El pianista Lang Lang.

El pianista chino, superestrella de la música clásica, arranca hoy en el Palacio Euskalduna una gira por España que le llevará a cinco ciudades de nuestra geografía | Además, el próximo martes lanza su disco con la Filarmónica de Berlín de Simon Rattle, en el que empareja a Bartók y Prokófiev




Un arrollador Lang Lang hace escala estos días en España. En mitad de su vorágine viajera, que le obliga a trotar de aeropuerto en aeropuerto urgido por una agenda asfixiante de conciertos, conferencias, entrevistas y obligaciones paramusicales de toda índole (brinda su imagen a varias instituciones y compañías privadas, como Unicef y Telefónica, que es quien le ha traído), tiene marcadas cinco fechas con sus correspondientes ciudades de nuestra geografía. La gira que arranca hoy en el Palacio Euskalduna de Bilbao comprende otros cuatro recitales: Auditorio de Zaragoza (jueves), Palau de la Música de Valencia (Domingo), Auditorio Nacional de Madrid (martes) y Auditori de Barcelona (jueves próximo). En la capital, como ya hizo hace un año, también brindará este viernes una clase magistral a su legión de seguidores.



El tour, condimentado con sonatas de Mozart (las n° 5, n° 4 y n° 8) y baladas de Chopin (n° 1, n° 2, n° 3 y n° 4), no es el único motivo que trae a Lang Lang por aquí. El martes próximo sale su esperado álbum con la Filarmónica de Berlín de Simon Rattle, el primero registrado con Sony Classical e integrado por el Concierto para piano No. 3 en Do mayor de Prokófiev y Concierto para piano No. 2 en Sol mayor de Béla Bartók. El popular pianista chino, una de las pocas figuras de la música clásica con un público heterogéneo y masivo, charló con El Cultural poco antes dejar Nueva York, ciudad donde tiene su campamento base desde hace unos años, para cruzar el Atlántico y plantarse en la península Ibérica.



Volver a España le motiva especialmente: "Tengo muchos amigos allí y el público es ciertamente apasionado. Lo que debo vigilar es mi peso: siempre que voy por allí cojo algún que otro kilo de más. Es que el jamón me encanta, sobre todo para desayunar. Y las tapas, qué ricas". Parece que, con su organismo bien surtido de vitamina "j", al menos en nuestro país no será donde desfallezca por la sucesión trepidante de compromisos que le aguardan. Lang Lang no esconde el orgullo por haber colaborado codo con codo con Simon Rattle. Ambos se lanzan piropos recíprocos tras la satisfacción del trabajo llevado a buen puerto. El director británico asegura que hacía muchos años que no había visto a nadie "ejecutar las composiciones de Bartók y Prokófiev con tanta precisión". "Es música que le va como anillo al dedo a Lang Lang", sentencia.



Lang Lang aprovecha la ocasión para resaltar que en Rattle encontró a "un hombre muy culto y muy espiritual". Explica además que esa precisión ("y naturalidad") proviene del largo tiempo que ambos maestros le vienen acompañando durante su carrera: "Los dos son músicos que he podido madurar e interiorizar sin prisas. Las suites de Prokófiev las llevo tocando desde hace 13 años. Y a Bartók alrededor de nueve años. Cuando los interpretó tengo muy claro adónde quiero llegar. Lo sabía desde el primer ensayo". Él se siente muy agradecido a ambos: "Elevaron la categoría del piano a lo largo del siglo XX".



Más tiempo llevan las sonatas de Mozart reluciendo en su repertorio. Serán las que protagonicen las primeras partes de sus conciertos en España. "Son piezas que todo el mundo interpreta, pues pertenecen a un canon recurrente y standard. Pero es un desafío extraerles todo sus colores y su potencial". Rescatarlas es una regresión a la infancia: "Me acuerdo muy bien cuando las aprendía de niño". Una época bien dura para Lang Lang, sometido por su padre a una disciplina de hierro para hacer de su hijo el mejor pianista de China. Al final lo consiguió pero en la memorias del músico (sí, las hay, a pesar de su corta edad) recuerda la dureza de aquella etapa, viviendo en una miserable pensión de un paupérrimo barrio de la periferia de Pekín, mientras su padre le recriminaba cada minuto que no dedicaba a estar uncido sobre el teclado. Ahora ya no le guarda rencor. Aguantó estoicamente gracias a que su afición por la música era profunda y pertinaz.



Y sigue siéndolo. No hay signo de aborrecimiento en las yemas de sus dedos. Lang Lang confiesa que es un adicto al piano: "Sólo me cojo algunos lunes libres, pocos. Y cuando me voy de vacaciones, al cabo de dos o tres días empiezo a aburrirme y siento la necesidad de volver a tocar el piano". Una vocación de hierro la suya. Cuántos muchachos no han abandonado la música por el exceso de exigencia de sus progenitores... Miles, millones. Millones son también los que siguen su ejemplo en China. Lang Lang es para ellos una especie de modelo de éxito que les atrae tanto como los más conspicuos deportistas del país. A causa de ese atractivo influjo alrededor de 40 millones de niños chinos se han matriculado en conservatorios del país a rebufo de sus logros y su proyección internacional.



Aparte de Mozart y sus sonatas, Lang Lang tocará algunas baladas de Chopin, a las que le unen un vínculo identificación personal con la narración que discurre bajo su melodía. "Son casi como mi propia historia", asevera. "Hablan del amor romántico, de los conflictos interiores en la mente humana, de la naturaleza y su fuerza, que hacia el final acaba desbordándose. Pueden parecer de entrada composiciones individuales pero las une un hilo argumental con una continuidad".



Lang Lang comenta que no tiene muchos prejuicios para ampliar su repertorio. "Todos los días intento aprender algo nuevo", reconoce. Llama la atención que ahora anda volcado con Richard Strauss, porque el año que viene se conmemora el 130° aniversario de su nacimiento. Pero sobre todo la querencia que le tiene asomado en los últimos días a músicos de Latinoamérica: mexicanos (en particular Manuel M. Ponce) y cubanos (en concreto Ernesto Lecuona). Y adelanta que en el futuro le gustaría grabar un disco con su "gran amigo" Julio Iglesias. "Un leyenda de la música", apunta.