José Manuel Zapata en la piel de la bruja de Hansel y Gretel. Foto: Javier del Real

"En el límite de un gran bosque vivía un pobre leñador con su mujer y sus dos hijos: el pequeño se llamaba Hansel y la pequeña Gretel. Tenía muy poco para comer y una vez que el país fue azotado por una gran hambruna no le fue posible procurarse ni el pan cotidiano". Así arranca uno de los cuentos infantiles más conocidos de los hermanos Grimm, una fábula que busca su hueco en el paradigma actual. La ópera Hansel y Gretel de Engelbert Humperdinck (estrenada en 1893 es una de las más populares en Alemania y en Reino Unido) llega como novedad este martes al Teatro Real con el tenor José Manuel Zapata travestido en el papel de la bruja.



Zapata corre, salta, hace de mujer sexy y de mujer abominable. Se desdobla y, sobre todo, se caracteriza y no se reconoce a sí mismo. "Estoy en mi salsa y me lo paso como un marrano en un charco", bromea el tenor que asegura sentirse especialmente agradecido. Una apetitosa ópera dirigida por Paul Daniel, uno de los directores más importantes del momento, con la escenografía del siempre fantasioso Laurent Pelly.



Tal vez uno de los riesgos del papel de la bruja, la propietaria de esa jugosa casa de chocolate (convertida en un supermercado en esta ocasión) haya sido apostar por una figura y voz masculina. Está compuesta para una mezzo pero "la tesitura es la misma", admite el tenor. "Yo canto en mi octava y no hay ninguna modificación real", de modo que le permite desdoblar su personaje en dos con total naturalidad. Por un lado está la de la mujer mayor y sexy que intenta seducir a los pequeños y, por otro, la malvada bruja que busca "merendar" y llenar su tripa con una sugerente pierna de Hansel. "Cuando vuelve el animal el contraste es fantástico", sugiere. Y es que resulta que tiene dos personajes en uno.



Hansel y Gretel se entiende como un cuento infantil, un cuento de hadas, pero el trasfondo de la historia no es tan liviano como parece. De hecho, cuenta Zapata que estamos ante una obra que está de suma actualidad en la que se habla de "una familia con muchas dificultades económicas. Viven en una caja de cartón que es el hogar de los desencuentros, de la frustración". Y, claro, el consumismo sigue ahí. En pie de guerra. Atractivo. Desdeñoso. "El consumismo está cuando llegas al supermercado y todo está lleno de color, la comida es increíble y todo está bueno, todos esos donuts, etc". Se trata de una crítica a la sociedad y "lo que Pelly hace es actualizar la ópera, como tendrían que hacerse todas, con sentido", sentencia.



José Manuel Zapata en proceso de caracterización.

Pero no solo esto. Hay más. El paralelismo con la actualidad es casi tan grande como la barbarie del 21% de IVA. Entra en juego "el alcoholismo del padre frustrado por no poder dar una vida digna a sus hijos y esa madre, que aunque ama profundamente a sus hijos, grita desesperada", anota. Esa es la clave actual de esta ópera en la que Zapata encarna a la reina del conflicto. No obstante, considera que es "una de las obras más bonitas" en las que ha participado.



De hecho, el anecdotario del tenor se amplía en cada ensayo y día de trabajo. La principal resulta ser el momento de la muerte de la bruja. "Se trata de un salto de espaldas de dos metros que me ha costado sangre y sudor", hasta el punto de estar dolorido a causa de una mala caída. Por ello, ha contado con la ayuda de "un especialista para preparar la técnica de la caída", confiesa. Un ángel de la guarda que convierte el miedo en emoción.



El trabajo con la voz, por otro lado, ha sido indispensable y Daniel ha sabido sacar lo mejor del tenor en "una clase magistral de cómo crear un personaje con la voz y los colores, con cada palabra", argumenta. Por lo visto, muchos directores, opina, ponen el foco en salvar la seguridad de la música para que todo vaya en conjunto. En cambio, "a veces es mejor que algo se descoloque pero que haya un personaje y haya arte", explica el tenor.



Pero parece que estamos ante un mundo lleno "de gente con inseguridades pero lo que no es positivo es que esa inseguridad la transformen en altivez, no hay que pisar a los demás ni mandar de la manera equivocada", critica. Por esa misma razón, Zapata cuenta que muchas veces se creen especiales pero "quien de verdad es especial es el cirujano torácico que salva vidas". No obstante, la cultura es vital, es el estado del alma y si "mañana se apagara la música seríamos animales y retrocederíamos a la edad de piedra". De modo que el tenor español concluye recordando una frase de la canción Ojos de gata de Los Secretos: "Me vuelvo vulgar al bajar de cada escenario". Colorín colorado, el cuento ha comenzado.