Ana Belén. Foto: Sergio Parra.

"Mi intención era escribir una farsa llevada hasta las puertas de la irrealidad (pero no más allá, porque la total irrealidad es aburrida) a partir de una situación que me rondaba". Así presenta Mario Vargas Llosa su obra Kathie y el hipopótamo, que llega el martes al Matadero de Madrid dentro del ciclo que el Teatro Español está dedicando a la dramaturgia del Nobel de Literatura y que comenzó el pasado mes de abril con La Chunga.



Si la primera entrega estaba dirigida por Joan Ollé y protagonizada por Aitana Sánchez-Gijón, en Kathie Magüi Mira dirige a Ana Belén (que vuelve a la casa que la vio nacer como actriz) y Ginés García Millán, dos personajes a través de los cuales el autor de La casa verde reflexiona sobre el origen de los relatos, sobre la fantasía y la imaginación con los que creamos historias.







Kathie y el hipopótamo, obra que se estrenó en 1983 en Caracas dirigida por Emilio Alfaro y con Norma Aleandro encabezando el elenco, narra la peripecia de una mujer que pertenece a la burguesía peruana y que se pone en contacto con un polígrafo para que le ayude a escribir un libro de viajes. "Ella -precisa Vargas Llosa- se encuentra en ese momento patético en que la cultura parece una tabla de salvación contra el fracaso vital. Él no se consuela de no haber sido Víctor Hugo: el romántico, el literato, el político, el sexual". En las sesiones de trabajo de la pareja, según explica su autor, las vidas de ambos se "corporizan" en el escenario, convocadas por la memoria, el deseo, la fantasía o el azar: "Las mentiras de Kathie y de Santiago, además de sus verdades, delatan las mías y, a lo mejor, las de todo el que, al mentir, exhibe la impúdica arcilla con que amasa sus mentiras".



Por eso Magüi Mira -que lleva estos días a Valladolid también como directora El estanque dorado, de Ernest Thompson, con Lola Herrera y Héctor Alterio-, declara a El Cultural que inició este viaje con la obra porque le tocó al alma: "El texto nos habla de cada instante que vivimos y de los recuerdos y fantasías que conforman la realidad del autor, que se pregunta qué hacemos con la pulsión sexual que rompe los esquemas establecidos de la pareja".



Fragmento de 'Kathie y el hipopótamo'

KATHIE (SIGUE RECORDANDO.)

Acostarse tarde, levantarse tarde. ¿Vas a ir hoy día al banco, Johnny?



JUAN

Un ratito, para guardar las apariencias. Pero a eso de la una nos encontramos en el Waikiki, ¿okey?



KATHIE

Las malditas olas, las malditas tablas, los malditos campeonatos, los malditos viajes a Hawai. El maldito aburrimiento de Hawai, en hoteles con césped y palmeras de plástico. Contar chismes, quién le pone cuernos a quién y con quién, qué pareja se hizo, se deshizo, se rehízo y volvió a deshacerse. Prepararse para el coctel, la comida, el shower, el luau, el party, la sorpresa. La peluquería, el vestido, la manicure. Mañana lo mismo, pasado lo mismo. ¿Eso va a ser todo el resto de tu vida, Kathie?



SANTIAGO (CON UN TONO BRUSCAMENTE AGRESIVO Y SARCÁSTICO.)

Pamplinas. La verdad verdadera yo la sé muy bien y tú también la sabes, Kathie Kennety. Pero te da vergüenza confesarla.



KATHIE (SIN VERLO NI OÍRLO.)

Con los hijos las cosas cambiarán, Kathie. Cuidarlos, educarlos, verlos crecer le dará sentido al matrimonio. ¡Pamplinas, en efecto! No cambiaron nada, no llenaron el vacío. En vez de ir sola, ahora vas al Waikiki con Alejandra, y ahora con Alejandra y Johnnycito. En vez de aburrirte sola ahora te aburres en familia. ¿Es esto el matrimonio? ¿Es esto la maternidad? ¿Por esto suspiraste, soñaste, todos los años del colegio? ¿Para pasarte la vida viendo a un idiota hacer piruetas entre las olas sobre un pedazo de madera balsa?



