Un momento del renovado Romeo y Julieta de Maillot

Llega a los Teatros del Canal y al Kursaal la versión del clásico shakesperiano firmada por Jean-Christophe Maillot para Les Ballets de Monte-Carlo, que de su mano han modernizado su repertorio con coreografías más actuales.

Vuelven Les Ballets de Monte-Carlo con una de las piezas más atractivas de su repertorio: Romeo y Julieta, en versión coreográfica de su director, Jean-Christophe Maillot. Tras sus actuaciones en los Teatros del Canal de Madrid del 10 al 12 de febrero, la compañía interpretará ese mismo ballet el día 15, en el Auditorio Kursaal de San Sebastián.



Maillot ha sabido, desde su llegada a Montecarlo en 1993, dar a la agrupación una identidad inconfundible. Haciéndose con un lucido e internacional elenco de 50 bailarines y creando un repertorio en el que predominan sus coreografías, ha conseguido que el público se olvide de su compañía precursora en el Principado, Les Ballets Russes de Monte-Carlo, en la que se refugiaron parte de los integrantes de los originales Ballets Russes tras la muerte de Sergei Diaghilev, su director y alma mater. Tras varias décadas de cierta inestabilidad que llegó a hacerla desaparecer, y gracias al interés de Carolina de Mónaco, la compañía se refundó en 1985 bajo la dirección de Ghislaine Thesmar y Pierre Lacotte primero, y Jean-Yves Esquerre después, quienes incorporaron un repertorio diverso, de altísima calidad y cierto corte afrancesado, bastante tradicional.



Cambio de piel

Tras la llegada de Maillot como asesor artístico, y apenas un año después como director, la compañía dio un giro hacia la creación actual incorporando piezas de los principales coreógrafos del momento, para poco a poco especializarse también en los propios ballets del director. Si bien en sus primeros años perdió gran parte del conservador público habitual de la Salle Garnier de la Opéra de Montecarlo, donde la compañía actuaba, Maillot recuperó la confianza de los espectadores rápidamente con unos montajes limpios y actuales y trasladó a la compañía al Grimaldi Forum, un espectacular recinto que acoge ahora sus producciones. El coreógrafo, formado en el Conservatorio de Tours y la prestigiosa Escuela de Rosella Hightower en Cannes, vio cómo su galardón en el Prix de Lausanne en 1977 le catapultó al Ballet de la Ópera de Hamburgo, donde su director, el coreógrafo norteamericano John Neumeier, le descubrió las maravillas de la creación. Tras una relativamente corta carrera como bailarín, se asentó como coreógrafo en el Ballet du Grand Théâtre de Tours, que más tarde se convertiría en Centro Coreográfico.



De todo el repertorio de casi cuarenta ballets que Maillot ha creado desde su llegada a Les Ballets de Monte-Carlo en 1993, Romeo y Julieta es quizás su pieza más lograda, la más redonda y adaptable a su elenco de bailarines. Estrenada en 1996, en ella supo exprimir al máximo la exquisitez técnica, las líneas refinadas y la madurez artística de la bailarina Bernice Coppieters -ya retirada pero vinculada a la compañía en su calidad de experta en el repertorio de Maillot- y Chris Roelant, protagonistas del elenco original, quienes incorporaron parte de su maestría en el primer montaje.



En la versión de Maillot, la compleja trama argumental diseñada por Shakespeare y quienes le precedieron se reduce a la mirada arrepentida de Fray Lorenzo, el religioso a quien Julieta recurre en el momento trágico de su inminente boda concertada por su familia, y cuya bienintencionada intervención con la pócima somnífera desencadena el auténtico drama de la obra. En esta versión del ballet, el eterno enfrentamiento entre Capuletos y Montescos pasa inadvertido y la atención de la coreografía recae en el amor apasionado e incontenible de Romeo y Julieta. Aun así, la fogosidad inconsciente del ya experimentado Romeo -quien de un plumazo es capaz de olvidar a todas sus conquistas anteriores- y el descubrimiento del amor y el deseo por parte de Julieta ceden cierto protagonismo a las demás mujeres de la obra: Lady Capuleto, la nodriza y Rosalinda. No veremos luchas de espadas ni escenas urbanas del Renacimiento en este ballet; no hay frasquitos con veneno ni dagas afiladas: sólo emociones a través de movimiento y ciertos guiños al texto de Shakespeare, visibles únicamente para quienes de verdad hayan leído sus versos.



El público que haya seguido las actuaciones de Les Ballets de Monte-Carlo en España en años anteriores, reconocerá en este Romeo y Julieta la puesta en escena de uno de los colaboradores habituales de Maillot, el escenógrafo Ernest Pignon-Ernest, quien también firmó las de Le Songe (2005) y Lac (2011); sus decorados enmarcan la acción sin situarla de forma obvia en el tiempo y el espacio, y la forma en que reutiliza la rampa de las escenas callejeras como balcón de casa de Julieta es uno de sus mayores aciertos escénicos. El elegante vestuario de Jérôme Kaplan y la iluminación de Dominique Drillot convierten este Romeo et Julieta en un producto muy atractivo para el público actual.



Cuenta Maillot que hace años fue a ver una versión de Romeo y Julieta con su hija, y que ella "se rió en la pelea -por ver a esa gente en mallas tratando de hacer cosas ridículas- y en la muerte de Julieta. Ella no sabe nada de danza", reflexionó Maillot. "¿Por qué tenemos que hacer siempre los ballets para gente que sabe de danza? ¿Qué hacemos con ese pobre hombre que tiene que venir porque su hija toma clases de ballet?". Quizás ese ha sido, desde entonces, el secreto de su éxito.



@ElnaMatamoros

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