Cesc Gelabert en Escrito en el aire. Foto: Ros Ribas

Ohad Naharin, Cesc Gelabert, Sara Calero, Carlos Pinillos... Los protagonistas de la XXXI edición de Madrid en Danza, la segunda con Aída Gómez al frente, nos desvelan las claves de sus técnicas, coreografías, fuentes de inspiración... Las sacarán a relucir a partir de este viernes (18) en un festival que este año ofrece un panorama completo de todos los estilos dancísticos (clásico, flamenco, contemporáneo...) y que cuenta también con Nacho Duato.

Comienza Madrid en Danza los días 18 y 19 en los Teatros del Canal con una gala que reúne algunas de las obras que Nacho Duato creó en sus 20 años frente a la Compañía Nacional de Danza. Extractos de Arenal, Jardí Tancat, Rassemblement, Remanso... y también Static Time -su reciente creación para el Staatsballett de Berlín- serán interpretados por un buen número de los bailarines que las hicieron célebres, algunos todavía en la CND, y otros que vuelven para la ocasión. Duato no será el único coreógrafo agasajado estos días: Rafael Aguilar (1929-1995) dejó un ramillete importante de obras que significaron un paso adelante en el flamenco escénico. Su formación heterodoxa, su curiosidad permanente y una trayectoria más que notable como bailarín le permitieron incorporar los lenguajes clásico y contemporáneo al flamenco de una forma poco frecuente entonces; su compañía, el Ballet Rafael Aguilar, mantiene el reconocimiento internacional. Dos de sus piezas más famosas-Rango y Bolero- se verán el 19 en el Real Coliseo de Carlos III de El Escorial y el 27 en el Canal.



Allí desembarcará, los días 23 y 24, la Batsheva Dance Company que dirige desde 1990 el israelí Ohad Naharin (Kibbutz Mizra, 1952) con su obra más reciente: Last Work, "un nombre muy dramático pero que no dice nada sobre la pieza, lo deja todo para cuando el público la vea", explica a El Cultural. Naharin ha recibido todo tipo de reconocimientos: Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, dos premios Bessie, doctorados Honoris Causa... y sigue en una "búsqueda eterna" de movimiento. "Desde nuestra última visita a Madrid, hace seis años, mis bailarines han aprendido a escuchar sus cuerpos, a interpretar mejor mis obras y a aportar contenidos que ni ellos habían probado. Yo he aprendido mucho por el camino", afirma. Quizás haya algo más oscuro en esta obra que en las anteriores, pero los ingredientes son los mismos y sigue empleándolos con maestría: su erotismo puede ser algo más violento o explícito, pero el cinismo y la inteligencia con que lo muestra es genuinamente Naharin. Defiende que "la danza no va de géneros" pero percibe las diferencias entre hombres y mujeres y juega con su diversidad "de formas, de motivaciones y hasta valores". Naharin se ocupa del diseño sonoro de sus piezas pero se disfraza con el pseudónimo de Maxim Warrat, un personaje del que dice, riendo: "Puede llegar a ser muy problemático y ahora mismo está en la cárcel. ¡A veces no es fácil comunicarme con él!". La broma, dice, le ayuda a "mejorar su juego de creación".



En esta obra penetra en la muerte con humor y alcanza los límites físicos de sus bailarines; los lleva al extremo con su técnica Gaga, una forma de movimiento que viene desarrollando desde hace décadas y que ya se imparte en todo el mundo. "Doy clase [de Gaga] todos los días porque me gusta. ¡Lo necesito! Es mi búsqueda, donde hago mis mayores descubrimientos y donde puedo además compartirlo todo con mis bailarines". Gaga es una técnica exigente y precisa; en Tel Aviv y también en sus giras, Batsheva suele abrir alguna de sus clases al público, que acude entusiasmado. "Aunque sé que podemos crear mucha belleza y virtuosismo, el núcleo de mi trabajo es la sensación de descubrimiento y de conexión con las emociones, el placer del movimiento", dice Naharin. Quizás por eso el vestuario de sus bailarines ni esconde ni exhibe sus cuerpos: "Nos movemos porque nos conecta con nuestra pasión y nuestra imaginación… y dejamos que la gente nos mire mientras lo experimentamos. Por eso no tenemos espejos en nuestros estudios de danza: no se trata de ‘nosotros mirándonos en el espejo', sino de otra gente mirándonos. Lo primero que percibes en mis bailarines es la búsqueda de sus instintos animales, su capacidad para sublimar su sensualidad, sus emociones, preocupaciones, amor, miedo... en vez de exhibir lo guapos que son. Por supuesto que son guapos... ¡pero tampoco hace falta exhibirse!", aclara firme.



Escribir en el aire

Lo primero que percibes en mis bailarines es la búsqueda de sus instintos animales, su capacidad para sublimar la sensualidad" Ohad Nahari

