Imagen de la representación de La soga

La célebre película de Alfred Hitchcock aterriza en las tablas del Teatro Fígaro de la mano de la directora Nina Reglero. Tensión, juego y suspense son las palabras clave.

Este miércoles se estrena en el Teatro Fígaro el montaje La Soga, basado en la conocida película de Alfred Hitchcock y dirigido por Nina Reglero. El texto ha sido construido sobre la adaptación que hizo Jesús Martínez Caro para la Muestra de Teatro Escolar Lazarillo TCE y contará con un reparto encabezado por Mariano Venancio, que da voz a la historia del maestro del suspense. Completan el elenco Aníbal Soto, Kiko Gutiérrez, Markos Marín, Inge Martín y Julián Teurlais.



Precisamente de uno de estos actores partió la iniciativa de llevar la pieza a las tablas. "La idea partió de Kiko Gutiérrez, que estaba entusiasmado con representar el personaje de Brandon", nos cuenta la directora, Nina Reglero. "Fue el quién nos enredó y llegó a a enamorarnos a todos de este proyecto con su fuerza y con sus ganas".



A día de hoy, hablar de La Soga supone una referencia directa a la genial película de Hitchcock, pero la pieza original es una obra escrita en 1929 por el dramaturgo Patrick Hamilton a raíz de un hecho real que tuvo gran repercusión en su época. Por eso llama la atención que existiendo un precedente teatral se tome como modelo el propio filme. "La adaptación ya se planteó directamente de la película, porque es estimulante la posibilidad de reflexionar sobre qué es lo que hay entre el teatro y el cine a través de las lineas dramáticas y de todas las posibilidades de unión entre las dos disciplinas", afirma Reglero. "Desde el primer momento nos hemos enfrentado al guion igual que si fuera una obra de teatro, intentando en todo momento evitar las referencias cinematográficas".



Pero es el propio planteamiento de la película el que facilita su adaptación teatral. Con este trabajo, Hitchcock pretendía experimentar, y se propuso rodar en tiempo real en una sola toma, pero las cámaras sólo podían grabar 10 minutos seguidos y se vio obligado a realizar varios cortes. Lo que imposibilitó la técnica lo permite ahora el teatro. Además a raíz de esa búsqueda del plano secuencia perfecto, "sí que habia mucha teatralización por parte de los actores, cuya técnica debía ser muy teatral", explica la directora, "de hecho se ha llegado a acusar al filme de que la actuación actoral excesivamente teatral".



Basada sí, pero que el público no espere un calco absoluto de la cinta. Las modificaciones han sido sutiles pero acertadas. A nivel visual, la acción se traslada del apartamento al jardín de una casa de campo. "Se mantiene la fiesta, los invitados, el arcón con el cadáver...pero creamos un espacio escénico diferente que no lleve al publico al mismo lugar, que no le recuerde directamente la película", relata Reglero.



La trama se centra en la celebración de una fiesta a la que poco a poco van llegando los invitados. De entre todos, al que más temen los anfitriones es a su tutor y profesor, un astuto criminólogo que sostiene que el crimen perfecto no existe, aunque ellos se han propuesto demostrar lo contrario. En efecto, con su llegada crece más la tensión y el nerviosismo de los jóvenes, y no es para menos, porque en el arcón del jardín ocultan un cadáver escondido. La fiesta transcurre normalmente, hasta que el profesor se da cuenta de lo que está sucediendo y descubre el cadáver "A nivel argumental, la esencia de la historia es la misma, lo único que hemos hecho ha sido complicar un poquito más a los protagonistas, puliendo la elaboración del psicópata, esa falta de empatía absoluta, el buscar siempre ser superior a los demás y probarlo continuamente...".



Brandon es ese psicópata, encantado de haber asesinado para probar sus teorías sobre la superioridad basadas en Nietzsche. "Los personajes desdoblan las teorías del filósofo alemán manejándolas a través del humor negro, algo que en realidad es totalmente Hitchcock, la ironía y el sarcasmo". En la otra cara está Phillip, que siente hacia el crimen una gran culpa, pero que no es más fuerte que su dependencia enfermiza de Brandon. Entre los dos y sus maneras de afrontar el crímen, el juego psicológico de si les van a descubrir o no, amenizado por la invitación de sus amigos y familiares y del profesor, quien finalmente precipita los acontecimientos.



Es en la profundización en los personajes donde se centra la representación, en desmenuzar sus pensamientos y motivacciones. "Realmente, La soga es un thriller psicológico mas que un thriller de suspense, por eso se puede llevar muy fácilmente al teatro", afirma Reglero. "En definitiva asistimos a las estrategias de estos dos personajes para no ser descubiertos, o para serlo, porque uno no sabe muy bien si quieren realmente ser o no ser descubiertos". Ahí es donde está la intriga. Y el verdadero suspense.