amilcare Ponchielli. Por todo ello, no debe de extrañar que el espíritu del bel canto se convirtiera en punto de partida de su concepción dramática.

En Milán tendría ocasión de trabar contacto con la vida lírica del momento e, incluso, asistir a primeras representaciones de las obras de Donizetti, Bellini e, incluso, de las obras de juventud de Verdi desde Oberto, conte di San Bonifacio a Nabucco. En ese espíritu se compone la pieza que se presentará esta tarde que, según Ramón Sobrino, responsable de la edición crítica, "es una obra notable, que funciona perfectamente para el oyente actual y donde resulta inevitable establecer vínculos con Bellini, Donizetti y el primer Verdi tanto en su concepción dramática como en su lenguaje musical".

La obra se estrenaría en el Teatro del Conservatorio de Milán en 1845, y cuenta con un libreto de Temístocles Solera que, entre otros, firmaría también los textos de Nabucco, I lombardi y Giovanna d’Arco de Verdi. El personaje de Ildegonda inspiraría a compositores tan dispares como los hoy olvidados Marco Aurelio Marliani, David Bini, Melasio Morales, Carlos Valentini o Achille Graffigna. "El libreto se construye sobre los inevitables amores imposibles típicos de la época, con el fallecimiento y casamiento in extremis característico de la ópera romántica" señala María Encina Cortizo, coautora de la edición crítica para el Instituto Complutense de Ciencias Musicales.

Hay que señalar que Solera (1815-1878), que desde 1846 trabajó como empresario en España, mantendría una estrecha relación con la Reina, que lo nombró "Poeta italiano de la Real Cámara y Teatro" y, entre otros muchos, hasta ha sido ubicado en el listado de amantes reales. De hecho tuvo que huir de España tras sus tormentosas relaciones con la soberana. Para la profesora Cortizo "el libreto no es demasiado truculento comparado con los de Scribe. En alguna medida, su estilo es ya viejo para la nueva sensibilidad que surgía en la Europa del momento".

Estreno en Madrid
El estreno en Madrid tuvo lugar en el Teatro de Palacio el 10 de octubre de 1849 con motivo de la celebración del 19 aniversario de la Reina Isabel II. Como anécdota hay que señalar que contó con Francisco Asenjo Barbieri como apuntador. La versión madrileña se llevó a cabo en dos actos y generando algunas alteraciones. En Madrid, sin embargo, el maestro Jesús López Cobos, tras analizar el original, en la versión para canto y piano de Milán, ha querido recuperar algún número y, como los materiales no se han encontrado, el profesor Sobrino se ha visto obligado a reorquestar. La obra se representó con alguna frecuencia en Italia y Portugal. Incluso su obertura permaneció en repertorio en las orquestas madrileñas hasta fines del XIX. Preguntado Sobrino sobre las causas de no haber quedado en repertorio, éste se pregunta: "¿y qué ha quedado en él? No hay repertorio español por las características de nuestras infraestructuras. Es lógico que la mayoría de los compositores acabaran decantándose por la zarzuela. La ópera era un terreno imposible".

No sería la única ópera que llevaría a cabo Arrieta. Así en 1850 estrenaría La conquista de Granada en el Teatro del Real Palacio, pero algunos hechos nada clarificados, llevarían a Arrieta a perder el favor de la Reina. Tras un año en Italia, volvería a Madrid donde ejercería de crítico del diario La Nación y escribiría la zarzuela El dominó azul que, estrenada en 1853, se convertiría en un rotundo éxito, abocando al compositor al género restablecido en esos momentos. A ella seguirían obras como El grumete, Azón Visconti, Un sarao y una soirée o Marina que, tras su increíble éxito como zarzuela, la transformaría en ópera, siendo la única composición de este autor que ha permanecido en el repertorio. Paralelamente, se convertiría en profesor composición del Conservatorio, donde tuvo como alumnos a Chapí, Bretón o Emilio Serrano. La recuperación de la ópera Ildegonda supera el agravio que nuestra historia ha cometido con uno de sus nombres más señalados.


Hacia la recuperación del patrimonio
El proceso de investigación sobre nuestro pasado lírico camina lento, pero imparable. Durante los últimos años se han hecho, en disco, representadas o en versión de concierto, las exhumaciones de obras fundamentales en nuestra historia como Margarita la tornera de Chapí, Los amantes de Teruel de Bretón, Merlín y Henry Clifford de Albéniz, La capricciosa corretta de Martín y Soler, María del Carmen de Granados, Los Pirineus de Pedrell, Le revenant de Gomis o La fattucchiera de Cuyás. Se añade ahora Ildegonda de Arrieta mientras que el Real presentará en septiembre La Dolores de Bretón y Elena e Costantino de Carnicer. Il califfo di Bagdad, prevista para el Festival de Granada, e El poeta calculista, para el de Cádiz, supondrá dar vida al mítico Manuel García; Les Talens Lyriques de Rousset continuarán su recuperación de Martín y Soler con L’isola dei piacere mientras que la Orquesta de Barcelona espera afrontar El comte Arnau de Pedrell.