Brett Anderson, vocalista de Suede, durante el concierto del grupo en DCODE

Ni siquiera la cancelación de su cabeza de cartel, Sam Smith, por enfermedad. El festival madrileño muestra músculo con grandes actuaciones como las de Suede o Foals.

Un año más el verano se ha despedido de la capital con un aquelarre de buena música. El festival DCODE, lleno hasta la bandera por 26.000 personas (en algunos conciertos podía llegar a abrumar la aglomeración de gente), ofreció durante la jornada del sábado exactamente lo que prometía y demandaba el público: una sobredosis de bandas del panorama pop-rock nacional e internacional que por regla general rayaron a gran altura. Y todo pese a la cancelación por enfermedad del cabeza de cartel, Sam Smith, que se anunciaba con el festival llegando a su ecuador. "He estado deseando actuar en España desde hace mucho tiempo, pero me he levantado esta mañana sintiéndome terrible y me han diagnosticado una grave infección en las vías respiratorias que me impide actuar", explicaba el cantante británico en un comunicado. Lo cierto es que tampoco pareció que el ambiente se enrareciera por tan desafortunada noticia. Ya decíamos en una información previa que de hecho la elección de Sam Smith para encabezar el cartel era una apuesta, si no fuera de lugar, sí algo arriesgada. La organización por tanto se vio obligada a volver a organizar los horarios.



Hinds también sufrieron un percance en su vuelo desde Mallorca que provocó que actuaran un par de horas después de lo programado y, entre unas cosas y otras, la organización decidió trasladar el concierto a uno de los escenarios principales por lo que pudieron mostrar su propuesta desenfada y festiva a un mayor número de espectadores. La juventud de las cuatro componentes y la ausencia de complejos de su propuesta es contagiosa y explica en gran parte la sorprendente trayectoria del grupo. Todavía no han publicado su primer disco y ya han actuado en plazas tan importantes como Glastonbury o el FIB, además de haber afrontado una gira norteamericana, y de haber recibido buenas reseñas en publicaciones especializadas como Pitchfork o NME. Viéndolas sobre el escenario del DCODE, a pesar de cierto amateurismo que sin embargo no juega en su contra, es difícil poner límites a su progresión.



Sin apenas tiempo para pasar por la barra o ir al servicio (el festival apenas da tregua entre concierto y concierto), arrancaban en el escenario contiguo el concierto de The Vaccines con un público entregado desde antes de que sonaran los primeros acordes. Si en el concierto de Hinds todo es frescura, en el del grupo británico todo tiene un regusto algo artificial. El vocalista Justin Young se esfuerza con excesivo ímpetu en centrar la atención dando rienda a suelta a todo un arsenal de gestos, mohines y aspavientos excesivos y molestos. La banda suena bien, hits como Hamsone, Dream Lover o If You Wanna son difícilmente discutibles, pero durante todo el directo tratan de demostrar que son tan cool como parecen. Pese a todo, The Vaccines cuenta con un buen número de fieles y no dejan de ofrecer un espectáculo divertido aunque a veces estén sobreactuados.



A muchos les sorprendió ver a LA sobre el escenario DCODE cuando se suponía que debía actuar Sam Smith y esto pudo jugar en contra de Luis A. Segura y los suyos, al que le costaba epatar al público con su propuesta de rock clásico. Mientras, en un renovado tercer escenario (este año más grande y cubierto con una carpa), Second ofrecía un concierto para fieles. El grupo murciano repasó los temas más emblemáticos de su discografía y el público acompañaba a la voz de Sean Frutos sin perder ni una coma de cada letra. Muchas tablas para uno de los grupos más rodados del indie patrio que, sin embargo, peca de cierta complacencia con su sonido.



Vuelta al escenario Heineken donde ya la aglomeración de gente era abrumadora para ver a Supersubmarina, una de esas bandas españolas que se han convertido en auténticos grupos de estadio. Pese a que a José Chino todavía parece apocado ante un público tan masivo, el concierto fue sólido, buen sonido y un repertorio sin estridencias, dando exactamente lo que se les demandaban. Por eso quizás también dio la impresión de ser algo rutinario. Muy celebrados fueron temas de su disco debút como Kevin McAllister o Cientocero, que puso el broche final al concierto. Anunciaron que próximamente actuarían en el Palacio de los Deportes, prueba de fuego para cualquier grupo indie español de la que saldrán airosos a tenor de toda la gente que lograron reuinir en su concierto del DCODE.



Con la cancelación de Sam Smith, Suede pasaba a ser el plato fuerte del festival (si es que pese a todo no lo era ya). Brett Anderson dio un recital de lo que significa ser un frontman de la vieja escuela, dejando en bastante ridículo los aspavientos de su compatriota Justin Young de The Vaccines. Todo es natural y magnético en las maneras del veterano vocalista de Suede y además demostró que su voz se mantiene como una de las más personales y atractivas, aún hoy, del panorama del pop británico. Puede que no tuvieran el mejor sonido de la noche pero grandes canciones no faltaron en el setlist: Trash, Animal Nitrate, Can't Get Enough, So Young, Beautiful Ones.... Gran concierto de Suede.



Y de nuevo la marabunta. Izal comparecían en el escenario Heineken y no volvía a caber ni un alfiler como había pasado con Supersubmarina. En esta ocasión, el grupo madrileño decidió incluir un buen número de canciones nuevas que quizá hizo deslucir un poco el setlist, pues el público demandaba los temas que ya están rodados. En el terreno musical sigue siendo un grupo plagado de lugares comunes y sin excesivo riesgo pero que ha sabido aglutinar al público indie y a otros públicos menos exquisitos.



Uno de los conciertos de la noche lo dio Foals. La banda de Oxford sonó con contundencia y con un Yannis Philippakis que por momentos entraba en trance mientras se acercaba a sus prosélitos. Buena evolución la de este grupo, que hace dos años pasaron por este mismo festival con un show que pasó bastante desapercibido. A día de hoy se muestran como unos veteranos y temas nuevos como Mountain at the Gates o What When Down suenan en directo como auténticos trallazos. El directo, pese a temas más tranquilos, fluye con naturalidad hacia un final que acabo muy arriba.



El broche al festival lo puso uno de los grupos más eclécticos y divertidos del momento, una apuesta segura para un festival y más aún para echarle el cierre. Crystal Fighters saben bien a lo que van, a montar un buen aquelarre. A veces es pop, a veces electro-pop, otras es dance o folk... Una indefinición de tal calibre podría jugar en contra del grupo pero de alguna manera logran equilibrar el conjunto. Las pelotas gigantes para que el público se entretenga seguro que ayuda a que uno tampoco le dé demasiado importancia a lo que suena sobre el escenario.



@JavierYusteTosi