Prince

Prince es probablemente el ejemplo perfecto de virtuosismo y de talento artístico. Tenía aura de estrella y era capaz de atraer, de ir más allá que el resto de los mortales. Sin embargo, lo importante fueron sus discos y la manera de relacionarse con la industria

Una vez contada su vida, con todos los tópicos sobre su presunta hipersexualidad, sus fiestas en Paisley Park y lo que ya sabemos sobre su virtuosismo como multinstrumentista... una vez agotados todos los juegos de palabras sobre la muerte y el púrpura, el "artista antes llamado" y los adjetivos seguidos de Minneapolis. Un día después, en la era en la que en una hora las noticias están agotadas (de cansadas y exprimidas), ahora, por fin, podemos ir a lo importante.



Lo esencial en Prince, son, evidentemente sus discos. Esa manera de darle una nueva vuelta de tuerca a la música negra y de beber descaradamente, sin complejo de culpa, hasta caer extenuado, de las fuentes de esos estilos que, en la época en la que él empezó su carrera, estaban totalmente fuera de moda. La moda era él.



Parece de Perogrullo decir que de una estrella de rock lo importante fueron sus discos, pero no lo es. Para llegar a lo más alto dentro del mundo del rock no es suficiente con ser buen compositor, un magnífico intérprete y un animal de escena, cosas que Prince era. También hay que tener carisma, inteligencia para mantenerse y saber cómo dar a conocer el genio y un aura intangible que algunos compositores no del todo buenos o grandes intérpretes como Elvis, por poner un ejemplo de alguien que también supuso un antes y un después en el rock, sí lo tenían.



Prince es probablemente el ejemplo perfecto de virtuosismo, talento artístico (no olvidemos que ser un gran instrumentista no siempre va acompañado de ser artista), un aura de estrella, es decir, de ser distinto al resto, de atraer, de ir más allá que el resto de los mortales, y una capacidad innata para ser uno de los músicos que más ha influido en generaciones posteriores. Igual que él digamos, por simplificar, "imitó" a los grandes, muchos le siguieron a él.



Pero probablemente el segundo y más original gran hito de Prince está en su manera de ver la industria del disco. Aquél día que dejó de tener nombre para convertirse en, con absoluto sarcasmo, "el artista antes llamado Prince" (siguiendo el lenguaje jurídico de los contratos discográficos). Fue un visionario, quizá no tan listo como Jagger o Madonna. Pero es que él era un artista.



Sus razones no fueron las de un hombre de negocios, no rompió con Warner por una cuestión de dignidad, de pensar que debía tener un porcentaje más alto de royalties o por defender sus derechos de autor. La gasolina que le llevó a romper con ellos fue que quería, como todo rock star que se precie, en su imprescindible megalomanía, ser el artista con mayúsculas, que en el lenguaje de la industria, la del rock y cualquiera, se traduce en el mejor pagado. Y en ese momento Madonna era la que ostentaba (y digo ostentaba conociendo el significado de la palabra) ese título. Él quería ser Miss Universo, no se conformaba con Miss Mundo, ni con tener las mejores críticas y más palmaditas en el hombro que nadie. Quería ser El Rey.



En cualquier caso, fuera cual fuera el motivo que le llevó a romper con su discográfica y dirigir su carrera, no podemos olvidar que se adelantó a algo que ahora empieza a ser normal o más bien imprescindible.



Su razonamiento, en el papel, era lógico. El tenía su propio estudio, probablemente uno de los mejores del universo, no del mundo. No necesitaba realmente músicos para ejecutar sus composiciones, la era de internet empezaba con todo lo que eso conllevaba de cambio de formatos para hacer llegar su trabajo a la gente y de promocionar sus álbumes… y Prince, con muchos fallos, quizá antes de tiempo, decidió que no necesitaba una multinacional para seguir estando en lo más alto. El podía hacerlo todo. Y era verdad, a medias, pero en el fondo sí lo era.



Probablemente ahora, cuando los que más venden, los grandes del mainstream, tienen que llevar su carrera como las bandas indies de los 90, es cuando Prince había encontrado definitivamente su sitio. Pero nunca lo sabremos y, poniéndonos prácticos, sin querer pecar de insensibles, dándole la importancia que merece al star system, esta muerte temprana es lo mejor que le podía haber ocurrido. Ahora sí, ha vencido a Madonna, a los Stones, a todos menos a Bowie. Ahora sí tiene todos los elementos para ser un mito.