Borja Ortiz de Gondra

Su obra 'Duda razonable', un "thriller ético" sobre la legimitidad de actuar en la vida de los demás, llega a la sala La Cuarta Pared

El profesor Jesús Neira vio cómo un hombre agredía a su pareja ante sus narices. Decidió intervenir y salió muy mal parado. Recibió un golpe que le dejó dos meses en coma y, tras despertar, el dolor físico le acompaña constantemente. Al dramaturgo Borja Ortiz de Gondra aquella acción, como a tantos, le dejó muy pensativo. ¿Merece la pena? ¿Es justificable mirar para otro lado? ¿Debo meter la nariz en un asunto del que sólo conozco apariencias precipitadas? Todos esos interrogantes están volcados en Duda razonable, obra dirigida por Josep María Mestres e interpretada por Marcial Álvarez y Ana Pimenta, que tras girar dos años por toda España ahora llega a Madrid: a la sala La Cuarta Pared.



Pregunta- ¿Con qué propósito se decidió adentrar en un tema tan escabroso como el de la violencia machista? ¿Sólo para contar un historia?

Respuesta- Duda razonable no trata realmente de la violencia de género, sino de las consecuencias morales de actuar o no actuar ante el dolor ajeno. Es un tema que me preocupa particularmente: ¿qué precio pagamos por mirar hacia otro lado?



P- ¿Cómo le sienta la etiqueta de teatro social? ¿Y la 'thriller ético'?

R- Hemos definido la obra como un "thriller ético" porque es, ante todo, una obra de intriga: en los 90 minutos que dura el espectáculo, el espectador permanece pegado a su butaca, queriendo saber más: ¿es cierto o no que esa chica recibe amenazas?, ¿quién la está amenazando?, ¿por qué? Pero cuando sale del teatro, la pregunta ética que se lleva consigo es: ¿qué hubiera hecho yo si hubiera recibido esa llamada?



P- A pesar de hallarnos ante un tema tan grave no renuncia a introducir pasajes de humor. ¿Cómo describiría el papel que juega el humor en la obra?

R- El humor es la válvula de escape que nos ayuda a soportar la tensión. Al igual que en la vida, la risa puede surgir en la situación más desesperada y nos muestra lo ridículos que podemos llegar a ser cuando pretendemos tener soluciones para todo.



P- ¿Sigue teniendo una duda razonable sobre qué hubiera hecho en el caso de hallarse presente ante una agresión machista?

R- El teatro no sirve para llegar a conclusiones, ni para dar respuestas, sino para plantear preguntas que cada uno ha de resolver en su conciencia. Lo que sí he aprendido de todos los psicólogos con los que hablé cuando me documentaba para escribirla, es que no hay "víctimas" sino personas: cada "caso" de los periódicos es un ser humano con unas circunstancias personales y familiares que lo hacen único y son miles los motivos que le pueden llevar a esa situación. Y ninguno estamos a salvo de ser agresor o agredido. Nadie puede saber cómo reaccionaría en una situación límite.



P- ¿Con qué sensación le gustaría que la gente saliera del teatro después de ver Duda razonable?

R- En todas las ciudades en las que se ha presentado, la gente sale discutiendo sobre cual de los personajes tenía razón: el que quería hacer algo o el que quería mantenerse al margen. Creo que eso es lo mejor que le puede pasar al público: que la obra le remueva algo que le haga seguir debatiendo en la calle, después de haber estado absorbido en la trama durante todo el espectáculo.



P- La obra lleva girando dos años por España. ¿Cómo ha llegado tan tarde a Madrid?

R- ¡Pero es que en España se hace mucho teatro sin tener que pasar por Madrid! Duda razonable es una producción de una compañía vasca, Vaivén, dirigida por un director catalán, Josep María Mestres, y con algunos actores madrileños, como Marcial Álvarez. Gracias a Dios, ya no es necesario estrenar en Madrid para existir en el panorama teatral español.



P- ¿Qué destacaría de la labor como director de Mestres?

R- La fineza de su trabajo con los actores. Duda razonable es una pieza de relojería con un ritmo endiablado, pero al mismo tiempo, exige un gran trabajo psicológico de los actores, cuyos personajes pasan a lo largo de la obra por reacciones muy contradictorias. La interpretación magnífica que hacen Marcial Álvarez y Ana Pimenta del matrimonio protagonista es fruto de la excelente colaboración con Mestres, que es un gran director de actores.



P- Es usted un autor muy prolífico. ¿En qué proyectos anda embarcado ahora?

R- Ahora mismo, toda mi energía está concentrada en el proyecto más difícil que he escrito nunca y que es un reto que nos lanzamos a nosotros mismos el equipo que hicimos Calpurnia el año pasado en el Festiva de Mérida: ¿seremos capaces de contar, con una sola actriz, la historia de dos mujeres en los años 70 y las consecuencias sobre sus hijas hoy? Es una obra sobre la identidad y la memoria en la que la actriz habrá de desdoblarse en cuatro mujeres. Un reto fenomenal que solo una gran actriz podía asumir.