Imagen de La Venus abierta

Basándose en el acto vandálico que Mary Richardson cometió en la National Gallery de Londres en 1914 contra La Venus del espejo de Velázquez, La Venus abierta, que se estrena este lunes en los Teatros Luchana, ahonda en cuestiones como la feminidad y la identidad sexual.

Era marzo de 1914 cuando Mary Richardson entraba en la National Gallery de Londres y con un cuchillo de carne asestaba seis puñaladas a La venus del espejo de Velázquez. La figura del maestro quedó atentada por la espalda y los hombros pero los conservadores de la pinacoteca pudieron restaurarla. Por supuesto a ella se la llevaron presa, con una condena de seis meses de prisión, y en su declaración apuntó que fue una reacción contra la detención de su colega sufragista Emmeline Pankhurst. Era su lucha personal sobre los derechos de la mujer. Ahora, más 100 años más tarde de aquel episodio, la lucha feminista ha tomado otra forma pero el camino a recorrer sigue ahí. Basándose en la acción de Richardson el director y dramaturgo Juanma Romero Gárriz ha elaborado La Venus abierta, una comedia con tintes de humor negro que se estrena este lunes en los Teatros Luchana, donde ahonda en cuestiones como la feminidad y la identidad sexual.



Este acto de lucha que llevó a cabo Richardson "forma parte de esa intrahistoria en la que, determinados episodios, hablan mejor de nosotros que los grandes hitos del pasado", apunta Romero Gárriz. El ataque, para él, fue un acto performático pero quisieron ir más allá en la historia y en el hueso de la misma vieron que "lo interesante era profundizar en las contradicciones del personaje". Una frase que Richardson formuló les hizo pensar que aquel acto vandálico iba más allá de la protesta, era una respuesta personal. "No podía soportar el modo en que ellos [los hombres] miraban esa pintura", dijo Richardson y tirando de ese hilo el dramaturgo y la compañía de teatro Vuelta de Tuerca imaginaron "una banda de cuatro personajes unidos, en la actualidad, por el rechazo visceral que experimentan por el desnudo clásico".



Verónica (Marta Alonso), una de las protagonistas de la obra, se ha quedado sin trabajo y observa con obsesión la pintura. Ángeles (Patricia Quero), la segunda en discordia, odia la obra porque opina que es la manifestación de que el arte ha estado en manos de los hombres y las mujeres han entrado en los museos de una sola manera: desnudas. Ángeles invita a Verónica a unirse con sus colegas Violeta (Eva Boucherite), obsesionada con el color, y a Hans (Karlos Aurrekoetxea), un profesor de arte dandi y sofisticado. En la segunda reunión la banda, llamada Las Hermanas de Marte, deja la teoría a un lado y traza un plan para llevar a cabo una acción similar a la ocurrida en 1914 pero en el Madrid de 1990. En esta ocasión se trata de atacar La Venus de Velázquez que viaja desde Londres al Museo del Prado entre algodones.



Imagen de uno de los ensayos de La Venus abierta

Con el deje del humor negro Romero Gárriz aspira "a conquistar una ironía amable" abordando temas como la feminidad, la identidad sexual y la igualdad de género. "Es una ironía que nace de las entrañas y de la experiencia, no de la superioridad moral a la que, sin querer, tiende el intelecto", matiza el director. Ninguno de ellos, apunta, piensa que atacar un cuadro sea la solución a los problemas pero, sin embargo, comprenden de dónde surge esa "necesidad". Por eso procuran "reírse de nuestros instintos más traviesos, de nuestra ansia de reconocimiento y de las inevitables transgresiones a las que conduce la impotencia", recalca. Todo ello hilado a través de una puesta en escena que "integra al público como si la cuarta pared fuera, por momentos, el propio cuadro de Velázquez sin recurrir a la proyección de sus pinturas", anota.



La lucha hoy es mucho más sutil

La lucha por la igualdad es hoy diferente a la que concernió a estas sufragistas que consiguieron el sufragio universal en el Reino Unido. En la actualidad "la opresión se ha vuelto más sutil, se ha logrado que la lucha parezca caprichosa. En la superficie todo nos ha sido concedido pero para quitárnoslo por debajo de la mesa", opina Juanma Romero Gárriz. "Que hoy en día haya cuatro mujeres en huelga de hambre porque nuestro Gobierno no es capaz de cerrar un pacto de estado contra la violencia machista conecta de inmediato una época con otra y nos muestra lo mucho que todavía queda por conquistar. Es ahí donde la mala educación sigue pesando atrozmente. Ahí y en Rusia, con el caso de las Pussy Riot; y en EEUU, con ese que presume de agarrar vaginas; y con la condena del aborto por parte de la Iglesia católica... La lista, en fin, sería innumerable", critica.



No obstante, el director recela de "toda crítica a una situación social que, al mismo tiempo, no haga autocrítica". La obra hace, de hecho, más hincapié en "nuestras contradicciones que en las del sistema" y, por eso, en La Venus abierta "conviven las reivindicaciones más necesarias con las soluciones más discutibles". En su opinión el teatro se convierte en un lugar idóneo para hablar de contradicciones, anhelos y miedos y en ese sentido la compañía Vuelta de Tuerca, que inició su andadura en 2003, no hace "teatro tanto para dar a conocer unos hechos históricos sino para comprobar cómo resuenan en nuestro interior". Así, el teatro se convierte en un medio para alzar la voz pero también para hablar en susurros. O, parafraseando a Wajdi Mouawad, "el teatro es el silencio que sigue a un grito. No como voceros. Somos médiums. Convocamos a los fantasmas de la historia, sí, pero también a los de la intimidad".



La realidad muestra que "hay gente que acude a museos porque allí hace menos frío que en sus casas o porque vinculan una determinada imagen con la pérdida de un ser querido". Son esas personas las que "pueden terminar atacando un cuadro y son, por su fragilidad, las que más nos interesaban. Al final, en nuestra obra, atacar o no atacar un cuadro es sólo el último paso de un apasionante viaje al interior de la pintura".



@scamarzana