Sílvia Pérez Cruz. Foto: Xavier Vila.

La cantautora catalana arranca mañana en el Circo Price de Madrid una gira de conciertos por España en la que vuelve sobre las esencias de su primer y emocionante trabajo en solitario, '11 de noviembre', antes de centrarse en una nueva grabación junto a ‘Refree'.

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  • Más que una voz, Sílvia Pérez Cruz (Palafrugell, Girona, 1983) es una sonrisa. No es que la vida le sonría, que también, sino que es más a la inversa. La chica tiene ganas de experimentar, de componer y actuar, de colaborar en mil y un proyectos artísticos, de aprovechar el momento. Su momento. Desde que abandonara el grupo Las Migas y decidiera crecer y sacar todo lo que llevaba dentro, la joven cantante catalana se ha convertido en una referencia ineludible para entender la actual evolución de la música popular española, plasmada magistralmente en su última producción discográfica, 11 de novembre (Universal), con la que este verano recorre varias ciudades españoles: Madrid (13 de julio), Lanuza (19), Cartagena (21) y San Sebastián (26).



    El álbum es un cajón repleto de muchos trastos musicales, desde los propios del jazz y el flamenco, al rock, el folk, el fado, la música latina o la experimental. Hay una emoción especial distinta a sus anteriores trabajos, ya que quizás sea su disco con más referencias autobiográficas. Y eso se nota, como se nota la omnipresencia del recuerdo de su padre, nacido en la fecha que da título al disco y fallecido poco tiempo antes de la publicación. "He vivido una etapa muy intensa emocionalmente y sentí que había llegado la hora de contar esas vivencias en canciones. De ahí que me surgiera la necesidad de componer [es su primer disco como compositora], de contar todas esas cosas que me han pasado, las buenas y las malas. Ha sido un trabajo duro, difícil, me he dejado el alma, pero estoy orgullosa de la sinceridad que le puesto".



    Participaba recientemente en el festival Ellas Crean, junto a la Orquesta Nacional, cuando le llegó la propuesta de crear un tema para el montaje escénico de La Chunga, la versión teatral de la obra de Mario Vargas Llosa que dirigiera en el Teatro Español Joan Ollé. La noticia le llegó entre más sonrisas. Y satisfacciones, ya que una vez más su vida artística le alejaba de las sendas específica y exclusivamente musicales, como ya antes le había sucedido a raíz de su colaboración en la banda sonora de la película Blancanieves de Pablo Berger, cuyo tema No te puedo encontrar fue merecedor de un Goya a la mejor canción original.



    Mapas en la agenda

    Esta convulsa actividad fue otras de las poderosas razones por las que Sílvia Pérez Cruz se vio abocada a grabar el disco que este verano la coloca nuevamente en la carretera, 11 de novembre: "Tuve la necesidad de parar y mirar dentro de mí. La pasada temporada mi agenda apenas tuvo huecos, manejando cien canciones a la vez de diez repertorios distintos. Lo llevaba muy bien, pero cuando lo recuerdo, me asusta y me sorprende aquella capacidad de trabajo. Necesitaba reencontrarme conmigo misma". Efectivamente, su agenda se ha visto desbordada de compromisos en estos años, en los que ha hecho música tradicional catalana con Xalupa; música experimental con el grupo Llama; jazz con el contrabajista Javier Colina; colaboraciones con artistas tan variados dispares como Raül Fernández ‘Refree', Duquende, Ravid Goldschmidt o Toti Soler; y protagonizado proyectos de danza con prestigiosas compañías como Sol Picó; de percusión con la orquesta Coetus; o multiculturales e intercontinentales como Immigrasons.



    "El trabajo no me da miedo, quiero aprender y crecer, seguir ampliando mi camino, ir pasito a pasito... ¡hasta el infinito!". Acomete ilusionada un nuevo calendario de conciertos que, frente al respaldo orquestal de su última gira invernal, esta vez tendrá el soporte de un breve grupo de músicos: los guitarristas ‘Refree' y Mario Mas, el chelista Joan Antoni Pich y el contrabajista Miquel Àngel Cor- dero. La complicidad artística y creativa que mantiene con ‘Refree' viene de largo, de su etapa de Las Migas, por lo que no extraña que ambos ya estén trabajando juntos en un nuevo proyecto musical: "No sabemos cuándo lo publicaremos, pero ya estamos encima de ello".



    La elección del reducido acompañamiento musical se ajusta armoniosamente con el lote de composiciones que alberga 11 de novembre, muchas de ellas inspiradas en los versos de autores como Feliu Formosa, María Cabrera o Maria Mercè-Marçal. "No soy lectora de poesía, pero estoy comprando últimamente cada vez más. Eso sí, empiezo a leer y si no me atrapa enseguida lo dejo. Pero me gusta buscar la musicalidad que cada poema lleva dentro". La apuesta por la presencia sonora de la cuerda es una prolongación más de su fascinación por la voz de este instrumento.



    En este sentido, su primera incursión en el mundo sinfónico, en la colaboración anteriormente mencionada junto a los músicos de la Nacional, tuvo lugar precisamente en torno a la interpretación de las Tonades del guitarrista Feliu Gasull. Una decisión nada casual, como nada casual fuera que su relanzamiento en solitario se produjese arropada entre las cuatro cuerdas del contrabajo de Javier Colina, con el que registró su primer disco como líder En la imaginación (Nuba/Karonte, 2011). Aquel trabajo, acotado entre jazz y ritmos cubanos, fue crucial para entender la posterior evolución de una artista abierta a todas las músicas.



    Su alianza con Colina le reportó algunas de esas enseñanzas que no se aprenden en las escuelas -está graduada por la Escuela Superior de Música de Cataluña-, ya que si algo tiene el contrabajista navarro es sabiduría musical. La que se muestra en los escenarios y la que se vive en los camerinos. Al final todo se reduce al eco del día a día, al rumor de la calle y sus gentes. Y, ya se sabe, a una sonrisa: la que Sílvia Pérez Cruz muestra cada vez que canta.