José Antonio Abreu.

"La música puede sacar a los jóvenes de la marginalidad", aseguraba siempre el músico, activista, economista y educador venezolano José Antonio Abreu (Trujillo, 1939), conocido en su país como 'el Maestro'. Con su muerte este fin de semana a los 78 años, tras un largo periodo de enfermedades, se marcha uno de los más férreos defensores del papel educador e integrador de la música. Abreu se convirtió en el visionario que utilizó la música para transformar la pobreza y fundó el reconocido Sistema Nacional de Orquestas y Coros. El también economista y político, reconoció en varias oportunidades haber sentido afinidad por la música desde la infancia, lo que lo llevó a tomar sus primeras lecciones de piano a los 9 años.



Con grandes inquietudes sobre la desigualdad, continuó su formación en Caracas, donde se convirtió en discípulo de reconocidos maestros locales como Vicente Emilio Sojo, con quien estudió composición; Moisés Moleiro, su profesor de piano, y Evencio Castellanos, de quien recibió clases de órgano y clavecín. Fue a los 35 años, cuando su intención de cambiar una sociedad desequilibrada lo llevó a concebir un proyecto en el que, según sus propias palabreas, pudiera "sintetizar y canalizar de manera ingeniosa y nacionalista la experiencia y los conocimientos alcanzados en el campo económico, gerencia, pedagogía y, por supuesto musical".



Así nació El Sistema, un proyecto de extraordinaria envergadura artística y social en Venezuela que tiene como mascarón de proa a la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, a la que hemos visto en múltiples ocasiones recorriendo España con su desbordante energía y con su logrado oficio para afrontar las partituras de los grandes popes de la composición europea.



Galardonada en 2008 con el premio Príncipe de Asturias de las Artes, esta formación es la gran obra y el legado de José Antonio Abreu, que además de músico ejerció de político y economista. En 1957 fue elegido diputado al Congreso Nacional, y entre 1989 y 1995 fue ministro de Cultura, vicepresidente y director del Consejo Nacional de la Cultura. Además, "a fin de poder materializar su proyecto de vida, la génesis y consolidación de El Sistema, Abreu forjó primero una trayectoria como planificador y economista de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas", aseguran desde la Fundación Simón Bolívar, órgano rector de El Sistema.



"Dedicó su vida", declaraba en su sentido comunicado la fundación venezolana, "a luchar por la inclusión social y la excelencia musical, a través de la creación del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela. Quienes formamos parte de esta organización artística y pedagógica nos unimos al duelo que embarga a sus familiares, amigos y allegados. Todos los niños, niñas y jóvenes que aprenden a vivir la música se abrazan para seguir el legado de este insigne músico venezolano sembrador de ilusiones y constructor de sueños, que ha llevado a cabo una tarea que supera el horizonte musical y cultural, y se inserta en el rescate y formación de la juventud venezolana y latinoamericana".



El Sistema fundado por Abreu y definido como un "fenómeno social" en su país, se creó con la idea de sistematizar la instrucción y práctica colectiva de la música clásica como órgano de desarrollo social, anulando el paradigma de la música para las minorías. El músico fundó pequeños conservatorios en comunidades vulnerables, dirigidos a jóvenes y niños que podían recibir un instrumento y educación gratuita, y que hoy está desarrollado en toda Venezuela y replicado en unos 25 países, un sueño que se completará cuando "cada niño tenga un instrumento", según la idea que lo inspira.



Abreu fue el más influyente tutor y maestro del estilo del famoso y también laureado director venezolano Gustavo Dudamel, director de la Filarmónica de los Ángeles, la joya más mediática de El Sistema. Dudamel ha expresado el impacto que le ha causado su muerte: "Para mí fue una inspiración, un artista, un amigo, un padre, un maestro. Me regaló los arcanos de la música con la misma vehemencia con que me enseñó que el derecho a la belleza es inalienable". El director de la Filarmónica de Berlín, Simon Rattle, destacó a su vez la dedicación de Abreu "a cambiar la vida de generaciones de jóvenes a través de la música y de El Sistema".



Los casos de jóvenes que han esquivado las consecuencias más nefastas de la miseria gracias al Sistema se cuentan por decenas de miles. Buen ejemplo es Rodolfo Barráez, uno de los directores formados en la factoría Abreu que empieza a despuntar en Europa. Le vimos fajándose en la Competición Mahler que organiza la Sinfónica de Bamberg y que sirve de escaparate para nuevas batutas (el propio Gustavo Dudamel empezó a forjarse un nombre en Europa cuando la ganó en 2004). Barráez participó en la edición de 2016, con todo un país detrás de él respaldándole (así se viven estas cosas en Venezuela). Decía entonces que el Sistema "vivía su mejor momento" a pesar de las tensiones políticas. Era de las pocas instituciones que seguían siendo un auténtico potenciador del progreso social. En la ciudad alemana recordaba cómo, con 14 años, se levantaba a las dos de la mañana para ir a las clases de violín en Caracas, a donde llegaba tras 7 horas de trayecto en autobús desde su ciudad natal, Falcón. La ilusión que le inocularon en El Sistema le hacía afrontar sin desmayo aquel esfuerzo continuado.



El 2010 recibió el Premio de la Paz de Seúl por su trabajo para mejorar la vida de jóvenes desfavorecidos, un galardón que reconoce a quienes luchan por la paz más allá de razas o ideologías. Convertido en uno de los músicos más importantes y de mayor trascendencia de la cultura musical venezolana, ha recibido el reconocimiento de la Unesco y ha sido honrado con la Orden del Sol Naciente y el Premio de Música Polar, otorgado por la Real Academia Sueca de Música. Cientos de músicos y miembros de coros se reunieron el domingo para rendir homenaje y despedir en la capilla ardiente en Caracas al maestro venezolano.