Dorothée Gilbert y Mathieu Ganio, Étoiles del Ballet de la Ópera de París, interpretarán, también en el Canal, Tristan & Isolde de Giorgio Mancini. Con un lenguaje bastante tradicional, Mancini logra momentos exultantes y llena la música de Wagner con dos bailarines y un vestuario inteligente de Yiqing Yin (día 20 en la Sala Roja). Y en la Verde veremos, tras casi seis años de ausencia en Madrid, Gelabert Azzopardi Companya de Dansa con Escrito en el aire (Gelabert danza Novarina), una obra muy poco convencional, los días 24 y 25. Estrenada en el Grec, parte de textos de Valère Novarina y ha enfrentado a Gelabert al reto de hablar mientras baila. "Siempre deseé mostrar las palabras que esconde la mente del bailarín: ideas, emociones que dan potencia al movimiento... con Novarina como partenaire, he podido dar cuerpo a sus palabras", explica Gelabert a El Cultural. Galerías de personajes, música que incluye la voz grabada o en vivo del bailarín y otros juegos de escena, enfatizan el movimiento y renuevan su consistencia. "Me fascina esta mezcla; ha sido un auténtico trabajo de equipo y a veces no sé de quién han salido algunas de las ideas", dice el coreógrafo. La música es de Borja Ramos, vestuario de Lydia Azzopardi, iluminación de Conxita Pons, esculturas de Toni Giró y la dirección de escena de Moisés Maicas. Gelabert se enfrenta ahora al texto en castellano: "Tiene un carácter muy distinto, es más clásico; en catalán es más cercano al surrelismo de Brossa o Boix". El trabajo de Novarina, dramaturgo, pintor y director de escena, tiene para Gelabert "un toque metafísico muy bonito y un humor que me encanta; muy culto". Y añade: "La palabra es una mentira siempre, pero te da un poder tremendo. Si bailas bien estás siempre lleno de palabras, sólo que no se escuchan porque están veladas por el cuerpo. Esa es la fascinación, es la belleza de nuestro oficio, y aquí me he permitido el lujo de utilizarlas".



De izqda. a dcha: Bailarina del Ballet Rafael Aguilar, Carlos Pinillos y Sara Calero

Hacia la demencia de Nijinsky

Otro nombre de moda en Europa, Marco Goecke, ofrece también en el Canal los días 30 de noviembre y 1 de diciembre Nijinsky, su visión del histórico bailarín malogrado en su locura, por la Gauthier Dance Company del Theaterhaus de Stuttgart. El mismo teatro acogerá a Israel Galván del 2 al 4 de diciembre con La edad de oro, una obra de hace diez años que nos devuelve al formato más tradicional del flamenco con el peculiar lenguaje del bailaor, a la compañía Mal Pelo con El Quinto Invierno, sobre el paso del tiempo, a partir de textos de Erri de Luca (1 y 2 de diciembre), a la Compañía Lali Ayguadé (día 4) con Kokoro y su búsqueda vital entre cuatro bailarines, y a La Veronal, que dirige Marcos Morau, con Siena, una reflexión en torno al cuerpo, el día 8. La Cuarta Pared presentará un estreno mundial -Olvido....... de hilo blanco- de 10&10 Danza, del 23 al 26. La coreografía es de Inés Narváez Arróspide y Mónica Runde, que forman también parte del elenco que lo intepreta. En La Abadía estará Concha Jareño Cía con El Baúl de los Flamencos, un espectáculo que surgió de los trajes y complementos de estos bailes (1 de diciembre). En el mismo escenario estará el 6 Violetta, Simone et moi-Variations sur le thème de Traviata, un trabajo de Catherine Habasque que interpreta ella misma junto al contratenor Thomas Lichtenecker; la manipulación y los roles impuestos socialmente a la mujer en cualquier época desembocan en el escenario a través de Verdi, Didier Puntos y Simone de Beauvoir.



Si bailas bien estás lleno de palabras, sólo que no se escuchan porque están veladas por el cuerpo. Esa es la fascinación de nuestro oficio" Cesc Gelabert


La Compañía Belén Maya interpretará Romnia, pieza flamenca orientalista, en el Centro Cultural Paco Rabal, el 26 de noviembre, y la Compañía Sara Calero, el 3 de diciembre en el Centro Cultural Cardenal Gonzaga, El mirar de la Maja, con la que obtuvo el Premio Artista Revelación en 2013 en el Festival de Jerez. "El mensaje de esta obra no ha perdido vigencia", afirma Calero. "El público la disfruta porque no hay muchas oportunidades de ver clásico-español. Para mí este lenguaje no es un límite sino una herramienta para contar historias, de la misma forma que la cantaora Gema Caballero viene del flamenco y pone su voz al servicio de otras melodías", añade. La Danza V, el intermedio de Goyescas o el Fandango del candil son algunas de las piezas de Enrique Granados que les llamaron la atención "por su ‘flamencura'; los paralelismos eran evidentes y los estudiamos para realizar nuestras propias interpretaciones". Ese mismo día, Larumbe Danza interpretará Chasing Forest (Ensueños del Bosque) en el Real Coliseo de Carlos III, una obra mágica de Camille Hanson que navega entre la naturaleza, lo sobrenatural y la tecnología.



Dos galas de danza en los Teatros del Canal adornan el festival. El 26 de noviembre se reunirá un grupo de Primeros Bailarines de compañías internacionales entre los que brillan la argentina Marianela Núñez o los españoles Alicia Amatriain y Carlos Pinillos. "Bailar para la gente de mi ciudad tiene un significado especial: la echo mucho de menos", admite Pinillos, Primer Bailarín de la Companhia National do Bailado (Lisboa); interpretará con su esposa Filipa De Castro dos obras muy especiales para ellos: el Grand Pas de Deux de Don Quijote -"lo primero que bailamos juntos"- y Cantata, de Mauro Bigonzetti, "la última pieza que bailó antes de su cierre el Ballet Gulbenkian, al que homenajeamos". In Pulso es el nombre bajo el que el 7 de diciembre se reunirán las Compañías Residentes de la Comunidad de Madrid: Ibérica de Danza, Larumbe Danza, Rojas y Rodríguez, Losdedae, la Compañía de Antonio Gades y Malucos pondrán cuerpo a la danza madrileña.