Dominique A

Dominique Ané (Provins, Île-de-France, 1968) se halla inmerso en una gira por España que comenzó el 11 de enero y se clausura este jueves en la Sala Arena de Madrid, de la mano de Benjamin Schoos, icono del indie belga bajo el seudónimo Miam Monster Miam. Con más de veinte años de carrera a sus espaldas, Dominique A se siente cómodo volviendo la vista atrás, a sus primeros siete álbumes que se reeditan a la vez que sale su nuevo trabajo, Vers les lueurs, algo así como Hacia los resplandores, una búsqueda de luz que sin embargo no pretende hacer referencia a la situación social ni económica. En febrero viene de nuevo a España para presentar su libro Regresar, una labor de introspección íntimamente ligada a su lugar de origen, Provins, un pueblecito a 80 kilómetros de París que ha impregnado con su "monotonía y monocromía" el carácter y la música del compositor.



Pregunta.- En 2012 se cumplió el 20° aniversario de su carrera, que empezó con La fossette. ¿Qué balance hace de estos años?

Respuesta.- En realidad, no hago balance, porque no me gusta la idea de hacer algo que va a desaparecer, me gustan las cosas que van a pervivir, que no están exclusivamente ligadas a la actualidad. La idea es hacer resurgir las cosas, la sorpresa de encontrarme en este oficio. Cuando yo empecé, era una época en la que se podían cometer errores. Ahora es diferente, hay que triunfar en seguida, no hay margen para las equivocaciones.



P.- ¿Por qué dice que fue una sorpresa?

R.- Porque era un tiempo en el que había muchos cambios en mi vida. La respuesta inmediata a la salida del disco, el éxito... Antes de eso, no tenía ni siquiera público en el pueblo del que vengo. No quería perder esa idea romántica de la profesión, sino desarrollar una historia.



P.- El disco se llama Hacia los resplandores. ¿A qué hace referencia?

R.- Son canciones que hablan de la luz, así que quería hacer referencia a eso. Compuse una canción que se llamaba igual, pero al final no se incluyó en el disco. Hablaba de un personaje que se pasea por edificios abandonados mientras se dirige hacia la luz. No pretendía envolver el título del disco en un contexto social, ni económico, sino referirme a ese personaje que avanza, desesperado, sombrío...



P.- En está gira está tocando junto a otros cuatro músicos, pero también tiene experiencia tocando solo.

R.- Me gusta mucho la idea de encontrar una energía común cuando toco con más gente, la idea de buscarnos (aunque a veces no nos encontremos). No es su proyecto, pero siento que se integran. Me gusta más. En cambio, tocar solo es volver al origen, al hogar, me vuelve más reactivo con el público.



P.- Ha tocado mucho en España. ¿Qué le atrae del público español?

R.- Es una experiencia diferente a cuando toco en Francia. La relación musical está más ligada a la energía del escenario. En Francia, gran parte del público está ahí por la letra, aquí el acento se posa sobre un público más enérgico.



P.- Su paleta sonora ha cambiado desde unos inicios más minimalistas. ¿A qué se debe esa evolución?

R.- He escuchado mucha música a lo largo de estos años, y he trabajado con mucha gente, y eso te cambia. Es sobre todo por razones extra-musicales, que tienen que ver con compartir la música con alguien.



P.- ¿Siente que cada vez es más popular entre el gran público?

R.- No lo sé, la verdad. Tengo la impresión de que se me reconoce por mi trabajo y de que mi público es más diverso, más amplio, pero no creo que sea especialmente popular. Más que la cantidad, me importa la calidad de mi público, su fidelidad.



P.- El nuevo álbum coincide con la reedición de los siete primeros. ¿Equilibrio entre viejo y nuevo?

R.- Sí, es una forma de hacer resurgir lo viejo al mismo tiempo que se desarrolla lo nuevo, de enmarcar el nuevo disco dentro de una historia, y de volver a los orígenes con menos mala conciencia.



P.- En febrero vuelve a España para presentar su libro, Regresar.

R.- Es un pequeño libro autobiográfico. Tenía ganas de escribir de forma literaria. Habla mucho de la relación con mi infancia, pero sobre todo de la influencia del lugar de origen, del paisaje. Yo crecí en un pueblo medieval, aislado, en medio del campo y muy conservador. Me aburría mucho, era monótono y monocromo, y eso formó mucho mi carácter.