La bailaora y coreógrafa Rocío Molina (Torre del Mar, 1984) ha recibido el León de Plata de la Danza 2022 de la Bienal de Venecia por "recrear la tradición del flamenco con una punzante perspectiva contemporánea". Saburo Teshigawara, el coreógrafo y bailarín japonés, ha recibido el León de oro.

En una entrevista reciente con El Cultural Molina aseguraba que para ella la escena es un lugar sagrado: “Subo para conectarme conmigo misma y con mi verdad, y si no es así, no subo. Yo creo que ahí radica ese presunto poder de transmisión, en el mostrarme sin disfraz”.

La Bienal ha querido recordar la trayectoria de Molina, artista que ha sido invitada a teatros y festivales de todo el mundo, desde Aviñón al Barbican Centre de Londres, al City Centre de Nueva York, la Esplanade en Singapur, Tanz Im August en Berlín y el Teatro Stanislavsky en Moscú.

Para la bailaora, cuya gran pasión es la guitarra, instrumento que le aporta y sugiere ideas, "la improvisación es una necesidad espiritual porque te relacionas con la zona más instintivam con la niña que eres, con lo que significas en ese moemnto, con tus colores, con tu energía". 

El próximo mes de julio presentará en Venecia la obra Confesión de la Carne. Para el el director de la cita, Wayne McGregor, "las coreografías vanguardistas, extravagantes y poderosamente crudas de Molina fusionan el flamenco tradicional con estilos de baile modernos e impulsos, improvisaciones que caracterizan su lenguaje de baile único".

Molina ha acuñado su propio lenguaje artístico basado en un estilo flamenco tradicional, que respeta su esencia, pero abraza lo genuinamente nuevo. Radicalmente libre, Molina combina en sus obras virtuosismo técnico, investigación contemporánea y riesgo conceptual.

La coreógrafa ha trabajado con artistas del flamenco como María Pagés, Miguel Poveda, Antonio Canales, Israel Galván, y de las artes contemporáneas como Carlos Marquerie, Mateo Feijóo o Jean Paul Goude.