Música

la zar

20 septiembre, 2000 02:00
¿La zarzuela en crisis?

El Teatro de la Zarzuela abrirá sus puertas con un nuevo responsable y con una ópera del siglo XX, pero el título de la obra de Weill resulta de lo más sugerente de cuanto pasa en su interior. Quizá no siete, pero son muchos los pecados capitales que el teatro de la calle Jovellanos ha de redimir para alejarse de una crisis que habrá de estallar irremediablemente tarde o temprano y que, por sí solo, ningún director del mismo puede evitar.

Todavía tenemos recientes los vaivenes en el nombramiento de su actual responsable que causaron el cese del director general del INAEM y que llegaron hasta los tribunales de justicia. No era sino el síntoma de que el Ministerio de Cultura no sabía qué hacer con el coliseo. Como el gobierno ruso no sabe qué hacer con el Bolshoi y cree que todo se arregla cambiando de director. Sobre el de la Zarzuela pesan unos cuantos males.

Pesa una indefinición de organigrama. ¿Por qué el Ayuntamiento de Madrid se halla al margen del teatro que lleva el nombre de su género más castizo? ¿Se ha aparcado su inclusión dentro de la Fundación Teatro Lírico y ni tan siquiera hay la más mínima corrdinación con ella? Peor arreglo tiene su dependencia jurídico-organizativa. Un teatro no puede dirigirse desde el BOE. El INAEM fue un buen marco en su día, pero hoy tal estructura ha quedado obsoleta y se opone frontalmente a la agilidad con la que ha de funcionar un ente artístico del tercer milenio. Impone un corsé que lo ahoga y del que a veces no queda más remedio que salirse a base hasta de ilegalidades. La dependencia administrativa tan directa ha llevado a cerrar en falso amenazas de huelga, firmando convenios a todas luces perjudiciales. Lo es el hoy existente con su coro. Este corsé determina por otro lado que su presupuesto de unos dos mil millones resulte escaso, cuando tal cifra debería ser más que suficiente para unas temporadas dignísimas.

Esta situación es la que tentó al anterior Secretario de Estado de Cultura a cerrar el local. Llegó a manifestarlo y sólo la pertinaz oposición de Tomás Marco y quienes hoy colaboramos en esta publicación logró evitar el candado. Pero no nos engañemos, la tentación resurgirá si no se toman medidas en profundidad.

La clara redefinición de su proyecto artístico, una vez en crucero el Real, es otro aspecto a tratar. ¿Zarzuela exclusivamente o simultaneidad con otros géneros de poco conveniente cabida en el Real? ¿Cómo abordar las recuperaciones? ¿Cómo abordar la presentación de una enésima Verbena de la Paloma? ¿Sería la ópera-estudio un camino a iniciar? Son muchos los debates abiertos.