Hacía años que no escuchábamos en Madrid ese monumento que es la Sinfonía nº 8 de Mahler, la llamada De los mil. Por eso hay que saludar con alegría su programación en el que es el último programa de la temporada de la Orquesta y Coro Nacionales.



Estamos ante una de las obras más densas –en forma y pensamiento– del músico; también de las más desequilibradas y de mayor contundencia, que exige, para reproducir su complejo entramado, un enorme contingente de músicos, instrumentistas y coristas; amén de un amplio plantel de solistas vocales.



El primer movimiento, el himno Veni creator spiritus, que emplea el texto latino, está organizado a base de gigantescas peroraciones, de fugas inacabables y dificultosas, en la que los coros han de cantar de manera crispada y angustiosa el mensaje de alabanza y de súplica. Lo mismo que los ocho esforzados solistas.



Todo se aquieta en el segundo movimiento, un canto a lo femenino, con texto de la escena final del segundo Fausto de Goethe. Para llevar a buen puerto ese edificio monumental hace falta un especial sentido constructivo, una mente lúcida y un mando firme y claro que pueda poner en orden la multiplicidad de líneas, los furiosos contrapuntos del himno y, luego, dejar que la música cante más llanamente, en progresión ascendente hacia el apoteósico cierre, en donde –Coro místico– la armonía se cumple tras esplendorosa elevación.



David Afkham, titular de los conjuntos nacionales, suele acertar en la exposición de los pentagramas mahlerianos. Su gesto sin batuta, claro, bien trazado y elegante, no tendrá problemas para establecer líneas y edificar. Posee además un muy lógico y bien asentado sentido del ritmo y puede y debe revestir a la obra de un mayor lirismo en los momentos adecuados del que conseguía el ya histórico titular de la Nacional durante tantos años, el ya fenecido Frühbeck de Burgos, muy amante de esta sinfonía.



Para los conciertos en el Auditorio Nacional (días 30, 1 y 2) se cuenta con cuatro de los mejores conjuntos corales de España: el propio coro de la casa, el de la Comunidad de Madrid, el Orfeón Donostiarra y el Orfeón Pamplonés. Junto a ellos, la Escolanía del Monasterio de El Escorial. Y un selecto plantel de solistas. Entre ellos, dos españoles, la soprano Serena Sáenz y el barítono José Antonio López. Importante asimismo es la presencia del tenor heroico Simon O’Neill y de la mezzo Alice Coote. Completan el grupo las sopranos Sarah Wegener y Mandy Friedrich, la mezzo Wiebke Lehmkuhl, y el bajo Christof Fischesser.