“La aventura era convertir un diagnóstico y unos síntomas, los de la enfermedad mental en general y los del Trastorno Obsesivo Compulsivo en particular, en una obra artística. Yo tengo mi propia batalla con la depresión. Quizá por eso me vinculé de una manera muy personal al proyecto”. Así se enfrentó María Velasco al texto de Suit toc núm 6, obra de la compañía Les Impuxibles que pudo verse en la Sala Beckett el pasado año y que estará en los Veranos de la Villa de Madrid (Naves del Español) a partir del 15 de julio.

"La pregunta es por qué sigue habiendo tanto desconocimiento sobre la enfermedad psicológica y psiquiátrica mientras no deja de crecer el porcentaje de pacientes". María Velasco

La obra, desvela la autora a El Cultural, se ha escrito en la sala de ensayos a sabiendas de que no era un texto ni un concierto ni un espectáculo de danza sino todo a la vez: “El montaje exige desprenderse de muchos tics profesionales y encontrar un método nuevo”, añade Velasco, que ha colaborado también

con Les Impuxibles en FAM, obra que puede verse en el Grec de Barcelona (Mercat de les Flors) hasta este viernes, 9.

Suit toc núm 6 se centra en los colectivos silenciados, en la estigmatización de los trastornos mentales y en la la forma de construir los relatos oficiales. Para Velasco, la puesta en escena tiene un componente espectacular y, al mismo tiempo, social y político: “Parece una contradicción pero es así. En este caso, la espectacularidad tiene que ver con cierto virtuosismo de Clara Peya al piano, de Ariadna Peya bailando y de Pau Vinyals interpretando”. Velasco enumera así un equipo que se completa con, entre otros nombres, Judith Pujol, Èlia Farrero, Judit Colomer, Adrià Viñas y Marc Soler.

Asistiremos a la historia de dos mujeres que viven bajo la influencia del TOC. Experimentaremos el malestar provocado por la medicación y sus prolongados síntomas secundarios. “Nuestras propias experiencias de sufrimiento mental están ahí, entre líneas –añade Velasco–. La pregunta que nos hacemos es por qué sigue habiendo tanto desconocimiento sobre la enfermedad psicológica y psiquiátrica mientras no deja de crecer el porcentaje de pacientes y el negocio farmacéutico de los antidepresivos. Por todo ello, defendemos que el arte es un tipo de salud”. Para la autora, vivimos en “una dictadura de la superficialidad sin precedentes” que va más allá de la parrilla televisiva o de las redes sociales: “Al final, todo el mundo tiene que mirar a los ojos a la soledad, a la vejez, a la enfermedad y a la muerte”.

La dramaturga considera que lo peor es el desamparo al que se somete a los enfermos mentales, especialmente si no tienen poder adquisitivo: "Los recursos de la salud mental en la Seguridad Social son exiguos. Esto lo he vivido yo en mis propias carnes y hay que vencer la vergüenza para decirlo. Como paciente, se te envía antes al psiquiatra que al psicólogo, porque la terapia requiere tiempo y recursos, y la química es infalible a corto plazo, aunque luego pase factura. Tanto la psicóloga como el psiquiátra me decían que era muy difícil brindarme ayuda con la periodicidad con la que podían verme. Muchas veces sentí su impotencia. Saben que hay pacientes que pueden infringirse daño o hacérselo a los demás, pero están extralimitados".

@ecolote