Opinión

Divinas estrellas

La Papelera

20 septiembre, 2000 02:00

Qué barato se ha puesto el quilo de escritor. Vamos, que nunca ha sido tan fácil publicar, ni tantos han publicado tanto con tan poco, tan nada, tan huero y tan inútil, que decir. Y así se van llenando los estantes con libros sobre niños recién paridos, ridículas autoayudas, culebrones y memorias escritas por negros...

Están como nunca: las gentes de Lumen y los colegas de la prensa de Barcelona aún no se han repuesto de la visita de Helen Fielding, la madre de Bridget Jones, divina ella, que no se dejó fotografiar por aquello de que traía su propio "book", como si de una Claudia Schiffer se tratara. Que ya no se trata de escribir el mejor libro, sino de mostrar el mejor perfil... Claro que los bestselleros no son mejores: cuando Scott Turow estuvo en España obligó a las chicas de Prensa a patearse todas las delicatessen de Barcelona, buscando quesos y agua. Y un conocido poeta-editor catalán hizo que le trajeran de su restaurante favorito un plato de espinacas porque el menú escogido por sus editores no era de su agrado.

Otros no se conforman con tan poco: Tom Clancy acaba de abandonar su agencia de toda la vida por algo más que un puñado de dólares. Ahora, su carrera la llevará un despiadado agente de estrellas más conocido en Hollywood que en librerías.
N i siquiera el feminismo es lo que era: después de renegar durante años del matrimonio, causa esencial de la degradación de las mujeres, Gloria Steinem ha pasado a los sesenta y un años por primera vez por el aro nupcial, y ya hay quien malpiensa en futuros libro y película justificando el bodorrio. Y me juran que Lucía Etxebarría no cabe en sí de gozo porque dice que no hay que perder la esperanza. Que en cien años todos calvos o casados, vamos, incluso las incendiarias de salón.

La literatura on-line sigue triunfando: tras los experimentos de Stephen King , llega sólo a las librerías virtuales españoles la primera novela de Rupert Everett , el protagonista gay de La boda de mi mejor amigo. Hola cariño, ¿estás trabajando? se llama el invento, un retrato de la alta sociedad inglesa a la hora de entenderse con artistas de renombre, bien reconocibles ellos.

Llegó el día. Flotats presenta mañana Arte en Barcelona, casualmente el mismo día que estrenan El alcalde de Zalamea en el Teatro Nacional de Cataluña (TNC) . Y Aznar, que anda de visita por la ciudad, ha confirmado su asistencia. En el Nacional están que trinan. Tanto o más que la traductora de Darío Fo con Fermín Cabal, que trae a Madrid esa delicia de Sopa de mijo para cenar. Nuestro autor dijo que su versión, qué caray, había mejorado el original de Non si paga del Nobel. Y éste, que ya hace 20 años quiso prohibir su representación, ha montado en cólera.

Fernando Trueba está encantadísimo con La comunidad, el último aliento visceral de áléx de la Iglesia quien, por cierto, confía en comenzar en primavera el rodaje de su más ansiado y prehistórico proyecto: El regreso de Fu-Manchú.

No siempre nuestra escena tiene mala memoria con los suyos. Dirigidas por Miguel Narros, tres grandes, Berta Riaza, María Jesús Valdés y María Asquerino rendirán homenaje a Buero Vallejo en su tierra, Guadalajara, con textos seleccionados por Mariano de Paco. Allí estarán también Ana Marzoa, Juan Ribó y Paco Valladares.

Reunión de Patronatos artísticos: hoy mismo el del Prado, y el próximo 4 el del Reina Sofía. Ambos con ministra presidiendo y, probablemente, con arquitecto ampliador mostrando sus últimos retoques. Hay trajín, me dicen, entre los patronos (los directores los quieren más a su medida), el caso es que unos llegan y a otros les van. Mal rollo. Mientras tanto, Juan Manuel Bonet, pope del Reina Sofía, guarda en su manga algunas cartas que reconducen la programación de su museo.

El infatigable Juan Manuel de Prada sigue triunfando fuera, tras los pasos de Pérez-Reverte y Javier Marías. El suplemento de libros de "Liberation" le dedicó a finales del mes pasado entrevista, crítica y crónica encendidas, en las que no le escatimaban esos elogios que aquí le son tan esquivos.

Y si a Prada siempre le quedará París, al final a la literatura le quedan los clásicos, a los que las editoriales más punteras vuelven sin remedio. Así, Debate lanza ahora relatos de Stevenson, Poe, Wilde y Jack London en edición bilingöe y Grijalbo presume de su sello de clásicos acribillados de notas, mientras que Alba explota el filón de los novelistas del XIX.