SANTIAGO

Cuentos, pamplinas. ¿Te digo la verdad verdadera? Kathie Kennety se aburría porque el divino tablista la olvidaba, la dejaba cada noche abandonada, desvelada, sin hacer sexo. El tablista no era Víctor Hugo. Con tantas olas se le había congelado el cucú.



ANA (A SANTIAGO.)

¿Hablas por experiencia propia? Cuando te fuiste con ésa, hacía meses que apenas me tocabas. Sin necesidad de correr olas, también a ti se te había congelado el cucú.



SANTIAGO (DESCUBRIENDO A ANA.)

No es cierto. Simplemente, ya no me gustabas. Lo hacía todos los días con Adèle. Varias veces al día. Un día, nueve veces, como Víctor Hugo en su noche de bodas. ¿No es cierto, Adèle?



KATHIE/ADELE (TRANSFORMADA EN UNA JOVENCITA COQUETA Y PIZPIRETA.)

Es mentira, profesor. Pero te guardaré el secreto. Nunca pudiste hacerlo más de dos veces en un día, y con un largo intermedio. Jajajá...



SANTIAGO (A ANA, furioso.)

Te voy a decir algo más. Pensaba con horror en que llegara la noche, porque tendría que meterme en la cama contigo. Fue por eso que te dejé.



KATHIE (VOLVIENDO A SER ELLA, SUMIDA SIEMPRE EN EL RECUERDO.) Meterse a la cama... También eso se volvió aburrido, como ir al Waikiki y a los parties.



ANA (A SANTIAGO.)

O sea, te portaste como lo que supuestamente odiabas tanto: como un buen burgués. ¿No decías que no había nada más despreciable en el mundo? ¿Ya no te acuerdas lo que me enseñabas? ¿Esas lecciones para hacer de mí una mujer libre, superada, emancipada?



SANTIAGO (RECITA, MUY SERIO, A ANA, QUE LO ESCUCHA EMBOBADA. KATHIE, CONVERTIDA EN ADÈLE, SE PINTA LAS UÑAS Y LO MIRA DE RATO EN RATO BURLONAMENTE.)

No el amor-pasión, sino el amor-solidaridad. Ése será el nuestro, Anita.



El amor-pasión es un fraude burgués, una ilusión, una trampa. El amor que se apoya sólo en el sexo, que justifica todo en nombre del placer, del instinto, de la irracionalidad, es mentiroso y efímero. El deseo no es ni debe serlo todo, ni siquiera el vínculo primordial. No hay pareja que dure si sólo la une el sexo.



KATHIE, HACIENDO SIEMPRE DE ADÈLE, LANZA UNA CARCAJADA, PERO ANA ASIENTE, QUERIENDO CREER. KATHIE/ADELE (SONRÍE, VOLVIENDO A SER ELLA.)

Y, sin embargo, al principio era bonito, en las noches, cuando nos abrazábamos y me decías esas cosas tan cochinas, Johnny darling. Me ardía la cara, me daba vértigo, vergüenza, me encantaba. Parecía que iba a ser como lo había soñado, que daría sentido a las cosas, que viviría feliz, realizada.



SANTIAGO (PROSIGUE LA EDUCACIÓN DE ANA.)

En el amorsolidaridad el sexo es apenas un ingrediente entre los otros y ni siquiera el más importante. El amor-solidaridad se basa en la comprensión mutua, en la comunidad de ideales, de sacrificios, de luchas, en las tareas compartidas, en la identidad espiritual, intelectual, moral.



ANA (A SANTIAGO.)

Yo te di gusto. Hice todo lo que me pediste para que existiera entre nosotros el amor-solidaridad. ¿Lo hice o no lo hice? ¿No dejé mi trabajo, en la boutique? ¿No me puse a estudiar sociología, como me aconsejaste, en vez de decoración, que era lo que a mí me gustaba?



JUAN (DESDE LO ALTO DE LA TABLA.)

¿Soy o no soy tan bueno haciendo sexo como corriendo tabla, KATHIE? ¿Soy o no soy mejor que Víctor Hugo con, Adèle?



KATHIE

Lo eres, Johnny darling. Por eso se te echan a los brazos tantas chicas. Rubias, morenas, amarillas, pelirrojas. Por eso me metes cuernos en tantos idiomas y en tantos continentes, Johnny darling.